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Trump, genio o imbécil, es de nuevo el republicano favorito

Por: Jim Cason y David Brooks / La Jornada

Washington y Nueva York., 29 de septiembre.- El ex presidente Donald Trump enfrenta cuatro acusaciones formales, incluyendo dos federales y una estatal por intentos de un golpe de Estado y por arriesgar la seguridad nacional, ya fue declarado culpable de violación sexual en otro tribunal, y un juez determinó que sus negocios fueron construidos sobre fraude, mientras rehúsa subordinarse a las posiciones de su propio partido sobre temas tan delicados como el aborto o políticas económicas internacionales favorecidas por la cúpula conservadora, y a pesar de todo ello, es por ahora el rey del Partido Republicano y está empatado con Joe Biden en las encuestas sobre la elección presidencial de 2024.

Dentro de su propia fuerza política, Trump rechaza participar en los debates públicos entre los precandidatos, se opone a las posiciones conservadoras de prohibir el aborto después de seis semanas de embarazo, y su estilo de vida –incluyendo aventuras extramaritales– está muy lejos de ser un modelo para la derecha cristiana.

Desaire a correligionarios

El miércoles, en lugar de participar en el segundo debate entre sus correligionarios, viajó a Michigan a tratar de ofrecer apoyo a huelguistas automotrices –aunque la dirigencia del sindicato dejó claro que el ex mandatario no era bienvenido, pues no era considerado aliado de los trabajadores.

Si Trump es un imbécil o un genio político es una pregunta constante en este país, tanto en las cúpulas política y económica del país como entre los intelectuales. El biógrafo especializado en celebridades Michael Wolff –quien sigue visitando al ex gobernante en Florida y ha escrito un libro sobre él– fue cuidadoso en sus comentarios sobre este tema en entrevista con The Guardian: «A veces, ciertamente, puede dar la impresión de que es un imbécil. Puede expresarse como si no supiera nada de cualquier cosa, pero, por otro lado, obviamente sabe algo. Tiene instintos agudos. En algún nivel es un genio. Entonces, supongo que uno puede ser un imbécil y un genio».

Otros son más directos. Su primer secretario de Estado, Rex Tillerson, admite que durante la gestión en la Casa Blanca él llamo a su jefe «un imbécil de la chingada», mientras su ex asesor de seguridad nacional H.R. McMaster supuestamente lo calificó de «idiota».

Sin embargo, sin importar los adjetivos sobre su inteligencia, sus instintos políticos colocan a Trump como un líder nacional.

Encuestas recientes indican que si las elecciones primarias se realizaran hoy, Trump sería, y por mucho, coronado candidato presidencial de los republicanos en 2024. Un sondeo de The Wall Street Journal registró esta semana que los votantes califican al magnate de «menos honesto» y «menos ameno» que el presidente Joe Biden, pero que ambos políticos estaban empatados con 46 por ciento en el apoyo de los encuestados. Otros sondeos recientes confirman esta tendencia.

Indescifrable

¿Cómo explicar este fenómeno? «Yo quiero un futuro que protege a los trabajadores estadunidenses, y no a empleados en el extranjero. Un mañana que coloca a los sueños estadunidenses sobre las ganancias en el extranjero y un porvenir que eleva los salarios estadunidenses, y defiende la dignidad de este país», declaró Trump la noche del miércoles en una empresa de autopartes no sindicalizada en un suburbio de Detroit ante una multitud que tenían pancartas que decían «sindicalistas por Trump» y «trabajadores automotrices por Trump». El Detroit News reportó ayer que algunos de los que tenían pancartas con esos lemas admitieron que ni eran sindicalizados ni trabajaban en el sector. Pero las mentiras, engaños y afirmaciones sin sustento, lo cual ha sido parte de la marca Trump durante décadas, parecen no tener gran impacto sobre su apoyo popular.

En su mensaje a obreros y empleados como en el caso de Detroit, Trump aborda el temor entre ese sector sobre los efectos de la globalización, el desplome de ingresos y de promotores «liberales» de vehículos eléctricos y otras propuestas de una economía «verde».

Al concluir su discurso el miércoles, declaró que en el escenario demócrata actual, «no hay tal cosa como una transición justa a la forma de vida de ustedes. Es una transición al infierno, una transición al desempleo, a la inflación».

Aunque fue presidente durante cuatro años, y siempre ha sido integrante de una parte de la élite política y económica, sigue logrando proyectarse como un insurgente contra el statu quo.

Una encuesta de la Universidad de Monmouth publicada esta semana registra que una mayoría de los votantes perciben al ex presidente como un “outsider político”. A la vez, según esta y múltiples encuestas recientes, su nivel de apoyo se mantiene sólido a pesar de las acusaciones criminales, documentos legales que comprueban que ha engañado sobre su riqueza –de hecho, un juez en Nueva York determinó que cometió fraude al inflar por miles de millones sus declaraciones de valor de sus bienes para asegurar préstamos y otros beneficios, algo que podría llevar a que pierda control sobre algunas de sus propiedades icónicas, incluyendo su torre en la Quinta Avenida y otro edificio en Wall Street.

Pero ni demandas penales y civiles ni denuncias de figuras políticas y comentaristas en los medios han erosionando el apoyo del que goza.

El defensor contra la izquierda radical

De hecho, su estrategia es usar los procesos y críticas en su contra para proyectarse como un tipo insurgente bajo ataque por el “establishment”, al cual acusa de promover una «cacería de brujas» usando a los tribunales, el Departamento de Justicia y hasta parte del aparato de inteligencia para perseguirlo y tratar de anular su candidatura porque le tienen miedo, incluso que es un mártir, ya que está dispuesto a perder todo e ir a la cárcel por defender al país de la izquierda radical y actuar a nombre de los patriotas reales.

Por ahora, esa ficción tiene suficiente éxito en la realidad política como para poner a esta nación en peligro, otra vez.

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