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Región

Ya sin La Bestia, migrantes que llegan a Tenosique toman rutas más peligrosas

Por: Jessica Xantomila / enviada La Jornada

Tenosique, Tabasco. El fin de las operaciones del tren de carga La Bestia en esta ciudad limítrofe con Guatemala, que hasta agosto de 2020 era el principal transporte por el que se movilizaban los miles de migrantes que anualmente entran por esta frontera del país, obligó a las personas a recurrir a otras rutas más peligrosas para llegar tan sólo a Chiapas o Veracruz y en las que los traficantes y organizaciones criminales han tomado el lugar “del gran monstruo”, aseveraron defensoras de derechos humanos.

Su cancelación ha provocado que muchos migrantes se queden estancados en Tenosique, ciudad a orillas del río Usumacinta, la mayoría buscando tramitar el permiso temporal de estancia por razones humanitarias o refugio, para que su avance hacia el norte sea menos inseguro. Que sea un trayecto sin verse obligados a pagar miles de pesos a “guías” o polleros coludidos con el crimen organizado o al hostigamiento de agentes migratorios, así como disminuir los riesgos de ser víctimas de robo, secuestro y extorsión.

Según datos de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), en 2022 Tabasco se colocó como la cuarta entidad con más solicitudes de asilo, con 5 mil 719, detrás de Chiapas, Ciudad de México y Veracruz. En el primer semestre de 2023 suman 4 mil 488.

De acuerdo con la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, en Tenosique se tienen identificados siete puntos de entrada al país, de los cuales seis son irregulares, ubicados en las comunidades de Corregidora, Nuevo Progreso, San Francisco, Carlos Pellicer, Acatlipa y El Pedregal.

Por esos poblados ingresan personas sobre todo de Centroamérica, pero también venezolanos, nicaragüenses, cubanos y de otras regiones, que antes buscaban sobre todo seguir la llamada ruta del Golfo: Tabasco-Veracruz-Tamaulipas, el camino más corto a Estados Unidos, pero también de los más peligrosos debido a que está controlado por el crimen organizado. Esto ha ido cambiando, ahora se dirigen particularmente a Palenque, Chiapas.

Claudia Velásquez, integrante de Mujeres, Organización y Territorios Moots, recuerda que cuando operaba La Bestia –antes de que empezaran las obras para el Tren Maya–, “en el albergue La 72 sonaban un fuerte silbato para avisar a los migrantes cuando se acercaba. Se abrían las puertas de la casa y era muy significativo también ver que afuera, de donde menos te imaginabas, personas corrían para subirse, porque el tren no se paraba”.

Sin embargo, esta imagen no existe más. Ahora primero transitan por el llamado corredor migratorio, en el que cruzan las comunidades fronterizas con Guatemala, entre ellas Guadalupe Victoria, Zaragoza, Diez de Mayo, Benito Juárez, San Isidro y La Palma para llegar a Tenosique, expone Alejandra de Velasco, también de Moots.

De ahí comienza otra ruta aún más peligrosa rumbo a Crisóforo y Boca del Cerro, en Tenosique, a Palenque, Chiapas, y Veracruz.

“Se ha incrementado el tráfico de personas, los habitantes de algunas comunidades que no se dedicaban a eso, ya vieron que se puede sacar dinero de ahí. Las compañeras observan que si a un ciudadano le cuesta 300 pesos un viaje de La Palma a Tenosique, a los migrantes les pueden cobrar más de 5 mil pesos”, sostiene Claudia en entrevista con La Jornada.

Alejandra Conde, del albergue La 72, indica que aunque desde hace muchos años ha estado presente el crimen organizado, con la pandemia de covid-19 y el freno de las operaciones de La Bestia “ha habido mucho más oportunidad para que el narco abarque más espacios de las personas migrantes, junto con el coyotaje”.

Entre algunas comunidades, admite, es bien conocida la presencia del narco, el tráfico de personas y la colusión con autoridades. Tan sólo en la ruta de La Palma, “más hacia el fondo hay un poblado en el que nosotras no incidimos, pero cuando hemos ido, hemos visto las camionetas con gente pasar, con entre 30 o 40, y sabemos que es el crimen organizado”.

Los enganchadores incluso son vistos frente al albergue La 72. “Desgraciadamente por pandemia y todo esto, enfrente se empezaron a posicionar pequeños locales de comercio, que son pantalla, porque les ofrecen trabajo a las personas migrantes, les dicen que es una oportunidad muy buena, pero los van enganchando, les comentan que podrían seguir su camino, les ofrecen viajes y empieza el coyotaje”.

Otro de los actores al que los migrantes deben hacer frente son los agentes del Instituto Nacional de Migración (INM), coinciden las defensoras.

Señalan que si bien la estación migratoria de Tenosique opera prácticamente como oficina, luego de que en 2020 un guatemalteco falleció en las instalaciones, muchas veces los migrantes son retenidos en los autobuses del instituto que los trasladan a la estación de Villahermosa.

Alejandra advierte que el viaje a la capital –de tres horas– es para desgastarlos, pues allá no hay oficina de la Comar, por lo que deben regresar a Tenosique para tramitar su solicitud de refugio.

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