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Opinión

Misael, sus asesinos y su lucha

Por: Luis Hernádez Navarro

Un año más transcurrió en el calendario de la ignominia. Ya son 43. Y la justicia sigue muy lejos. Tres sicarios a sueldo, contratados por Clemente Villegas Villegas, asesinaron a balazos al profesor Misael Núñez Acosta al salir de una asamblea en su escuela en La Loma, Tulpetlac, estado de México, el 30 de enero de 1981. De seguir vivos, los criminales están libres.

Clemente era un pistolero al servicio del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), dirigido por Carlos Jonguitud Barrios, Ramón Martínez Martín y Elba Esther Gordillo. Fue secretario particular de Martínez Martín cuando éste dirigía a los maestros de educación básica del Distrito Federal y, más adelante, fue su asistente al frente de la gremial. No se mandaba solo. Ahí trabajaba cuando pactó con los matones ultimar a Misael.

Nacido en Calnali, Hidalgo, el 15 de abril de 1949, Villegas estudió, al igual que Núñez Acosta (quien se recibió en Tenería), en la Escuela Normal Rural Luis Villarreal, en El Mexe. Allí formó parte de una violenta asociación conocida como Los Cuchilleros.

Entró a la normal superior, donde cam bió la navaja por las armas de fuego y li deró el grupo de porros Estudiantes Unidos por la Dignificación de la Escuela Normal Superior de México. No se andaba por las ramas. Según recuerda el profesor Teodoro Palomino, allí, en plena lucha por la democratización de la institución, “me sacó una pistola y me amenazó”.

Los asesinos materiales de Misael fueron Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña. Cumplido el “encargo” se fugaron a Puerto Ángel, Oaxaca, a bordo del LeBaron negro, robado para perpetrar el crimen. Dos semanas después, regresaron al valle de México y pintaron el auto de beige.

El 29 de junio de 1981, dos de los homicidas fueron arrestados en la carretera San Luis Potosí-Matehuala, tierra del cacique sindical Jonguitud Barrios. Admitieron haber ultimado a Misael por encargo de Villegas. Y añadieron que buscaban a su contratista para quebrárselo porque sólo les pagó 92 mil de los 300 mil pesos que les ofreció por el “trabajo”.

Los tres asesinos materiales, detenidos en los penales de Tlalnepantla y Texcoco, fueron sentenciados a 30 años de cárcel.

Al comenzar 1982, fueron trasladados a la prisión de Nezahualcóyotl, de la que, sin problema, se fugaron. Al finalizar el año, fueron recapturados y enviados al penal de Texcoco. No por mucho tiempo. Ayudados agentes judiciales del estado de México se escaparon el 30 de abril de 1983.

A Clemente nunca lo agarraron. Se escondió en Monterrey, desde donde telefoneaba a su madre, sin que le pasara nada.

Años después, Movimiento Ciudadano lo postuló para ser alcalde de su pueblo natal. A los asesinos intelectuales no los tocaron ni con el pétalo de una coma.

Las investigaciones dejaron fuera las comparecencias de Jonguitud; de Ramón Martínez y del ex secretario de la sección 36 Leonardo González Valera. El 4 de enero de 1983 fue detenido por la Policía Judicial de Nezahualcóyotl el profesor Serafín Pedraza Ortega, enlace entre Villegas y los homicidas materiales de Núñez Acosta. Años después, resultó infructuoso el intento de que Elba Esther Gordillo rindiera cuentas en la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado.

A finales de los 70, amplias zonas de Ecatepec carecían de servicios. No había agua, ni pavimento, ni electricidad, ni drenaje. Antes de vincularse activamente a la lucha magisterial (durante años Misael desconfiaba en la congruencia docente), el director de la escuela Héroes de Churubusco se convirtió en un extraordinario dirigente popular. Organizó de manera independiente a los vecinos para abrir zanjas y meter drenaje y agua potable, después de gestionarla en Ecatepec o en Toluca, y le dio vida a la Coalición de Colonias Unidas de Tulpetlac.

Dotado de enorme prestigio, orquestó la solidaridad con la lucha obrera de la zona. Aliado a la Unidad Obrera Independiente (UOI), convirtió su escuela en centro organizador de la insurgencia sindical. Incansable, llevaba alimentos y cantaba en las guardias de las huelgas, organizaba círculos de estudio y asesoraba protestas.

La relación de Misael y la UOI se estableció inicialmente en la lucha de Babckok and Wilcox y la Laminadora Schmall. Su presencia fue constante en la toma de fábricas organizadas por esta organización a partir del 1º de enero de 1979 en Acero Solar, en Tlalnepantla; en la Laminadora Kreimerman; en Quimex; en Mexicana de Autobuses, y que continuó en la fábrica de implementos petroleros, al pie del Cerro del Chiquihuite durante 57 días. Allí, los colonos, convocados por Núñez llevaron lavaderos y anafres para apoyar el movimiento. Fue muy relevante en este acercamiento su participación en los cursos de marxismo impartidos por el profesor Ramón Couoh en las escuelas de la UOI en Tlalnepantla, Naucalpan y Coyotepec.

Los padres de familia lo reconocieron por ser un gran maestro. Junto a otros docentes (muchos normalistas rurales) fundó escuelas para adultos e impulsó un vigoroso movimiento de educación popular en el valle de México.

De acuerdo con el profesor Couoh, a partir de febrero de 1980, Misael “se mete de lleno a la lucha de la CNTE. Tenía mucho prestigio. Fue artífice en la construcción del Consejo Regional del Norte del Valle de México (Ecatepec). Él ejemplifica el orgullo de ser maestro consciente que debe ganarse el respeto en el pueblo”.

Teodoro Palomino recuerda su participación, al lado de Núñez Acosta, en varias brigadas a comienzos del movimiento. Además de su “compromiso y la brillantez de su pensamiento, Misael generaba respeto y confianza. Zonas como Coacalco y Cuautitlán se abrieron para el movimiento gracias a él. Tenía el reconocimiento de los profesores. Cuando él se integra, el movimiento crece donde antes era difícil entrar. Acosta se convierte en uno de los principales dirigentes”.

Hace 43 años, Misael Núñez Acosta fue arteramente asesinado. La impunidad por este crimen continúa.

Twitter: @lhan55

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