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Opinión

El último lector | El científico rebelde

Por: Rael Salvador

¿Quién fue este rebelde extraordinario? Sí, empecemos por darle un nombre: el tipo se llamaba Freeman Dyson (venido al mundo en Crowthorne, Berkshire, Gran Bretaña, 1923; recién fallecido en febrero de 2020) y fue uno de los contados científicos que aparecía regularmente como articulista en el New York Review of Books y otros medios no especializados de la divulgación científica y literaria. 

El libro que ahora se encuentra en mis manos lleva por título “El científico rebelde” y recoge una treintena de ensayos, reseñas y discursos, reunidos con los encabezados: “Temas candentes de la ciencia contemporánea”, “Guerra y paz, Historia de la Ciencia y de los científicos” y “Ensayos personales y filosóficos”. 

La rebeldía que refiere a Dyson, es la que no se deja engañar por las primeras apariencias. Una de las acentuaciones más relevantes a todo aquello que hincó ojo fue su marcado escepticismo crítico respecto al reduccionismo y al riesgo equívoco, se podría decir a ese continuado intento de “unir la mecánica cuántica y la relatividad general —escribió, con sobrada elegancia— en una única teoría universal, reduciendo la física a una aseada colección de ecuaciones, podría estar condenada al fracaso y la propia existencia de tales ecuaciones podría ser un dogma en sí misma”. 

En “El científico rebelde”, el tema de la religión aparece en la cuarta parte del libro, cuyos capítulos llevan encabezados tan explícitos como “El mundo, el demonio y la carne” o “¿Está Dios en el laboratorio?”. A este respecto, Steven Weinberg declaró: “Las buenas personas harán cosas buenas y las malas harán cosas malas… para que las buenas personas hagan cosas malas, hace falta la religión”. Entonces Dyson, el “buen Dyson” se vio en la necesidad de añadir: “Y para que la gente mala haga cosas buenas hace falta la religión”.

Sorprendente recopilación de artículos, pues en libro de ensayos reúne en la misma pista de páginas a los más excelsos matemáticos, como a los más excelentes payasos de la ciencia.

Los “contraportadistas” —esa especie de “plumas” al servicio de las editoriales que, de ser el caso, hacen una virtud de un puñado de referencias vacías— nos dicen que el físico Freeman Dyson “es conocido además por su extraordinaria inventiva que le ha llevado a postular e impulsar todo tipo de extravagantes y sorprendentes proyectos futuristas, algunos de ellos con los alienígenas en su punto de mira”. 

El primero y más conocido es “La Esfera de Dyson”, descrita por primera vez en un artículo de la revista Science en 1959. 

La Esfera de Dyson sería una estructura gigantesca construida alrededor de una estrella con el fin de aprovechar completamente toda su energía lumínica y térmica. La grandiosidad del proyecto, sólo apto para civilizaciones muy avanzadas, llevó a Freeman Dyson a proponer a los astrónomos rastrear pistas de tales ingenios en el cosmos, lo que daría la prueba definitiva de la existencia de poderosas inteligencia extraterrestre. Hasta la fecha la búsqueda no ha obtenido resultados. Otros proyectos de idéntico y desmesurado aspecto fueron el árbol de Dyson, una hipotética estructura genética artificial capaz de viajar en un cometa, y la Inteligencia Eterna de Dyson, que afirma que una mente alienígena podría sobrevivir un periodo de tiempo infinito consumiendo una cantidad finita de energía”. 

Así es, maravillosas, ficcionales y estrambóticas son las ideas que legó esta fabulosa inteligencia perfectamente terrestre que se llamó Freeman Dyson.

raelart@hotmail.com

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