Rancho Los Pinos abandona a su suerte a jornalera fracturada en los surcos
Tijuana, 10 de octubre. La empresa agrícola bajacaliforniana Los Pinos del municipio de San Quintín abandonó a su suerte a una trabajadora originaria de Cochoapa, Guerrero, con una pierna fracturada y 3 mil pesos que le entregó bajo el engaño de que era un apoyo y no su finiquito por el que le hicieron firmar una renuncia «voluntaria» y desistimiento de responsabilidad hacia la compañía.
Rosa Santiago Martínez, hermana de Herlinda Santiago Martínez, denunció -en un testimonio que se entregó a La Jornada Baja California– que desde el 23 de septiembre, cuando su familiar se fracturó la el fémur de la pierna derecha -al resbalar e impactarse contra un poste metálico-, hasta la semana pasada, no había recibido más atención médica que pastillas de paracetamol que una enfermera le daba en la Clínica-Hospital 8 del Seguro Social en Ensenada, donde estuvo internada 13 días.
La trasladaron a Ensenada luego de que en la Clínica 13 de San Quintín se negaron a atenderla; la dejaron sola sin la posibilidad de comunicarse ya que solo habla mixteco. Llegó a Baja California contratada por un reclutador que viajó hasta su lugar de origen, donde le ofreció empleo por seis meses, vivienda, servicio médico y un lugar seguro para trabajar.
De acuerdo con el compromiso, cumplido el periodo la regresarían a su lugar de origen sana y salva, pero en lugar de eso se quedó sin un sitio para vivir en un lugar que no conoce, lesionada y hostigada por una trabajadora social y el jefe del campamento El Vergel donde la alojaron, según la denuncia de su hermana.
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El accidente -se le partió el fémur derecho- se registró en el sector 5, malla 6 alrededor de las 3:30 de la tarde del 23 de septiembre; su hermana fue la primera que acudió en su auxilio ya que ella no pudo levantarse, mientras el mayordomo pedía una ambulancia que tardó una hora en llegar y la llevó a la Clínica 13 del IMSS donde no quisieron atenderla.
Sola e incomunicada
Luego de que estuvo un tiempo sola en la Clínica-Hospital 8 del IMSS en Ensenada llegó un sobrino suyo, menor de edad, que apenas se hacía entender en español. Durante 13 días la mantuvieron sin más atención que pastillas de paracetamol que le daba una enfermera, y pasado ese tiempo decidió regresar a San Quintín.
En el hospital de Ensenada la hicieron firmar un documento para dejarla salir, y a través de su sobrino Herlinda Santiago argumentó que el menor de edad era el único que la atendía y aseaba noche y día.
Al llegar al campamento El Vergel, el jefe, identificado como Luis Andrés Huerta Chaires, y la trabajadora social Erika Guerrero Valera, la reprendieron por salirse del hospital y la amenazaron con enviarla a la cárcel junto con su sobrino y los corrieron del lugar.
«Arrastrando la pierna», Herlinda Santiago Martínez logró ubicar a una paisana suya en el fraccionamiento Las Casitas, donde le dio alojamiento, y hasta ahí llegó el jefe del campamento Luis Andrés Huerta, quien le entregó 3 mil pesos que supuestamente eran un «apoyo» de Los Pinos, pero para dárselos le hizo firmar su renuncia «voluntaria» y deslinde de responsabilidades para la empresa.