Espejos. Una historia casi universal” (Siglo XXI editores), del escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano (1940-2015), maestro de los mil y un estilos del lenguaje, nos refleja los pensamientos de su propio libro: “Los espejos están llenos de gente. Los invisibles nos ven. Los olvidados
Padre, tendría mucho que decirle. Pero ya es demasiado tarde, el ocaso es un puerto de partida —y no deseo entretenerle—, por lo que sólo agregaré lo siguiente: “Jamás aprendí de un hombre más que a usted”
Normal en el Reino Unido sepultar a los soldados muertos: “Al ser un país con colonias, tenemos cementerios por todo el mundo”.
En el parto de los sentidos, operado por Sócrates, Platón (el “místico” de espaldas anchas) encuentra la alegoría de la iluminación occidental: escapar de la cueva, salir, ver el Sol, abandonar, nacer… Bufonesco, el filósofo ágrafo (por decisión) solía enfatizar sobre Platón: “Si yo sólo sé que no sé nada, qué sabiduría puede escribir ese necio muchachito de mí”
El poeta Marcos Ana, se preguntaba “¿cómo es el beso de una mujer?”. Él, que había escrito: “Mi pecado es terrible; quise llenar de estrellas el corazón del hombre”
Cada uno de nosotros somos parte de un gran vocabulario que recoge las maravillas de la convivencia y del pensamiento. ¿Cuántos amorosos Sócrates hay desvariando ante nuestros jóvenes distraídos?
¿Quién fue este rebelde extraordinario? Sí, empecemos por darle un nombre: el tipo se llamaba Freeman Dyson, recién fallecido en febrero de 2020, y fue uno de los contados científicos que aparecía regularmente en medios no especializados de la divulgación científica y literaria
El texto de Rael Salvador se leyó en la librería “La Nave de Lulio”, en el marco del Día Internacional del Libro y los Derechos de Autor
Una leyenda judía narra cómo un ángel coloca su dedo sobre la boca del niño momentos antes de nacer. Como el agua del Leteo, dicha caricia es un relámpago que borra al instante la memoria que traemos del Paraíso
Allí, donde los ángeles temen asomar sus alas —caer del cielo—, los poetas como Jim Morrison, Allen Ginsberg, Bob Dylan, Gregory Corso, Michael McClure se lanzan a la ruta del infierno donde cada calada lisérgica y trago de alcohol son una nueva oportunidad de alcanzar y cantar la gloria, todo ello para que las cargas de visiones y revelaciones que la poesía contiene