¿Actuar bajo los principios de una incertidumbre permanente, porque a la humanidad —trono infecto de la política trucada— no le está permitido la vivencialidad positiva?
“¿Cómo era la gente bien en México del siglo pasado? ¿Cómo son ahora? ¿Quiénes eran y cómo son? ¿Cómo han cambiado sus intereses, sus valores y sus diversiones?”. Son estas las interrogantes que nos proporcionan sus editores, en la más ruin de las apologías
Estos alborotadores de los últimos tiempos, auténticos “moteros” —Café Racer— merecen una nueva ilustración y, de alguna manera, aquí la tenemos: una cuadra en busca de la insolencia perdida
Él cantaba, se le veía alegre, vivaracho, contento, muy animado… Y, desde su florido sillón mostaza, movía su cuerpo, armonizando el ir y venir de sus ojos y brazos y abrazos…
No esta especie de lastimosa heredad que, en el imaginario de los montajes, se deja seducir fácilmente por lo falso, y que terminamos de observar hasta el hartazgo en la TV: un hombre herido
¿En manos de quién están los fanáticos de todo orden y de toda orbe? ¿No son ellos mismos la puñalada visible de la educación impartida mostrando nuestro propio fracaso?
Un presidente en debate es un perro que, potenciado por el Dios de su creencia —mano quemando la Biblia—, ladra la música de su naturaleza
Y es ahí donde no hay que dejar de advertir que, en esta etapa del drama, el editor de Wikileaks se declara culpable de haber violado la ley de espionaje (The Espionage Act of 1917), dejando una rosa herida en los escritorios de las salas de redacción, que no es otra cosa que la vulnerabilidad en la que se encuentra el periodismo de investigación…
Sí, una poeta debe ser reconocida por la poesía que escribe, pero también por haber hecho de ella una obra de arte. Se dice fácil. No lo es.
La certeza de la participación en la Cultura exige la condición de lo esencial: la libertad. La gestión cultural es un compromiso, no una “componenda ideológica”