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Opinión

El último lector | Palestina: cárcel al aire libre

Por: Rael Salvador

En una conversación con el escritor y periodista John Gerassi*, llevada a cabo en el año de 1973 —del pasado siglo—, el filósofo francés Jean-Paul Sartre, viejo lobo existencialista —de tradición heideggeriana y corte freudomarxista—, no sólo alcanzó a visualizar el cruento avance del conflicto palestino-israelí, sino que fue muy consciente de la imposible convivencia entre los habitantes palestinos, naturales de esa tierra, y los cada vez más voraces colonizadores del Estado sionista, nombrado Israel.

No es que la visión de Sartre venga, 50 años después, a relumbrar algo que ya se intuía desde época temprana: el fracaso de todo orden político, incapaz de mediar ante la refriega criminal israelita de las últimas décadas —concentrada en los recientes días (49, hasta este jueves)—, muy atinadamente descrita por el hoy secretario general de la ONU, António Guterres, cuando afirma ante el Consejo de Seguridad que “los ataques de Hamás no han salido de la nada. Los palestinos viven una ocupación sofocante desde hace 56 años, su tierra ha sido devorada poco a poco por asentamientos, y sus esperanzas de una solución política se han desvanecido, pero sus reivindicaciones no pueden justificar los ataques de Hamás ni el castigo colectivo a la población (…) quienes han visto su tierra fuertemente devorada por asentamientos y con una plaga de violencia”.

Palabras duras, como puñetazos a un cadáver que aún despide su fuerte olor en una triste y criminal cárcel al aire libre.

Hay que precisar que Palestina era parte del Imperio Otomano y, entre 1881 y 1903, la inmigración judía-europea, datada en cerca de 25 mil personas, se trasladó a dicho territorio, estableciéndose con musulmanes y cristianos en una convivencia, si no del todo fraternal, sí sana y, ¿por qué no?, hasta fructífera.

De esos arribos masivos a finales y principios de las centurias pasadas, ante la delegación otomana a los ingleses y la posterior resolución de la ONU —al establecer el Estado judío en el año de 1948—, se da pie a la rapacidad ya vista el periodo entre guerras y que se agudizó al final de la Segunda Guerra Mundial, justificándose con el Holocausto y el temor que desplegó la devoradora lumbre histórica donde indiscriminadamente los nazis asesinaros a más de 6 millones de judíos…

Cifra que contrasta ante los 7 millones de palestinos que en este momento se encuentran en el exilio forzado, contabilizando en los últimos días de noviembre las 13 mil 400 muertes de civiles en la Franja de Gaza, bajo los encarnizados bombardeos israelí, entre los que da pena humana enumerar 5 mil 500 niños asesinados (más de 115 por día, informa Unicef, sin contar los mil 200 que siguen bajo los escombros) en esa absurda lluvia de fuego que quisiera verse divina a partir del odio… así se lleve el intercambio de presos por secuestrados, donde ya no existe la posibilidad de un “Happy End.

Siempre se ha hablado que la solución al conflicto territorial se encuentra en la repartición de dos Estados: el Palestino y el judío (que no sionista, como el que impera en Israel, con el membrete colgado, ya todo un estigma, de “Terrorismo de Estado”).

Cuando el astuto Gerassi cuestiona a Sartre sobre el asunto lo hace siguiendo una línea ya descrita en algunos artículos de época escritos por el francés —“Israel, la izquierda y los árabes”, por citar alguno—, pero sobretodo en “Reflexiones sobre la cuestión judía”, donde el viejo zorro activista sabe bien de lo que habla y describe.

Interroga el periodista: “¿De modo que prevé usted que la situación continuará tal y como está ahora para siempre [intentando superar la crisis de la Guerra de los Seis Días, llevada a cabo en junio de 1967], con bombas y tanques israelíes contra terroristas palestinos? ¿Hay que renunciar no sólo a un estado democrático, sino a la esperanza de que existan dos estados iguales?

Sartre responde: “Me temo que sí. Tal vez dentro de 50 años, después de otra guerra…”.

La conversación continúa en la insufrible variación sobre un mismo tema, como si esos 50 años que nos separan de la entrevista no hubieran acontecido (mayo de 1973 a noviembre de 2023), porque aún seguimos ahogados en las vísceras humeantes de un conflicto negado a la resolución política y cada vez más alejado de la razón humana.

*“John Gerassi. Conversaciones con Sartre”. Sexto piso, 2012.

raelart@hotmail.com

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