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Opinión

México SA | Peña Nieto, sólo uno de tantos

Por: Carlos Fernández-Vega

¿Qué fue de los integrantes de aquel “nuevo PRI” que tanto se cacareó en la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto y en el ejercicio mismo del cargo en Los Pinos? Pocos están en la cárcel, tienen abierto proceso judicial o son prófugos de la justicia, y el centro de las acusaciones en su contra es la corrupción y el latrocinio.

Pero el “nuevo” es igual al “viejo” PRI –en asociación con el PAN–, por lo que a la investigación contra Peña Nieto deben seguir otras (de hecho se han tardado) que cuando menos incluyan a Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón (Miguel de la Madrid murió, pero quedan sus cachorros), más sus respectivas pandillas (en las que también sobresalen “distinguidos” empresarios), todas saqueadoras de la nación.

El presidente López Obrador ha reiterado que “desde que tomé posesión fijé mi postura: sólo si el pueblo lo pide en una consulta, se abre investigación, me refiero al Ejecutivo, a un ex presidente, porque no es ese el propósito, no queremos quedarnos empantanados en el escándalo, no. Nos importa, en serio, acabar con la corrupción, no el circo, no el espectáculo. Y la impunidad, claro, no proteger a nadie, a nadie. Si hay elementos yo no le voy a decir a Pablo, porque él es una gente honorable, honesto, ni él me va a mí a decir que no hagamos algo para proteger a un político, inclusive a un compañero o a un familiar, no. Nosotros venimos de un proceso de lucha y lo que queremos es limpiar de corrupción al país, que no haya corrupción y que no haya impunidad para nadie”.

Tampoco “le voy a decir al fiscal: oiga, no vaya a iniciar proceso en contra de esta persona. Cuando yo le diga eso al fiscal ya no tengo autoridad. Ya el que tendría, si no más autoridad, más dominio en el gobierno sería el fiscal. Que así pasaba, porque el subalterno le hacía una propuesta indecorosa al de arriba y ya se volvía cómplice si se aceptaba esa propuesta, y ya con eso el que mandaba o el que tenía el poder era el servidor público dependiente del presidente o de una autoridad más elevada. No”.

Bien, pero no era necesaria una consulta popular para enjuiciar a ex presidentes, porque los delitos ahí están, son monumentales, documentables y punibles, porque el atraco a la nación ha sido de proporciones bestiales, dado que los delincuentes de cuello blanco –políticos y “hombres de negocios”– no tienen llenadera. Pero resulta que el aparato de “procuración de justicia”, amén de selectivo, es más lento que el progreso y como muestra destaca la presencia de la tortuga Gertz Manero, que no ha podido siquiera con el caso Lozoya.

El saqueo cometido por los gobiernos neoliberales alcanzó niveles dignos de prisión perpetua. Sus integrantes metieron la mano en todos los rincones, permanentemente y a lo largo de casi cuatro décadas, pero son muy pocos los que han terminado en chirona –menos se han recuperado los bienes robados–, de tal suerte que sin una Fiscalía actuante y con voluntad para procesar a los culpables, difícilmente se avanzará en la urgente limpieza de la vida política nacional y su ramificación en el mundo empresarial.

Con todo, el presidente López Obrador sostiene que “no podríamos salir adelante si no desterramos la corrupción, ese era el principal problema de México. Y reto, respetuosa, amistosa, cariñosamente, a los expertos a que me digan si hay algo que haya dañado más a México que la corrupción. Nada, nada ha dañado más al país que la deshonestidad de los gobernantes. Eso es lo que dio al traste con todo, esa es la causa principal de la desigualdad económica, de la desigualdad social, de la violencia y de otros males. Entonces, por eso tenemos todos que participar para desterrar de México la corrupción”.

Al mismo tiempo, “no vamos a estar persiguiendo a nadie, y si el fiscal o la institución, en este caso la FGR, con elementos, con pruebas, se integra un expediente que demuestra de que hay hechos ilícitos, pues se tiene que consignar a un juez y abrirse el proceso, eso es sencillo y lo podemos lograr sin ningún problema”.

Cierto es que la de López Obrador es una posición clara, que ha reiterado desde su llegada a Palacio Nacional, pero el hecho concreto es que la mayoría de los corruptos, de los saqueadores de la nación, se mantiene impune.

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