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México

«A mi padre la verdad no lo hizo libre, ¡la verdad lo mató!»

Por: Gustavo Castillo García y Rolando Medrano / La Jornada

San Miguel, Acaponeta, Nay., 10 de julio. “A mi padre la verdad no lo hizo libre, ¡la verdad lo mató!, porque él no se fue, ¡se lo llevaron!, y si él no tuvo miedo, nosotros tampoco. Se va a hacer justicia aquí en la tierra como en el cielo”, afirmó la hija de Luis Martín Sánchez Íñiguez durante el sepelio del corresponsal de La Jornada.

Decenas de familiares y personas de esta comunidad acompañaron los restos del periodista.

Muchos de los amigos y vecinos de Luis Martín, campesinos de la localidad, ayudaron durante toda la noche y parte del día a servir café, ofrecer pan, llevaron alimentos y participaron en su distribución entre los asistentes al funeral que se realizó en San Miguel.

Esta población, localizada a 19 kilómetros de Acaponeta y a 120 kilómetros de la capital, está habitada por aproximadamente 700 personas, cuya escolaridad en promedio es de primero de secundaria y muchos de sus pobladores, además de realizar labores agrícolas, viven de los recursos que envían familiares que migran a Estados Unidos.

La mayoría de las calles son de terracería. Aquí todos se conocen y durante el funeral los pobladores rememoraron anécdotas vividas, sobre todo los fines de semana, con el comunicador.

La vivienda de Luis Martín fue construida con ladrillo, en una sola planta; el piso está recubierto de loseta. La casa cuenta con dos recámaras, sala-comedor, una cocina y un patio trasero.

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Este domingo se llenó de familiares y amigos para despedirlo; frente a la casa, sobre la terracería, se colocó una lona y debajo, unas 50 sillas de plástico.

Para calmar la sed de los asistentes hubo dos vitroleros con agua de jamaica y nanche. La temperatura pasadas las 10 de la mañana era de 39 grados con sensación térmica de 42.

Que se aclare quién hizo esto

Así, mientras se repetían las condolencias a la familia, también se mencionaban una y otra vez frases como “que haya justicia y se aclare quién hizo esto” y “¿quién ordenó su asesinato?, que las autoridades lo aclaren”.

A los servicios funerarios que se realizaron en la humilde vivienda llegaron pocos arreglos florales. Ninguno provino de instituciones gubernamentales u organizaciones de periodistas.

En parte, justificaban los familiares de Luis Martín, porque se decidió que fuera velado en su casa, cerca de Acaponeta, sin mucha difusión.

A las cuatro de la tarde se efectuó una misa de cuerpo presente.

Posteriormente, como se acostumbra en las comunidades rurales, los familiares y amigos del periodista acompañaron el féretro durante el recorrido que se llevó a cabo de la capilla del pueblo al cementerio de la localidad.

Durante el sepelio, la hija del colaborador de La Jornada, quien fue privado de la libertad la noche del pasado 5 de julio y asesinado por sus captores, dio el siguiente mensaje:

“Tú nos demostraste que nosotros somos más que lo tangible. Tú vives en cada persona en la que dejaste huella. Tú habitas en lo etéreo, en lo eterno.

“Tu amor hacia nosotros va mucho más allá de lo que se pueda palpar. Va mucho más allá de lo que alguien puede entender, trasciende mundos, espacios y tiempos.

“Siempre nos lo dijiste, y hoy lo confirmo: siempre estás con nosotros y así seguirá siendo.

“Gracias a todos por estar con nosotros, por el amor y el respeto que le ofrecen a mi papá y les pido por favor un minuto de aplausos por la labor de más de 30 años de ejercicio periodístico.”

Luis Martín Sánchez colaboró con La Jornada los últimos dos años como corresponsal; fue asesinado en Tepic.

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