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Opinión

El último lector | El hombre que no tuvo sensatez

Por: Rael Salvador

I
En nombre de Dios

Benjamín Netanyahu, el hombre que no tuvo sensatez —acusado de Genocidio ante la Corte Internacional de Justicia (La Haya)— declara que el Estado de Israel se defenderá “con sensatez y determinación de cualquier amenaza”.

No se trata de observar sólo su distinción de “carnicero sionista” —apoyado por Estados Unidos, en el cínico devenir político de un mundo cada vez más al borde de la catástrofe—, sino también el hecho, más que inminente, de poner en riesgo de muerte a cualquier judío: en el mismo territorio israelí, así como en cualquier parte del planeta.

Muchos de ellos se preguntarán —después de la repuesta terrorífica (no “terrorista”) de Hamás, llevada a cabo el 7 de octubre, que causó la muerte de mil 400 civiles y un recorte de 222 secuestrados israelitas (105 liberados ya, en los siete días de tregua en noviembre de 2023)— si tienen o tendrán algún lugar seguro donde refugiarse (ya que en el pasado no la tuvieron), más allá de los discursos cómodos y rabiosos de una nación mancillada de manera sanguinaria a lo largo de la historia de la humanidad.

Discursos insolentes, de felonía inédita —de evidentes rasgos violatorios y delirantes—, que nombran a sus oponentes palestinos “animales humanos”, de los cuales los mandos militares israelíes han asesinado a 35 mil civiles, el 70% niños y mujeres, en seis meses de una inaudita guerra asimétrica, apoyada por la obscenidad de la hambruna y el desplazamiento.

Podríamos suponer que los judíos no son imbéciles, porque de alguna forma saben que la actuación beligerante perpetrada por Hamás ha sido en defensa propia, ante décadas de abuso y crímenes sionistas —puntualizado, en su momento, por los medios de comunicación—, así como lo señaló abiertamente, en el inicio de la conflagración israelí-palestino, António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas (ONU).

Seis millones de muertos, a cuenta del nazismo —a mediados del Siglo XX—, no son cuento viejo para que el Holocausto no se repita —ese que juraron que no volvería a suscitarse— y que, de manera irónica, el mismo pueblo que lo padeció es el que, a partir de tecnología moderna (utilizando algoritmos ciegos), ahora lo hace florecer…

Cuando un cielo gris de drones y misiles venidos de Irán —para asesinar israelíes en su propio territorio— ofrece una perspectiva clara y coherente de quien en un clima inmoral —violando una vez más el Derecho Internacional y asesinando a altos comandos iranís en la embajada de Damasco, el lunes 1 de abril— se ha sustraído de toda sensatez  —“en nombre de Dios”, asegura—, para convertirse en la feliz “diana” política en tiempos de guerra: asomo perspicaz que arrastra el indomable apelativo de “Bibi” Netanyahu, primer ministro de Israel, para que así, una vez más, nos preguntemos “¿quien diablos se esconde detrás de esta farsa sanguinaria?”.

La respuesta no presenta dificultad alguna, el asunto a resolver es si tendremos el tiempo justo para emitirla antes de que la insensatez —disfrazada de “sensatez”— oprima el “botón rojo”, en una flagrante reacción en cadena de muerte nuclear.

II
Antes que la muerte, la vida


Así ese “cielo gris de drones y misiles venidos de Irán” —en presunto ataque a Israel— haya sido un mal “chiste” internacional —300 drones y misiles interceptados, con “apenas daños materiales”—, lo que sí debemos observar es que esa simulación beligerante —más que anunciada, concertada (ofrecidas las coordenadas a EEUU, para facilitar su ubicación aérea)— dejó una niña* de 7 años herida de gravedad en la cabeza por la caída de metralla —esquirlas de uno de los misiles balísticos obstaculizados— y quien fue llevada de urgencia al Hospital Soroka de Neguev de la ciudad de Beerseba, Israel.

Lo decía César Vallejo: «Yo no puedo consentir que la “Sinfonía pastoral” valga más que mi pequeño sobrino de 5 años llamado Helí. Yo no puedo tolerar que “Los hermanos Karamazov” valgan más que el portero de mi casa, viejo, pobre, bruto. Yo no puedo tolerar que los arlequines de Picasso valgan más que el dedo meñique del más malvado de los criminales de la Tierra. Antes que el arte, la vida…»

Desde luego: antes que la muerte y “el arte”, la vida. Porque no se puede tolerar —si se es medianamente decente— una “victoria” que lleve el espectro de 35 mil muertes de niños y mujeres de origen palestino —o de cualquier procedencia—, sumada esta niña a la que le han volado la cabeza —en el evidente juego de la riesgosa crueldad internacional, donde la ONU es menos que un florero—, para que al concierto de estas “almas buenas” le resulte redituable y que, tanto Joe Biden como “Bibi” Netanyahu, EEUU como Israel y la Unión Europea, eleven loas —bendecidas por la directriz de un “Dios vengativo”— exhibiendo los residuos de “falsa piedad” que Occidente lleva en la sangre, envenenando la historia y la memoria del mundo.

El ataque a la Embajada de Irán en Damasco por parte de Israel —al encontrase sumida en una cloaca de contradicciones, crímenes y violaciones de lesa humanidad—, innecesario a todas luces, y continuado por esta refriega “bufa” de misiles iraníes, sólo puede servir de “cortina de humo” para alejar los reflectores de los crímenes dantescos que se han cometido en la Franja de Gaza, llevando a la hambruna, al desplazamiento, a la suma sin precedentes de civiles palestinos asesinados… En una palabra: al Genocidio.

Cuanta razón sensible hay en las palabras de Vallejo, cuando en una parrafada de nobleza y lucidez nos hace ver —en su imprescindible terrenalidad humana— el auténtico valor de la vida.

*Amina Al Hasuni (de origen beduino), quien actualmente se debate entre la vida y la muerte.

raelart@hotmail.com

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