Opinión

Inflación: temores y realidades

Por: La Jornada

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que en noviembre el aumento de precios al consumidor (es decir, la inflación) alcanzó 7.37 por ciento anual, nivel no visto desde enero de 2001. Si se considera la variación mensual, el incremento de 1.14 por ciento entre noviembre y octubre supone el registro más alto desde 1998, lo que ha desatado temores de que México se encamine a una mayor carestía e incluso a un escenario de hiperinflación como el que padeció en la década de 1980.

En estos momentos, tal perspectiva se funda más en el ánimo sensacionalista de algunos medios y actores políticos que en la realidad de la nación o en la naturaleza del fenómeno inflacionario en curso. En este sentido, Nigel Chalk, director interino del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional (FMI), explicó en octubre que la escalada en el costo de bienes y servicios responde a factores internos, pero también “es inflación importada de Estados Unidos”, y consideró que “las expectativas de inflación están muy bien ancladas” en nuestro país. En efecto, la vecina nación del norte enfrenta un incremento de precios que no veía en más de 30 años, la cual se transmite a México debido a la profunda e intensa interconexión económica existente entre los dos socios comerciales.

La incesante inflación en Estados Unidos tiene su origen principal en las decisiones fiscales y monetarias tomadas por el ex presidente Donald Trump antes y durante la pandemia de Covid-19. Debe recordarse que el magnate decidió enfrentar la crisis económica derivada de la contingencia sanitaria mediante un colosal programa de estímulos que inyectó 2.9 billones (millones de millones) de dólares a los hogares y las empresas estadunidenses, pero como antes había implementado el mayor recorte de impuestos a los ricos en casi cuatro décadas, todos los recursos entregados provenían del endeudamiento y la impresión de billetes, al grado de que en un solo año la masa monetaria (cantidad de dinero físico en circulación) aumentó 24 por ciento. Este incremento del dinero circulante, sin un respaldo en el volumen de la economía, llevó a la devaluación del dólar y al consiguiente incremento de los precios.

Más allá de los factores procedentes de la superpotencia, la inflación actual es un fenómeno global que ya ha sido tema de discusión de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), cuyos 38 miembros registran un alza interanual, en promedio, de 5.2 por ciento; del FMI, el Banco Mundial (BM) y de los grupos de las 20 y las siete naciones con las mayores economías del mundo. En este caso, el aumento de precios se atribuye a la escasez de todo tipo de artículos, y en particular de circuitos ( chips), causada por las alteraciones en las cadenas globales de suministro debidas a la pandemia.

Sin minimizar el impacto de las alzas de precios para los hogares mexicanos, especialmente sensibles en lo que respecta a los productos alimenticios básicos, debe remarcarse que no se trata de un problema principalmente nacional, sino mundial; se debe, por ello, rechazar cualquier tentación de achacar la inflación a los esfuerzos de recuperación del poder adquisitivo de los salarios. Asimismo, cabe llamar a la ciudadanía a no caer en conductas de pánico, pues hasta ahora no hay razones para temer un descontrol alcista ni un trastorno inflacionario crónico.

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