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Opinión

Calentamiento cárnico / II

Por: Horacio de la Cueva | Musa Verde

En la entrega anterior (Calentamiento cárnico / I) empecé a discutir de las consecuencias en el cambio climático por el consumo de cárnicos, concluyo hablando de la historia de estos alimentos, sus consecuencias y sus alternativas.

Nos debe preocupar el consumo de estos productos cárnicos no sólo por sus contribuciones de metano a la atmósfera, también por otras formas indirectas de contribución al cambio climático a través de su impacto en los ambientes en todo el planeta. Planeta que han invadido con nuestra ayuda. Todos estos animales acompañaron a los conquistadores europeos en su expansión mundial. Todos tienen las características de los animales invasores en un ecosistema para poder sobrevivir en nuevos ambientes. Sus dietas son amplias y se reproducen regularmente, desplazando a la fauna nativa caracterizada por sus dietas especializadas. Además, los depredadores y parásitos locales no los reconocen como presas. Su efecto como especies invasoras ha causado desastres ambientales. La desertificación del valle del Mezquital en el estado de Hidalgo se debe a una “plaga de ovejas”, como lo documenta el libro del mismo nombre de Elinor G K Melville, publicado por el Fondo de Cultura Económica.

¿De dónde vienen estos animales? ¿Cuál es su contribución directa al cambio climático mediante su modificación del medio ambiente? ¿Qué efectos tiene sobre la economía mundial que siempre desfavorece a las clases de menores ingresos?

En orden de importancia de la contribución de gases de efecto invernadero este es el origen de estas especies. La domesticación del ganado vacuno empezó en Paquistán y Turquía hace 10.000 años. Esta especie contribuye con 1.64 gigatoneladas (GT) equivalentes de CO2 al año (una gigatonelada son mil millones de toneladas). El pollo se domesticó hace 3.000 años en China, contribuyendo con el equivalente a 0.06 GT al año. Los puercos hace 9.000 años en Eurasia contribuyen con 0.03 GT al año. Los borregos vienen del Éufrates hace 10.000 años, aportan 254 millones de toneladas equivalentes al año. Las cabras, también provenientes del Éufrates, aportan 174.5 millones de toneladas equivalentes al año. El ganado vacuno contribuye en el orden de 100 veces más que los pollos y los cerdos y 100 millones de veces más que los borregos y las cabras. La carne que consumimos regularmente, en una medida u otra, contribuye directamente al cambio climático.

Nuestra primera impresión es que debemos resolver el problema de las vacas para disminuir el efecto de los animales domesticados en el cambio climático y que la contribución del resto es mínima. Se han propuesto modificaciones en la dieta y complementos alimenticios para disminuir, no eliminar, la producción de metano en el ganado vacuno. Las vacas, más bien con su simbiosis bacteriana en el rumen y el resto de las cavidades estomacales es capaz de convertir pastos y otras hierbas en proteína animal, en su masa corporal.

Desde 1971 Frances Moore Lappé advertía en su libro Diet for a small planet, traducido como La dieta ecológica —Dieta para un planeta finito hubiera sido más cercano a su mensaje— sobre el desperdicio energético y de proteína proveniente de las plantas al alimentar con soya y otros granos de alto contenido proteico a las vacas. Argumenta Moore Lappé que los granos con alto contenido proteico son mejor usados si se venden directamente a los humanos para su consumo. También argumenta que la eficiencia de conversión de proteína vegetal a animal es del 3% con un alto costo en agua y suelo agrícola. Si buscamos la igualdad y el bienestar de todos y la sustentabilidad, una dieta universal basada en proteína vegetal es la mejor solución.

No es una solución fácil o popular. La industria cárnica emplea en el mundo posiblemente a cientos de miles de trabajadores, desde los ranchos y las granjas fábrica hasta el rastro y las empacadoras, las carnicerías de pueblos y colonias y las cadenas de supermercados. Los dueños de la carne tienen alto peso político.

La eliminación rápida —décadas— del calentamiento global nos exige cambios en nuestra forma de vida y la creación de empleos sustentables que eliminen el exceso de gases de efecto invernadero. El calentamiento cárnico no debe ser parte de nuestra realidad.

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