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Región

Demanda la nación cherokee una curul en el Congreso de EU

Por: Jim Cason y David Brooks / La Jornada

Washington y Nueva York, 18 de julio.- Cuando Chuck Hoskin Jr fue electo jefe principal de la Nación Cherokee, se convirtió en el mandatario de un pueblo de 450 mil ciudadanos con una economía de 3 mil millones de dólares, y un territorio soberano de más de 28 mil 968 kilómetros cuadrados en el oriente del estado de Oklahoma, y como uno de sus primeros actos en el puesto, nombró a un delegado para representar esa nación en el Congreso de Estados Unidos.

Cuatro años después, ese representante, garantizado para los cherokee por un tratado firmado en 1835 con el gobierno federal, aún espera sentarse en el Capitolio.

La de ese delegado es parte integral de una historia larga y dura de los cherokee. El cuento de origen de este pueblo indígena dice que primero habitaban una isla con actividad volcánica al sur de lo que ahora es Estados Unidos, y obligados a dejarla viajaron en 14 contingentes de canoas para llegar a la costa sureste estadunidense. Para 1540, cuando el español Hernando de Soto ingresó a esas tierras, la nación Cherokee incluía gran parte de lo que ahora son los estados de West Virginia, Kentucky, Virginia, Carolina del Norte, Tenesí, Carolina del Sur, Georgia y Alabama.

A lo largo de tres siglos, los colonos europeos reprimieron brutalmente y desplazaron a los cherokee, y en 1835 unas 7 mil tropas estadunidenses los expulsaron en una última marcha de éxodo llamado “el sendero de lágrimas”, donde de los 16 mil que iniciaron la caminata, 4 mil perecieron en el camino a lo que fue llamado “territorio indígena”, en lo que ahora es Oklahoma. Para justificar esta medida, el gobierno estadunidense firmó el Tratado de New Echota, de 1835, con un grupo cherokee, y el acuerdo fue ratificado por el Senado.

“El tratado contiene un texto muy sencillo”, explicó el Jefe Principal Hoskin en entrevista con La Jornada. Dice que la nación Cherokee “tiene el derecho a un delegado en la Cámara de Representantes de Estados Unidos cuando el Congreso haga la provisión para eso mismo”. Hoskin señala que cuando los cherokee llegaron a lo que ahora es su tierra, lucharon para recuperarse del éxodo forzado e incluso perdieron contacto con algunos que decidieron viajar hacia México en lugar de permanecer en Oklahoma.

Un asunto de justicia

Hoy día, los cherokee son el pueblo indígena más grande de Estados Unidos, con presencia empresarial en los 50 estados de la Unión y más de 20 países del mundo, y su gobierno autónomo cuenta con 14 mil empleados. “Me pareció que era un buen momento para afirmar ese derecho” a la representación en el Congreso, afirma Hoskin. “Los cherokee habían mandatado a sus líderes a tomar esta acción dentro de nuestra Constitución. No es sólo una medida de tener un representante en el Congreso, también es un asunto de justicia, ya que el tratado es parte de un documento que ha sido fuente de mucho dolor para nuestro pueblo”.

La delegada Teehee, sin oficina en la cámara baja

Hoskin señaló que aunque no hay una resistencia explícita a la demanda en el Congreso, reconoce que han pasado cuatro años y la delegada Kimberly Teehee que nombró, aún no le ha sido otorgado el derecho de participar en la cámara baja ni tiene una oficina o personal. Eso, a pesar de que el Comité de Reglas de la cámara confirmó que el tratado es válido y vigente. Hoskins afirma que los cherokee continuarán insistiendo en sus derechos bajo el tratado.

Y continuarán construyendo su nación. En reciente visita a la Nación Cherokee de La Jornada, era evidente un territorio extenso con una infraestructura gubernamental desarrollada. “Estamos más fuertes que en cualquier otro momento después del éxodo”, enfatiza Hoskin. Unos 141 mil cherokee viven en el territorio en Oklahoma bajo su gobierno autónomo, y Hoskins reconoce que enfrentan “desafíos difíciles”, desde pobreza, hasta falta de oportunidades de educación y adicciones. Sin embargo, afirma con orgullo que gozan del mejor y más grande sistema de salud de todas las más de 500 tribus en Estados Unidos, y un gobierno eficiente, más actividad empresarial en fábricas, escuelas, construcción, universidad y casinos.

Hoskin comentó que “durante ciertos periodos, cuando Estados Unidos se ha quitado del camino, nosotros hemos prosperado”. La Jornada le indicó que algunos han expresado ese mismo sentimiento en América Latina, ante lo cual rió, diciendo que lo entendía.

Su abuelo, contó, “pasó gran parte de su vida en un mundo en el cual los cherokee estaban tan suprimidos, donde se suponía que seríamos relegados a la historia. Hoy lo opuesto es cierto, y estoy muy orgulloso de eso”.

El Museo Nacional de Historia Cherokee, en la capital indígena Tahlequa, ofrece la historia de esta nación, y también una exhibición especial sobre los esclavos afroestadunidenses que tenían algunos de los cherokee (no todos apoyaban la esclavitud) y su lucha para no sólo ser liberados, sino reconocidos como miembros de la nación indígena. Es una historia compleja y poco conocida. Hoskin y la directora del museo enfatizan que es parte de un esfuerzo de revelar toda la historia de este pueblo y las luchas por la igualdad.

A corta distancia, hay otro museo en lo que fue la casa del gran inventor, historiador, artista y lingüista cherokee, Sequoyah. Nacido en Carolina del Norte, el intelectual estaba convencido de que el idioma escrito era fuente de poder, como en el caso de los blancos, y a partir de 1809 empezó a elaborar la versión escrita del idioma cherokee. Para 1821 había creado un sistema de 87 símbolos de un tipo de silabario del hasta entonces idioma oral. Ese idioma –oral y escrito– se sigue enseñando a estudiantes cherokee, empleado en anuncios oficiales bilingües y en el primer periódico publicado por indígenas, el Cherokee Phoenix, que fue fundado en 1828, y que es bilingüe hasta hoy (https://www.cherokeephoenix.org/).

A finales de su vida, después del éxodo forzado de su pueblo, Sequoyah viajó hacia México con el propósito de convencer a los cherokee que se fueron a ese país a regresar a Oklahoma. Sin embargo, murió en ese viaje cerca de un pueblo llamado San Fernando. La Nación Cherokee de México, localizada en Zaragoza, Coahuila, es reconocida por ese gobierno estatal, pero pocos en su nación en Oklahoma saben mucho de ellos. Hoskin comentó que “no hay un vínculo oficial con grupos en México que dicen ser descendientes de cherokee, pero no estamos en contra de eso. No se ha presentado el tema”.

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