EU: desalentadora realidad de la marginación por color de piel o facciones
Washington, Estados Unidos. Miles de estadounidenses se reunieron el sábado en el National Mall para conmemorar el 60 aniversario de la Marcha sobre Washington, un acontecimiento monumental en el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, más recordado por el discurso «Tengo un sueño» del reverendo Martin Luther King Jr.
La multitud de diferentes grupos raciales y religiosos se reunió en el Lincoln Memorial, el mismo escenario en el que King pronunció su discurso el 28 de agosto de 1963 ante 250 mil personas llegadas de todo el país para pedir el fin de la discriminación racial y de diversos tipos de injusticias sociales.
En la manifestación, que duró todo el día, los descendientes de King, así como líderes de grupos de derechos civiles y humanos, pronunciaron discursos en los que recordaron a los estadounidenses que, 60 años después, los ideales de King distan mucho de haberse hecho realidad. Peor aún, lo que él había logrado está en peligro.
La nieta de 15 años del Dr. King, Yolanda Renee King, en su discurso a la multitud dijo que si tuviera la oportunidad de decirle algo a su abuelo hoy, le diría: «Siento que todavía tengamos que estar aquí para volver a dedicarnos a terminar tu trabajo y, en última instancia, realizar tu sueño».
«Hace sesenta años, el Dr. King nos instó a luchar contra el triple mal del racismo, la pobreza y la intolerancia», dijo. «Hoy, el racismo sigue con nosotros. La pobreza sigue con nosotros. Y ahora la violencia armada ha llegado a nuestros lugares de culto, nuestras escuelas y nuestros centros comerciales».
Las declaraciones de la joven Yolanda Renee King apuntaron exactamente a los problemas profundamente arraigados que, a pesar de los interminables gritos para ponerles remedio, siguen sacudiendo día a día a la sociedad estadounidense.
Desde el brutal atropello mortal del hombre negro George Floyd a manos de la policía blanca a plena luz del día hace tres años hasta los numerosos tiroteos por motivos raciales, entre los que un hombre blanco disparó mortalmente a tres personas negras en Florida justo el mismo día en que se celebraba la conmemoración, las personas de minorías étnicas siguen enfrentándose a la desalentadora realidad de que incluso su derecho a vivir, por no hablar de otros derechos, es despreciado o incluso privado de él sólo por el color de su piel.
«Me preocupa mucho la dirección que está tomando nuestro país», dijo Martin Luther King III, hijo de King. «En lugar de avanzar, parece como si estuviéramos retrocediendo».
A medida que los oradores, desde líderes de los derechos civiles hasta participantes supervivientes de la Marcha sobre Washington, se acercaban al micrófono uno tras otro, se podían ver pancartas sostenidas por la multitud congregada. En ellas se podía leer «Stop Police Brutality», «Black Lives Matter», «I’m Chinese American, Not a Virus», entre otras.
Cuando los discursos llegaron a su fin, la multitud marchó hacia el monumento a Martin Luther King Jr. en el terraplén de Tidal Basin. Se vio a la familia de King y al líder de los derechos civiles Al Sharpton, sosteniendo una pancarta en la que se leía el lema: «Continuando el sueño».
Eso es lo que los organizadores pretendían que sirviera el acto, no como una mera conmemoración de lo ocurrido en aquel día de verano de 1963 tan sofocante, sino como una reiteración de aquello por lo que King había sacrificado sus 39 años de vida.