Me pediste que, cuando se marchitaran, envolviera los pétalos y te los regalara.
Augusto no sabe cuánto tiempo lleva caminando ni por dónde va. No le importa.
Cuando bebía (mi Padre) me confesaba que a él le hubiera gustado escribir la historia de su familia. En su recuerdo, lo hice yo.
Águeda y Faustina, su madre, comparten la habitación amueblada con dos camas, un ropero y una silla. Águeda termina de vestirse.
Prometí no olvidar y no he olvidado; prometí no añorar, sin embargo añoro su presencia en los cuartos de la casa que hoy ocupan sus retratos.
Aparece Cloe con un platón rebosante de uvas negras y lo pone en el centro de la mesa, los niños, que aplauden entusiasmados.
Cada día Leonor se despierta más temprano, pero no enciende la luz ni se levanta porque sabe que en cuanto lo haga entrará en una dinámica abrumadora
Cuando perdí mi empleo y acepté sustituirte como cuidadora, me dijiste que si en algún momento sentía que mi trabajo me afectaba viniera a hablar contigo
Augusto no sabe cuánto tiempo lleva caminando ni por dónde va. No le importa. Sólo desea alejarse de su casa, de su vida
En esa calle tan estrecha y recóndita parece que la ciudad se ha detenido. Circulan pocos automóviles, en los edificios sólo algunas ventanas se ven iluminadas, en el merendero las mesas permanecen vacías