Cultura

Los hombres buenos también mueren llorando

Por: Juan Pablo Guerra

Anthony Michael Bourdain murió el 8 de julio de 2018. Luego de una vida de altas, bajas, adicciones, bellezas y dificultades, el chef, conocido por su habilidad para contar historias, tomó la decisión de suicidarse en un hotel francés a los 61 años. 

Tres años después, su muerte sigue siendo para muchos un evento que parece no tener explicación. Simplemente por la naturaleza del hombre que usó la comida como un vehículo para hablar de la experiencia humana, la cultura, así como de las inherentes cualidades y defectos del ser humano. 

Conocido por sus libros, programas de televisión y los múltiples galardones que recibió durante su carrera, Bourdain había visitado más de 80 países antes de morir, invitando a su audiencia -sin importar el medio o el canal- a que estuvieran dispuestos a buscar más allá de lo que se encontraba cerca de ellos. 

La conversación sobre Anthony Bourdain ha sido más acerca de su vida que de su muerte, sobre cómo vivió sus últimos años, la manera en que su vida cambió en 1999 cuando escribió su primera colaboración para la revista The New Yorker, los programas de televisión y las historias que contó a través de ellos. 

En la víspera de esta fecha salió un adelanto de un documental centrado en la vida del chef, llamado «Roadrunner: un filme sobre Anthony Bourdain», donde aquellos que lo conocieron hablaron un poco de su vida y obra. Acompañados por la voz de Bourdain, la cual se convirtió en una marca de sinceridad brutal en un mundo falto de ella. 

Ser un hombre, y quizás más aún, ser un hombre en México, representa varias cosas. Sin importar lo mucho que se busque deconstruir ideologías y conductas, es difícil encontrar circulos sociales dónde la conversación sobre depresión, suicidio y salud mental no presente algún tipo de tabú o de incomodidad extrema. 

Es difícil pensar que aquellos que se encuentran alrededor pueden sentirse con tal desesperación, al punto de pensar acabar con sus vidas. Nos han dicho en la escuela, en los medios, en nuestros grupos familiares y de amistad que debemos ser fuertes, tragar el miedo, ser impermeables y quizás ser creídos, reírse del dolor o saborear la miseria. 

Asimismo, parece difícil pensar que un hombre que parecía tenerlo todo, sufría tanto cómo para tomar la decisión de quitarse la vida. Un hombre cuyas metas se enfocaron en hacer del mundo un lugar mejor y ser una mejor persona, decidiera que era momento de detener ese cambio, de manera súbita. 

Pero eso habla de la necesidad de traer esos temas a la mesa, cada vez un poco más. Aceptar que no somos perfectos, que incluso aquellos que parecen tenerlo todo pueden estar sufriendo. Es necesario seguir avanzando en el camino de la masculinidad sana, y definitivamente de una nueva masculinidad.

Los hombres buenos también mueren llorando y es importante que sus historias sean contadas, para que contadas sean las veces en que eso ocurra.

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