Descolonizar la Partería en (el norte de) México. La lucha ante la Norma 020-SSA-2025
Desde el periodo colonial en México, los saberes sobre salud, enfermedad y curación/sanación de las poblaciones originarias, buscaron ser oprimidos. Si bien existían saberes especializados en diversos ámbitos de la salud, muchas de estas prácticas fueron prohibidas y estigmatizadas en los sistemas de salud impuestos en la colonia. Sin embargo, dichas prácticas permanecieron y resistieron al interior de las comunidades y familias que encontraban en ellas no solo el sustento de su bienestar, sino de sus cosmovisiones.
La creación de un nuevo sistema médico desde la colonización buscó colocar al centro saberes “occidentales” mientras que, saberes “otros”, buscaron ser desplazados y diluidos. Este desplazamiento se sustentó en jerarquías raciales que a su vez dieron lugar a procesos de legitimación y “certificación” de prácticas y saberes sobre la salud desde una perspectiva eurocéntrica y racista.
En el caso de la partería como práctica de medicina tradicional, los procesos de formación para devenir partera se habían diversificado desde la antigüedad. Ya sea que una persona se especializara en partería como parte de un linaje heredado en su familia, o bien porque lo aprendían de otras parteras de su misma comunidad, o en algunos casos se daba también un proceso de autoformación a través de sueños y visiones. La partería había mantenido su autonomía tanto en sus procesos formativos como en su práctica, fue hasta el siglo XVIII en que se impuso como requisito la certificación de la partería para poder ser incorporada en los sistemas de salud.
A lo largo del tiempo, este proceso de certificación e “integración”, conllevó a su vez una transformación de la práctica en estos contextos sanitarios, que va desde su subordinación en el sistema médico, la medicalización de los procesos prenatales, parto y posparto, así como su secularización, es decir, el despojo del componente espiritual que la práctica de la partería tenía desde su origen en la medicina tradicional de México.
Aún así, estos esfuerzos por integrar y a su vez subordinar a la partería en el sistema de salud, no fueron suficientes para detener los procesos de resistencia y lucha por la autonomía que se continúan expresando hasta la actualidad en las parteras tanto tradicionales como independientes. Pues muchas de ellas son un recurso fundamental para las familias y comunidades que eligen la partería frente a otras opciones del sistema de salud para atender y acompañar sus procesos prenatales, parto y posparto, así como otros relativos a la salud sexual y reproductiva.
No obstante, recientemente la Secretaría de Salud a través de la Subsecretaría de Políticas de Salud y Bienestar Poblacional, en conjunto con el Centro Nacional de Equidad de Género, Salud Sexual y Reproductiva, publicó la Norma Oficial Mexicana NOM-020-SSA-2025, la cual propone el reconocimiento oficial de la partería dentro del Sistema Nacional de Salud, siempre y cuando las personas que ejercen estos saberes sean parteras profesionales, es decir, que hayan sido formadas en un escuela de partería (las cuales en su mayoría tienen una orientación biomédica) o bien que sean parteras tradicionales (indígenas) a las cuales no se les solicitará una certificación.
Asimismo, se les permitirá la expedición de certificados de nacimiento para que los recién nacidos puedan tener derecho a la identidad. Otro de los propósitos de la norma es establecer lineamientos para regular los establecimientos de salud públicos, privados y sociales que brindan atención materna y neonatal.
La implementación de esta norma coloca de nuevo a las parteras frente a varios dilemas, pues en el intento por definir los tipos de partería que podrían legitimarse, deja fuera a parteras con formaciones diversas, no indígenas, independientes y urbanas, por mencionar algunas. A su vez, limita las formas y espacios en que la partería puede ejercerse, así como los saberes desde los cuales esta práctica se ha sostenido en diversas comunidades tanto indígenas, como no indígenas. A la vez que, impone regulaciones para la expedición de certificados de nacimiento que vulneran el derecho a la identidad de las personas recién nacidas.
En el norte de México, particularmente en Tijuana, la organización Partería y Medicinas Ancestrales, en la cual convergen parteras de diferentes regiones del país y con perfiles formativos diversos, brinda atención gratuita a personas migrantes, refugiadas, desplazadas y deportadas que se encuentran actualmente en la ciudad. Esta organización tiene aproximadamente diez años atendiendo a estas familias que transitan diversas condiciones de vulnerabilidad, y sus servicios han sido para ellas no solo el recurso más accesible en muchos casos, sino en el que encuentran un trato digno para atender sus procesos prenatales, parto y posparto. Sin embargo, tanto las parteras como las familias se enfrentan con dificultades para acceder a los certificados de nacimiento que permitan tramitar los documentos de identidad para los bebés recién nacidos, incrementado así la vulneración que experimentan las poblaciones migrantes.
Asimismo, las parteras en esta organización continúan enfrentando una ausencia de reconocimiento por parte de la Secretaría de Salud, lo cual suma una carga más a su labor que se agrega a la constante lucha que asumen en defensa de los derechos de las personas migrantes.
Estos procesos dan cuenta de un largo camino por andar en los procesos de descolonización frente a la persistente colonialidad del poder en nuestras sociedades contemporáneas, en particular en el campo de la salud. Sin embargo, esta lucha no debiera ser solamente de las parteras, sino de una comunidad amplia que reconozca la persistencia de la opresión y que logre mantener la convicción hacia la autonomía.
*Departamento de Estudios Sociales