Milton Nascimento, a voz de Deus
Milton Nascimento es la voz de Dios. Así lo dio a conocer al mundo, hace algunos años, Elis Regina: “Si Dios cantase, lo haría con la voz de Milton”.
Hace algunos días, Caetano Veloso dijo: “Milton Nascimento es el músico más fino de Brasil”. Y no sólo eso. Es uno de los más amados en el orbe. Un gigante de esos de los que estamos rodeados y pocos se percatan de su presencia.
El sábado pasado, Milton Nascimento se hizo noticia mundial: anunció su despedida de los escenarios, “pero de la música, jamás”. Quebrantos en su salud lo orillan a la despedida. De hecho, ha tenido que cancelar conciertos y los que realiza, los hace siempre sentado. Una combinación de diabetes, hipertensión y un cateterismo lo fulmina.
El sábado realizó un prestreno en su ciudad natal, Río de Janeiro, con el primero de los 26 conciertos de su gira de despedida: A Ultima Sessao de Música, título a su vez de una de las piezas que conforman su disco Milagre Dos Peixes.
Milton Nascimento nació en Río de Janeiro pero creció en Minas Gerais: “Soy el más minero de todos los cariocas”. Su música hiende la tierra de aquella región montañosa y plena de misterio. Su disco titulado Nascimento (el preferido del Disquero) incluye una pieza titulada precisamente Os Tambores de Minas y es una exaltación del espíritu y de la carne.
En octubre cumplirá 80 años pero su salud está deteriorada y es por eso que anuncia su despedida en un video que puede verse en www.aultimasessaodemusica.com donde en cuatro minutos nos relata su vida entera, desde sus primeras canciones frente a las montañas de Minas Gerais hasta los días recientes.
Sentado, sin pelo pero con sonrisa eterna, ataviado con un manto amarillo, gigantesco como él, guerrero ritual, mira a la cámara y sonríe y llora y glosa su vida entera en un relato conmovedor, estremecedor, pleno de belleza y milagros.
En ese video vemos a sus personas fundamentales: en primer lugar Elis Regina, quien lo bautizó como A Voz de Deus; luego, lo vemos cantando con Mercedes Sosa, Antonio Carlos Jobim, Gilberto Gil, Chico Buarque, Caetano Veloso, Gal Costa y también con Peter Gabriel, Pat Metheny, Paul Simon, Wayne Shorter, Herbie Hancock, entre otros gigantes, como él.
En el momento en que dice frente a las cámaras que será su despedida, se pone a llorar como un niño en desamparo y confieso que también rompí en llanto. Pero nos regresa enseguida: “es mi despedida de los conciertos, pero de la música jamás me despediré”.
La música de Milton Nascimento es un tesoro cultural de la humanidad. Es una música muy fina, como hace notar el de por sí finísimo Caetano Veloso, y es muy variada. Hay canciones de amor y dulzura, hay mucha samba, bossa, jazz, rock, música sinfónica.
En 42 discos ha desplegado uno de los repertorios más impresionantes. Al álbum que ya mencioné como mi favorito, Nascimento, añadiré otros, pero insisto en que todos, repito, todos sson obras maestras, incluyendo el prodigioso Milagre Dos Peixes, con música experimental, rigurosísima, avant-garde, elegante.
¿Discos imprescindibles? Clube da Esquina, de 1972, al alimón con Lo Borges y Clube da Esquina 2, de 1978, al igual que el anterior, con la participación de grandes compositores compañeros: Joy, Lo Borges, Tavinho Moura, Paulo Jobim, Nelson Angelo, Danilo Caymmi, además de Chico Buarque, Murilo Antunes, Ronaldo Bastos y Márcio Borges. Estuvieron también en el estudio dos dioses del Olimpo: Jaques Morelenbaum y la diosa Elis Regina.
El primer volumen de Clube da Esquina contiene obras comparables a las de Debussy, desde su título: Um girassol da cor do seu cabelo. Otro disco imprescindible de Milton Nascimento: Brazilian Romance, que grabó con Sarah Vaughan.
Tengo el privilegio de haber conocido en persona a Milton Nascimento y puedo decir que músico y música, es decir autor y obra, son lo mismo: Milton Nascimento es un ser angelical, como su música. El tono de su voz en la vida cotidiana es el mismo que en sus discos: de una dulzura encantadora, acariciante, tibiecita. Es corpulento, como un oso en las montañas de Minas Gerais. El amplio registro de su voz va de los agudos más agradables a los graves con todos los matices. Escuchar a Milton Nascimento es un acto que nos purifica.
En ocasión del lanzamiento de una de sus obras maestras, el disco titulado Pietá, me dijo en entrevista, el 18 de marzo de 2003: “Este es un disco para dar las gracias a las mujeres, un homenaje a ellas. Su nombre es por causa de que mi madre de sangre trabajaba en una casa de Río de Janeiro, donde me acogieron luego de mi éxodo forzado desde Minas Gerais. Yo era muy pequeño y estuve a punto de morir por una enfermedad. Si no morí fue por causa de los ángeles. Mi madre adoptiva, Lilia, desde entonces me quedó como la Señora de la Piedad porque me salvó, cuidó de mí, de mi vida entera, con ella aprendí a cantar. La imagen de La Piedad me resulta familiar, porque cuando mi madre de sangre murió, algo de mí quedó sangrando desde entonces. La Piedad de Miguel Ángel siempre me deja estupefacto de belleza; cada vez que voy a Roma me quedo horas parado frente a esa obra maestra. Es una obra que me impacta sobremanera. Quizá porque me recuerda mi experiencia de niñez. Veo reflejada a mi mamá y a mí, pero no porque yo quiera ser Cristo, por favor”.
Le pregunté a Milton:
–Cuando te escuchamos es una certeza abierta que tu cantar es como de ángeles. ¿Están más cerca las mujeres de los ángeles?
–Mi infancia está llena de voces femeninas, desde entonces me doy cuenta de que las mujeres cantan con el corazón, mientras los hombres se afanan por mostrar sólo la fuerza con la voz.
“Desde niño he buscado con mi música el cantar de las mujeres. Recuerdo cuando llegó la hora en que mi voz engrosó, se hizo un poco más grave, lo que me puso desesperado y me preguntaba: ‘¿es que yo, como los otros hombres, también he de perder mi corazón?’ Entonces aconteció algo muy importante: estaba yo una tarde en la oficina de mi padre y transmitieron por la radio un concierto de Ray Charles.
“De repente me empezó a invadir una euforia sin igual, una sensación de plenitud y calma por causa de una certeza: me percaté de que los hombres también podemos cantar con el corazón. Siempre me he referido con vehemencia a la voz de las mujeres, a su esencia, pero nunca había tenido la dicha de decirles gracias con un disco entero.”
–Y ya que hablamos de ángeles, de mujeres, ¿aspiras todavía a cantar como las mujeres?
–La primera voz femenina en mi vida fue la de mi madre. No era una cantante profesional, aunque formó parte de un coro que dirigía Heitor Villa-Lobos. Yo la acompañaba instrumentalmente con una sanfoninha, especie de acordeón sin teclas. Y en la casa había muchos discos y en la radio escuchaba cantar también a las mujeres. El día que escuché cantar a Angela María me volví loco, loco de felicidad, y ese coro de ángeles se fue poblando en mi niñez de otras voces: Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Yma Sumac.
“Yo no sé qué sucede ni de qué manera, lo que sí sé de cierto es que la manera en que canto se la debo a las mujeres.”
Milton Nascimento, insisto, es un ángel, como lo es Arvo Pärt, por poner otro ejemplo: seres que tienen un pie puesto en la tierra y el otro en la eternidad.
Escuchar cantar a Milton Nascimento nos dota de una sensación de euforia, de felicidad exultante, de alegría y bondad, de plenitud y calma.
Recomiendo escuchar el disco Nascimento: el track 3, Guardanapos de papel, es un prodigio de prosodia; nos recuerda las construcciones poéticas de Chico Buarque, la poesía de Carlos Drummond de Andrade, gran amigo de Milton; nos hace sonreír con sus juegos de palabras y nos prepara para los siguientes manjares: el track 4, Cuerpo y alma, donde el alma femenina de Milton canta:
Alma al ras alas que pasan
del ave que en vuelo anda
ama el alma en mantra
canta, canta y ama, vive en cuerpo y alma
alma que al tramar tramas en mantras
canta que en el cuerpo un templo guarda el alma.
Bendito seas, amado Milton Nascimento. Larga vida te deseamos.