Por: Alondra Flores Soto / La Jornada
Un visitante observa una obra de Van Gogh en exhibición en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, Estados Unidos, el 29 de mayo de 2023. Foto Xinhua
Por: Alondra Flores Soto / La Jornada
La fascinación por los árboles espigados, llamas verdes en el paisaje de la campiña francesa, queda manifiesta en la exposición Los cipreses de Van Gogh en el Museo Metropolitano de Arte (Met) en Nueva York. “Un motivo virtualmente sinónimo de su poder de expresión ferozmente original” se ilumina con una gama de obras creadas en los dos últimos años de vida. La noche estrellada, uno de los cuadros más famosos del pintor holandés, protagoniza la exhibición, junto a Campo de trigo con cipreses.
“Los árboles robustos y de larga vida no sólo tenían asociaciones seculares con la muerte, el renacimiento y la inmortalidad, sino que durante milenios se mantuvieron como guardianes y protectores de una región afectada por los vientos mistrales notoriamente feroces”, describe el destacado recinto ubicado en la Quinta Avenida, junto al Parque Central. En Van Gogh resonaron como un aspecto duradero y consolador de la naturaleza.
“Los pintores entienden la naturaleza y la aman, y nos enseñan a ver”, escribió Vincent Van Gogh en su asombro por la naturaleza y el deseo de reproducirla en su arte. Prestó atención a los longevos árboles de hojas perennes, “parecidos a llamas”, que iluminaron, alimentaron y atizaron su imaginación en el transcurso de dos años al sur de Francia, desde su estancia en Arles hasta el cenit del potencial en el asilo en Saint-Rémy, donde se recluyó después de la crisis que lo llevó a cortarse una oreja.
Los cipreses son seres longevos que viven hasta 300 años. De grandes altitudes y de cuerpo delgado, adornan parques o cementerios, en Asia se han colocado junto a templos. Son resistentes a la sequía y al fuego, por eso se utilizan como barreras contra incendios, además de cubrir de los fuertes vientos.
Van Gogh’s Cypresses se trata de la primera exposición centrada en estos árboles, entre los más famosos en la historia del arte, que se yerguen entre óleos de color y dibujos de líneas grises por la visión del pintor que vivió entre 1853 y 1890. Hasta el 27 de agosto estará abierta al público en la Gran Manzana, pero es posible conocer algunas de las obras gracias a la página del Met, donde también hay un video con una breve explicación de la curadora Susan Alysun Stein.
Dividida en tres secciones y organizada cronológicamente, se reúnen obras emblemáticas junto a otras que raramente se exhiben, por lo que permiten una visión sin precedente de la fascinación por los cipreses. La primera parte está dedicada al acercamiento del artista con el tema, durante el periodo en Arles, cuando incluyó los árboles en algunos de sus paisajes. Las dos restantes, divididas en dos periodos, hacen el recuento de creaciones durante su estancia en Saint-Rémy, en la región de Provenza.
A través de los barrotes de hierro, Van Gogh divisaba el paisaje desde su habitación, desde donde realizaba algunos bocetos y de donde surgió el óleo La noche estrellada, que realizó en el verano de 1889. En una de sus numerosas cartas a su hermano Theo, le contó su inspiración: “Esta mañana vi el campo desde mi ventana mucho antes del amanecer, con nada más que la estrella de la mañana, que se veía muy grande”.
Rencuentran obras tras más de un siglo en la misma sala
Junto al perfil de las montañas y el caserío de un pueblo con su iglesia, se levantan los cipreses, con pinceladas arremolinadas, como la visión de la Luna, Venus y los astros de fuego. Entre la ensoñación, la memoria y las emociones es como el pintor hizo este lienzo, que por primera vez se exhibe al lado del Campo de trigo con cipreses, lo que no ocurría desde 1901, cuando ambas obras formaron parte de una gran retrospectiva en París sobre el autor de los girasoles y árboles de almendros.
Las pinturas con paisajes se entrecruzan con dibujos “preciosos” y cartas ilustradas, muchas de las cuales pocas veces son prestadas y se muestran en la misma sala. El conjunto revela la historia de fondo alrededor de las llamas que se erigen entre las montañas y los campos amarillos de trigo. Max Hollein, director del Met, destacó que es una oportunidad única que presenta una visión general e íntima del proceso creativo, el cual desafió con nuevas ideas las nociones predominantes.