El último lector | El olor del balón repleto de color* / Rael Salvador
A Camus le gustaba decir que el fútbol fue “una especie de escuela de la vida y de una moral aprendida de manera espontánea”. Y agregaba, portera como san Pedro, que muy pronto aprendió que el balón no siempre viene por donde se le espera, determinando que eso le ayudó mucho en la existencia, “sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre recta”.
Quizá, en su manera de observar la existencia, sea esa una de sus más justas reflexiones a partir de este “deporte popular”, que permite a 22 jugadores –once contra once– “soñar con hacer la mejor jugada”.
Pero a veces me da por pensar que la “gran jugada” la hace Dios, el dueño del balón –pletórico de olor y color y dolor– y se lleva a un jugador, a dos jugadores, a tres… como hoy en la pandemia, y nos deja los equipos incompletos.
“El sentido de la vida, el sentido de las cosas, el objeto de la filosofía es lo que nos puede ayudar a comprender por qué los hombres (y las mujeres, por supuesto) actuamos como lo hacemos”, escribe el Dr. Víctor Alejandro Espinoza Valle, atendiendo el eco de la resonancia didáctica de Luis Villoro, quien fue, como Camus, un enamorado de la verdad y la belleza.
Y con estas líneas –que no separan nada, como las “líneas” que separa países– celebro los 40 escritos concentrados en “El olor del balón” (Editorial Eón, 2021), páginas de bienvenida, cúmulo de artículos periodísticos, cifrados como crónicas y relatos –publicados en los periódicos Frontera, La Crónica de Baja California y otros medios electrónicos–, y que, en su saturado “color” de referencias y datos, lo humano participa como familia de la palabra.
Leyendo al Dr. Víctor Alejandro Espinoza, los caminos pasan por la nostalgia geográfica y nos llevan por senderos donde el alma es añoranza; escritos que participan en un compromiso que entiendo en las palabras precisas del “Gabo” (Gabriel García Márquez): “La vida no es lo que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”.
En su vida de pensador comprometido, Albert Camus procuró la claridad de un periodismo que le permitiera abordar ideas a favor de la clase social más desprotegida de su tiempo, esa donde se asentaban obreros, artesanos e inmigrantes que, con escolaridad mínima, pero preocupados por el saber, hacían de la lectura del diario una oración matinal.
Al parecer, “El olor del balón” también procura y resguarda esa intención.
Mas, ¿en qué consiste esa magia en su práctica periodística? ¿Cómo se las arreglan estos preciosistas de la prosa para ser precisos en sus premisas? ¿Hay que sacrificar, la más de las veces, el “color literario” –en el medio periodístico– por la deontología de la conmoción, esa ética de la filosofía que valora en su entraña lo moral y lo laboral?
Si un país vale por su prensa, la lección del periodismo de “color” se convierte en un llamado para aquellos que, desde la comodidad en línea, taza de café al mando (calígulas de las redes sociales), sueltan sublimes topos escriturales –en la desmesura de la antihigiene mental y en la propalación irreparable de lo indebido– que se convierten en vivo ejemplo de todo lo contrario de lo que pedía el autor de “La caída” y que , en su límpida narración, nos recuerda el periodista que hay en “El olor del balón”.
Sumergirme en esta memoria de papel, mar de microhistorias, campo de juego y conservación, acción y retentiva del Dr. Víctor Alejandro Espinoza Valle, me hace observar una característica común, una constante beneficiaria: escritores memorables han sido estupendos columnistas, algunos de ellos grandes articulistas: Marx, José Martí, Trotski, Hemingway, Jean-Paul Sartre, Rodolfo Walsh, Capote, José Saramago o el mismo Camus.
Así, en la calidez del “periodismo con alma”, anteponemos lo verosímil al horror de la “verdad oficial” y sus absolutos, conjugando la gran narrativa en el amplio espectro de su belleza, de tal manera si el periodismo pasa, la literatura quede.
raelart@hotmail.com
*Texto leído en la presentación del libro “EL OLOR DEL BALÓN”, del Dr. Víctor Alejandro Espinoza Valle –Salón Casino del Riviera, miércoles 10 de noviembre–. Comentarios a cargo de su autor, la periodista Olga Aragón y el escritor Rael Salvador. Organización y conducción: Horacio González Moncada, presidente del Seminario de Historia de Baja California / A los 4 Vientos.