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Cultura

El muro desaparece cuando nosotras escribimos: Lluvia Méndez

Por: Julieta Martínez

Tijuana, 29 de noviembre. Dicen que cuando ellas escriben el muro desaparece, y así lo demostraron: con mucha pasión y corazón 27 escritoras lo hicieron contando sus historias -muchas muy personales y todas sanadoras-, desde diferentes latitudes; historias que recopilaron en el segundo volumen de El muro desaparece cuando nosotras escribimos.

La obra, nacida de talleres impartidos por la escritora celayense-moreliana-tijuanense Lluva Méndez Martínez se presentará este sábado 2 de diciembre en punto de las 6:27 de la tarde. Es una antología de 54 textos de 27 escritoras originarias y residentes de diferentes estados de México, Guatemala, Chile y Estados Unidos, cuyas edades van de los 26 hasta los 70 años.

Es un volumen totalmente autogestionado: ellas escribieron, ilustraron, editaron y publicaron «porque es nuestra voluntad ser escuchadas y a la vez tender una mano a otras que pueden estar necesitando nuestra palabra (y la suya)», dice Lluvia y describe que «en el libro nos nombramos, contamos nuestras historias, compartimos cómo sanamos, qué deseamos, cómo nos plantamos ante la violencia de un mundo profundamente misógino, justo con nuestras palabras y en la dimensión de nuestra dignidad y amor».

Escribimos y convocamos, como dice Xóch Guzmán Delgado, de Cuernavaca, «a las tristes, a las desesperanzadas, a las feas, a las intensas, a las gordas, a las malhumoradas, a las prietas, a las rotas que se ponen curitas a escondidas con un fino pegamento de esperanza tibia, a las desbordadas que no cabemos en ningún sitio», describe la coordinadora.

Invitamos a escribir, en voz y mirada de Itzel Avilez, de Culiacán, «como forma de honrarte a ti, a tus abuelas de las que no sabes nada porque murieron mucho antes que tú nacieras y no dejaron (parece) nada escrito».

Sanamos violencias atroces sufridas por nuestras ancestras como las nombradas por Rosalva Morelos, de Morelia, quien resume suave la sanación: «Mamá está rota, mamá no sabe encontrar la calma, mamá no sabe cómo ser madre. Yo nunca supe cómo mamá logró juntar tantos pedacitos amorosos después de aquellas borrascas. Mamá es dulce, es fuerte, es intrépida, es valiente, es sabia; mamá me hace sentir orgullosa, cuidada y amada. Mammá supo cambiar su historia, nuestra historia, mi historia».

Los talleres creativos

Las historias, contadas desde diversas latitudes y altitudes por mujeres vinculadas por vía familiar -madres e hijas-, amorosa o amistosa -también «nos hemos amigado en el proceso», afirma Lluvia- se lograron mediante talleres vía zoom coordinados por Lluvia, quien es autora de otros libros de pensamiento feminista como De amor, desamor y otros miedos y Archipiélago.

«Cada una aporta dos textos escritos en lapsos de 20 a 30 minutos durante las sesiones del taller de escritura autobiográfica y porras ‘¿Escribimos juntas?’, ofrecido por mí, y fueron producidos desde mayo de 2022 hasta junio de 2023, en distintos grupos», refiere la escritora.

Sobre el origen de su proyecto, revela que «de primera mano conozco el temor, la vergüenza y la inseguridad nacidos de juicios y violencias de todas dimensiones con las que nos desalientan de la escritura (y cualquier expresión) a las mujeres, desde niñas».

Afirma que «las bibliotecas, librerías y planes escolares saturados de nombres de varones y escasas mujeres; la identificación de la literatura escrita por mujeres como un género o subgénero (predominantemente considerado menor), como si todas escribiéramos lo mismo y como si la principal, la grande, fuera la producida por hombres; los talleres de escritura en los que la grosería y las ganas de erguirse como experto o talento superior se disfrazan de buscar una «mejor expresión» o pulir el estilo y con la crítica se distraen de la celebración, el aliento y la inspiración».

Entonces, de la necesidad de un espacio seguro en el que la corrección no fuera la primera respuesta, en el que no hubiera historias demasiado pequeñas, y de un aplauso que contrarrestara tantos «no» que hemos recibido desde fuera y desde adentro, nació el taller de escritura y porras para mujeres. 

«Las porras básicamente consisten en nombrar la belleza, el poder, lo identificable, lo aplaudible de la literatura de mujeres que por primera vez escriben, de escritoras de muchos años que aún no se atreven a llamarse así, o de escritoras ya publicadas.

La publicación de este libro, junto al volumen 1 que imprimimos y presentamos en tres ciudades en marzo de este año, es una muestra de todas las posibilidades que existen cuando caminamos, nos escuchamos y escribimos juntas».

De recuerdos calladitos a la digna rabia

De nueve sesiones del taller surgieron invitaciones a «examinar nuestra propia historia; nombrar recuerdos importantes que teníamos calladitos pero prestos a convertirse en grandes escritos que toquen a una mujer de otro hemisferio y de dos o tres generaciones de distancia como si se estuviera leyendo a sí misma, que es algo que ha sucedido con el libro y las lecturas en el taller», describe la coordinadora.

«Contemplamos con atención, ternura y digna rabia momentos de nuestra niñez, juventud o vida adulta, y a las mujeres de nuestra familia, y escribimos sobre anécdotas, acompañamientos, flores, espacios donde habitamos, las emociones que tienen lugar en la cocina o delante de un plato caliente, o una bebida fragante, y aunque son los mismos temas propuestos para todas, la diversidad de mujeres que somos, de las mujeres que nos han acompañado en la vida, hace que cada texto sea único, al igual que la mirada y la voz de la que escribe y la que lee».

Una constante es la sanación, el alivio y el abrazo que comparten al ser escuchadas y entendidas por otras, o el que las lectoras y escuchas han experimentado en las presentaciones y lecturas en voz alta, o al leer el libro, relata y refiere que «frecuentemente las escuchas, las escritoras, llegamos a sentir un abrazo o un bálsamo justo en una herida (propia o de nuestras ancestras) que no recordábamos o no habíamos tenido tiempo de atender en específico, o que no habíamos puesto en palabras».

Con ese intercambio, que siempre ocurre aunque no con todas porque no todas tenemos la misma disposición ni los mismos objetivos, por el taller han pasado las hermanas, amigas, maestras, madres, hijas, parejas, tías, pacientes de otras mujeres que ya lo han tomado y han querido que otras lo experimenten, refiere la escritora.

¿Quiénes son ellas?

Entre las escritoras hay médicas, abogadas, psicoterapeutas, psicopedagogas, antropólogas, lingüistas, matemáticas, periodistas, ingenieras, biólogas, contadoras, diseñadoras, tatuadoras, odontólogas, describe Lluvia y en lo personal comparte que «algunas somos lesbianas, otras heterosexuales, otras se identifican como pansexuales; algunas son madres, otras somos tías amorosas; no todas somos feministas pero tenemos la disposición de escuchar, aprender y relacionarnos con mujeres desde el respeto, la admiración, la ternura y el amor».

Por su parte, dice que está escribiendo su primera novela «que trata sobre luciérnagas, luces de circo y la vida vivida con intención, en oposición a la vida que pasa entre pasividades», mientras continúa 

con los talleres, en tanto se reagrupan, reorganizan y retoman energías para seguir con otro volumen, ahora de textos producidos en la segunda etapa del taller.

El viernes 2 de diciembre, un día después de la segunda presentación Cuando nosotras escribimos en la Ciudad de México -en Clandestina, una librería y lugar de encuentros-, en Tijuana harán lo propio siete mujeres locales y de Aguascalientes. El 31 de octubre fue la primera presentación, en Culiacán; allá se reunieron mujeres de Chula Vista, Tijuana, Morelia, Ensenada, además de las culichis, a platicar y leer algunos de los textos que lo componen, en la librería Sra. Dalloway, especializada en títulos de escritoras.

Aquí, el Patio – Arte y Bienestar un espacio que empieza a promover eventos de arte, ubicado en el número 4027 de la avenida Murúa Martínez, es donde se podrá conocer esta obra de mujeres que decidieron tomar su derecho a expresarse, compartir y sanar a través de la escritura.

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