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Cultura

De Héctor Belascoarán a Gerardo Belascoarán, de la Condesa a Netflix

Por: Zavianny Torres Baltazar

Un detalle para Mireya, en su cumple. Muchas felicidades

En la última década del siglo XX Paco Ignacio Taibo II ya tenía publicados, en México, más de cuarenta libros. El detective chilango Héctor B. Shayne se movía como Pedro por su casa entre jóvenes universitarios, lectores en las fábricas, las escuelas, sindicalistas, incluso algunos clubs temáticos. Su zona de confort era en territorios de olores a productos químicos, entre lodazales, viajando en los “guajoloteros” del Edoméx que lo transportaban a la zona industrial de Xalostoc, municipio de Ecatepec.

En el otoño de 1993 por encomienda universitaria de la carrera de periodismo en la ENEP-Aragón, contacté al creador del personaje que retoma la serie de Netflix, ahora en boga. En ese año se publicó la entrevista del bonachón y buen amigo -Paco Ignacio Taibo II- en la revista institucional de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales campus Aragón de la UNAM –ubicada en la zona oriente del Valle de México- que tuvo una excelente recepción por parte de los lectores.

En ese tiempo Paco y Paloma -su compañera de toda una vida- vivían en un departamento de la calle Benjamín Hill -muy cerca del otrora cine Bella Época- el autor chilango participaba en el primer concurso internacional “Premio Planeta. Joaquín Mortiz” con su novela histórica La lejanía del tesoro. Obra literaria que a la postre le amplió las puertas al mercado internacional de la industria editorial.

 De lo más alentador de esas entrevistas es haber aprendido que la inspiración viene de la nalga. Así lo descifra el desfachatado Paco. A pregunta expresa el autor de “Cosa fácil” diría: la inspiración viene de la nalga, diez horas sentado, diez horas de inspiración. Cero horas sentado, cero horas de inspiración. 

De esa relación amistosa con su familia, Paloma Saiz -creadora del proyecto “Para leer de boleto en el metro” y esposa del Taibo- Marina -su hija y fotógrafa profesional- sus hermanos -Benito y Carlos -uno director de Radio UNAM y el otro productor de cine y en Netflix, respectivamente- y sus padres -Don Paco y Doña Maricarmen-, tan generosos y solidarios.  

En esta columna seriada contaremos algunas anécdotas, experiencias, diálogos y acontecimientos dignos de ser registrados, que en algún momento vivimos al lado del “Circo A-Taibo Hermanos”.

Lo mismo, compartiremos fotografías inéditas, que en su momento Taibo II nos obsequió para ilustrar nuestra tesis de licenciatura, que denominamos “Paco Ignacio Taibo II. Una historia No/velada”, que obtuvo el reconocimiento de la Máxima Casa de Estudios, UNAM, la Mención Honorífica. De la cual tendremos el gusto de compartir algunos fragmentos vinculados con el detective de la saga Héctor Belascoarán Shayne, detective que le precede cierto origen irlandés.

Venga:

La lectura como el principio del placer  

La gente no lee porque en primer lugar no sabe, y los que sí, han dejado de hacerlo, se han convertido en analfabetos funcionales y nuestro país está basado en este grupo. Una parte de la clase media no lee porque en su época de estudiante, lo obligaron a leer cosas que no le gustaron, y se quedó con la sensación de que leer es un castigo, qué güeva leer, qué pinche leer, no descubrió el placer de la lectura.

La educación pública mexicana ha logrado crear no lectores por todos lados, a pesar de los sanos intentos de mucha gente, pero el resultado final es la despromoción de la lectura, por parte del aparato educativo.

Mucha gente con la capacidad de leer se va por los caminos fáciles, opta por la competencia que significan los medios audiovisuales. La imagen vía cine, televisión, video y el sonido vía radio, le resuelve el problema de la lectura y de la información; no han descubierto el tremendo placer de la lectura.

Y por último, hay un espacio de no lectores que pudiendo hacerlo no les es posible, porque una gran parte de la población se debe dedicar al pluri-empleo y te roba un montón de horas libres, que en otras condiciones dedicaría a la lectura.

Fotos cortesía de Zavianny Torres Baltazar

La censura  

Mucho se dice que actualmente nuestro país vive en la democracia, que se puede hablar libremente, sin tapujos, sin embargo, para nadie es un secreto que aún existen las presiones vía gobernación, la censura, pues. ¿Cómo la describes y entiendes esta?

La censura es el hijo de puta que traemos adentro, pero además es el hijo de puta que está afuera esperando que el que está adentro haga su papel y si no, para darle con el pinche palo. Es una combinación entre el miedo por el espacio en el que te mueves y una presión real que se ejerce desde los aparatos gubernamentales, o llamadas a los directores de diarios, boletines, instrucciones.

Un detective irlandés

¿Por qué escribir literatura considerada como “subgénero”?  

La idea era nacionalizar el género, romper los esquemas gringos y traer la propuesta de literatura de detectives a México y no era nacionalizar por los caminos de que el personaje se llamará Gonzales o Pérez, por eso elegí un nombre tan exótico como Belascoarán, para demostrar que la nacionalización del género no debería pasar por simples apariencias, sino por la mayor complejidad de construir la atmósfera de la Ciudad de México, la atmósfera humana.

La primera novela la escribí relativamente rápido, en tres o cuatro meses. Escribía en la oficina y por las noches en un departamento, en la colonia del Valle, donde no habían puesto todavía la luz y escribía con velas, era de los más exótico. Al terminar le hice algunas correcciones y Paloma me dijo: Mándalo a una editorial. No sé porque decidí Grijalbo. La mandé y como a los quince días me llegó un telegrama diciendo órale, dije ¡Ah caray!, ¡tan fácil es! Así es como arranca la saga de Belascoarán.

¿Por qué escribir sobre la Ciudad de México, sus habitantes, lo cotidiano?

El Punto de partida era construir el D.F. que conocía, y bien, pues en aquella época era organizador sindical y me movía de una punta a la otra del Distrito Federal. Conocía muy bien los barrios, las calles, las caminaba, tenía horas muertas entre una chamba y otra. Me movía por las periferias de la capital. Paseaba, tenía una visión muy rica del mundo y de aquel periodo y de lo que se estaba convirtiendo esta ciudad, la transición a la ciudad Industrial, la ciudad monstruo.

Tu detective sale un tanto del canon de lo que ha sido la novela policíaca, a partir de que los detectives se desenvuelven en un contexto geográfico delimitado, sin embargo Belascoaran ya viajó a España. ¿Cuál es la intención de este experimento?

La intención de salirse del D.F. es verlo desde lejos, a pelear mi propio catálogo de sensaciones  

Dos meses al año me vuelvo a trabajar a España en la organización de La Semana Negra de Gijón, entonces tenía una especie de percepción lejana. Y quería que Belascoarán contara nuestra ciudad no estando en ella. La posibilidad de ir a Madrid a resolver el absurdo caso del Pectoral de Moctezuma me daba la oportunidad de adquirir esta percepción de distancia.

De hecho, cada vez que se diseña una de la novela de Belascoarán hay una doble intención; por un lado la intención de contar una historia, y hay una anécdota dentro de cada novela, y hay la intención de contar una situación.

Hay novelas en las que lo que más me preocupa es hablar de la nostalgia de los amigos, otras me interesa hablar de los desamores, el fenómeno del miedo, entrar en las conexiones del poder y de la violencia urbana, cada una de las novelas tiene una segunda intención: una muy clara y la otra, una intención anecdótica.

Por ese lado, sigo el consejo de mi amigo Roger Simón, quien dice que una novela debe contarse en cuatro palabras: esta novela es miedo, esta novela, y si, nostalgia, bueno. Adiós Madrid es distancia.

La aceptación y crítica del Belascoarán de Netflix ha sido buena -y la comparto- la serie de tres capítulos que se asemeja más a una película, se estrenó el 12 de octubre, y los comentarios en las redes sociales, en general son positivos. Sin duda, nos remiten a las fotos en sepia y esas nostalgias de la Ciudad de México, que se desvaneció en el tiempo.

La adaptación del guionista y la actuación de Luis Gerardo, sin duda, nos deja una buena impresión y con el ánimo de que el compás de espera para disfrutar las siguientes entregas, no demoren tanto.

Deseable que en los próximos capítulos el guionista nos obsequie escenas donde el detective chilango se desenvuelva en la zona norte del Valle de México. Esta geografía y sus circunstancias, que le sirvieron para curtir el carácter y ver ese México profundo y chingón, entre el sector de la población más humilde, más jodida.

En entrevista el productor de la serie, Rodrigo Santos, narró que cuando apenas tenía 17 años se inició en la zaga del detective Héctor Belascoarán Shayne, el personaje del fundador del neo-policiaco latinoamericano. Cuenta que su profesor de literatura le recomendó Días de combate, el primer tomo de la saga, que, dice, “disfruté muchísimo”, por lo que cuando Netflix le propuso involucrarse en la empresa de recrear el mundo y los casos por resolver de Belascoarán, pensó que se trataba de “un cuento de hadas, un proyecto encantador”.

Parafraseando a un gran amigo común de Paco y quien esto escribe, Juan Hernández Luna “Al paso del tiempo cuando la gente se quiera enterar de cómo era la ciudad de México del fin del siglo XX, tendrán que leer a Paco Ignacio Taibo II”.  

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