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Región

El bullicio de la vendimia en Tepito viró a música sinfónica con la OFCM

Por: Juan José Olivares/ La Jornada

Ciudad de México, 12 de noviembre. La avenida Circunvalación, a la altura de la colonia Morelos, en la alcaldía Venustiano Carranza, mutó en sala de conciertos de música clásica.

No fue un acto de magia. Bueno, en este caso, 90 ejecutantes de música sinfónica, con su interpretación de obras clásicas del repertorio mexicano, transformaron el espacio público en un recinto donde se ofrendó un bello racimo sonoro a personas que difícilmente asistirían a una sala de conciertos.

Por la calle no se escuchó la común estridencia de la vendimia, ni el ir y venir de cientos de humanos con rumbo desconocido.

La tarde noche del sábado, lo que predominó por alrededor de una hora y media fueron las notas y los silencios de piezas como Huapango, de José Pablo Moncayo, entre otras.

Los responsables de crear este mundo de ilusión musical en el emblemático barrio de Tepito fueron los más de 90 músicos de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), que tras su temporada de presentaciones a ras de piso, en la calle, ya tienen el título de ser una de las que más han tocado al aire libre.

Ahora, el combo, bajo la batuta huésped del maestro Eduardo Álvarez, fue el encargado de recolectar esa energía intangible llamada música para ofrecerla gratuitamente y corroborar la teoría de que ésta, en cualquier presentación, siempre será bien recibida con el corazón.

El acto policromático y con sabor a banqueta tuvo como propósito acercar la música clásica a todo público y garantizar a la ciudadanía el acceso a la cultura, como dijo el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres.

Es parte de los objetivos fundamentales de la OFCM desde su fundación, hace 45 años: acercar la gran música a todas las alcaldías de nuestra capital.

Oír algo más que reguetón

Doña Refugio, dama de edad madura, que llegó ataviada con su mandil y suéter de Chiconcuac, señaló a La Jornada que invitó a su comadre, doña Lucha, quien cerró temprano su puesto para ver de qué se trataba este concierto. Al final, su sonrisa dijo todo.

Pero también llegaron familias completas con niños y adultos mayores que asistían a lo desconocido, porque muchos miembros de éstas nunca habían presenciado concierto alguno, y éste les resultó impresionante.

Preparados con botanas de papas fritas, frituras y chescos, por si da el bajón, indicó Julio, joven que, con ojo rojo pachecón, trajo a sus cuates para oír algo más que su reguetón.

Tráete las garnachas, se escuchó en otro extremo de la calle-sala de conciertos. En tanto, personas de toda edad buscaban el mejor lugar para apreciar algo que para muchos fue una revelación: presenciar a un combo de música culta, aunque, hay que decirlo, la OFCM es una de las que más repertorio nacional de todo signo interpreta.

Los músicos de academia viraron sus cuadernos pautados hacia donde rompe y rasga e hicieron de la avenida Circunvalación (entre Tapicería y Labradores), frente al parque recreativo Francisco I. Madero, alcaldía Venustiano Carranza, una gran sala de conciertos en la que la banda de Tepis apreció un programa que incluyó obras como Sones de mariachi, de Blas Galindo; el vals Sobre las olas, de Juventino Rosas; un popurrí de mambos de Dámaso Pérez Prado y Eugenio Toussaint; Dios nunca muere, de Macedonio Alcalá; Danzón no. 2, de Arturo Márquez; Huapango, de José Pablo Moncayo, y El sinaloense, de Severiano Briseño.

Una de las piezas más aplaudidas fue Sobre las olas, la que bailé en mi fiesta de XV años, hija, comentó Karen, de unos 35 años que degustó la cena acústica acompañada por su familia.

Tocamos a Mozart, pero nos parece importante interpretar también la música mexicana, la más representativa, como El sinaloense, dijo ante el micrófono el director huésped de la orquesta, Eduardo Álvarez.

Tras el comentario sonó la pieza que la gente siguió con las palmas y el ambiente se tornó festivo.

Álvarez –con más de 40 años de carrera musical, 23 de los cuales estuvo al frente de la Filarmónica de Acapulco–, comentó previamente que el programa estuvo diseñado específicamente para que el público, lo escuche en un ambiente mucho más tranquilo, más relajado y sin esa tensión de una sala de conciertos, más aún, si se trata de un barrio tan emblemático como es Tepito, aseguró el batuta, quien recordó que los músicos tenemos esa misión y esa responsabilidad, no sólo de tocar en las grandes salas, como la Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli, la de Bellas Artes o la sala Nezahualcóyotl, sino llegar a lugares donde no se tiene un teatro, pero sí inquietud por escuchar música.

Mucho mambo y baile

Anunció la obra siguiente, Danzón no. 2, de Arturo Márquez, que el respetable sintió naturalmente suya, pese a no haberla escuchado antes. También se interpretó “el segundo himno nacional mexicano: Huapango de Moncayo”, refirió el director, y el aplauso fue con tal estruendo que retumbó hasta el Metro elevado que pasa por avenida Congreso de la Unión.

Vino luego un popurrí del Cara de Foca, Dámaso Pérez Prado, y la gente se animó a limpiar el piso con sus pasos de mambo.

La agrupación hizo caso al coro de otra, otra, y continuó con un popurrí de más mambo para que más personas se animaran a dejar sus asientos y lanzarse a bailar. Culminaron con la pieza de Macedonio Alcalá, Dios nunca muereque se elevó como la fe en seguir degustando de alta cultura de forma gratuita.

Y así, dotados de una nueva experiencia, los habitantes de la Morelos o la 20 de Noviembre y colonias circundantes se fueron a sus casas, dispersándose entre los cláxones, con una sonrisa en los rostros, como cuando nos ofrecen algo gratis pero que nos es muy útil.

Además de Tepito, la OFCM se presentará durante el primer semestre de 2024 en Cuautepec, en la alcaldía Gustavo A. Madero, y en la sierra de Santa Catarina, en Iztapalapa.

El encuentro contó también con la presencia de la secretaria de Cultura local, Claudia Curiel de Icaza, y el director operativo de la OFCM, José María Serralde, así como de la alcaldesa de Venustiano Carranza, Evelyn Parra Álvarez.

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