En honor a “los que no pudieron cruzar”, colocan altar de muertos en el muro fronterizo de Tijuana
Tijuana, 2 de noviembre.- Bajo el frío y con el ruido de la ciudad de fondo, las veladoras parpadeaban en el muro fronterizo del bulevar Aeropuerto, donde la Casa del Migrante y la Coalición Pro Defensa de los Migrantes instalaron un altar de muertos en honor a “los que no pudieron cruzar”.
Este homenaje fue dedicado a quienes emprendieron el viaje hacia Estados Unidos, buscando un futuro mejor, pero encontraron la muerte en el intento.
El padre Pat Murphy, director de la Casa del Migrante, encabezó la ceremonia y recordó a las víctimas de la migración, a los hombres y mujeres que murieron en el camino, muchos de ellos, víctimas de violencia o de condiciones inhumanas en su travesía.
En los últimos seis años, según Murphy, 225 personas han sido asesinadas, víctimas de la violencia y defensores de derechos de los migrantes.
“Recordamos a todos aquellos que no lograron llegar. Sus historias no deberían terminar aquí, en este muro”, expresó Murphy, con la voz quebrada. En cada cruz de madera colocada en el altar había un pequeño letrero con el nombre del país de origen y la edad de algunos migrantes, como un acto de respeto y dignidad hacia quienes perdieron la vida buscando el sueño americano.
Murphy también expresó su esperanza en que la recién electa presidenta de México, Claudia Sheinbaum, implemente políticas firmes contra el crimen organizado, un flagelo que ha sido responsable de tantas muertes en la frontera. Sin embargo, advirtió sobre el posible aumento de problemas migratorios si Donald Trump llegara nuevamente a la presidencia de Estados Unidos en 2024. “La gente seguirá migrando, porque se mueve o se muere”, declaró con preocupación.
Este altar de muertos, aunque se enmarca en la tradición mexicana de honrar a los difuntos, representa mucho más. Es un símbolo de resistencia y un llamado de atención sobre la difícil situación que enfrentan los migrantes, quienes arriesgan todo en un viaje lleno de incertidumbre.
Para quienes acudieron al homenaje, la escena resultaba conmovedora: una mezcla de flores de cempasúchil, velas y cruces, todas contrastando con el muro de metal que marca la división entre México y Estados Unidos, entre la esperanza y la desesperanza.