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OCDE: provoca la carestía que menos jóvenes deseen ser padres

Por: Dora Villanueva / La Jornada

Ciudad de México, 21 de junio.- El incremento en el costo de la vida y la incertidumbre financiera a largo plazo están provocando que menos adultos jóvenes quieran tener hijos, reportó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En 60 años, las tasas de fecundidad se han reducido a la mitad en los países que la integran, «lo que plantea el riesgo de un descenso de la población y graves desafíos económicos y sociales para las generaciones futuras», advirtió.

La lógica detrás de las alarmas alrededor de la reducción demográfica responde a que en menos de medio siglo la población en edad de trabajar vivirá en economías con el doble de adultos mayores de los que se tienen actualmente. Hasta 2020 había 30 personas con más de 65 años por cada 100 en edad de trabajar; con las tendencias demográficas actuales, en 2060 habrá 59 por cada 100.

«La consiguiente reducción de la población activa (laboralmente) podría dar lugar a sociedades envejecidas que ejerzan importantes presiones sociales y económicas sobre los gobiernos, en particular para aumentar los gastos en pensiones y servicios de salud», explica la organización.

De acuerdo con la OCDE, en los países que la integran, el promedio de hijos por mujer en edad fértil–conocida como tasa de fecundidad– se redujo de 3.3 en 1960 a 1.5 en 2022. Este indicador ya se encuentra por debajo del llamado «nivel de reemplazo»: un parámetro calculado en 2.1 hijos por mujer, que se considera «necesario» para mantener la población constante en ausencia de migración.

En México la tasa de fecundidad tuvo un ajuste más amplio; pasó de 6.8 en 1960, hasta 1.8 en 2021. El país cruzó el «nivel de reemplazo» entre 2014 y 2015, de acuerdo con los datos recuperados en el informe Panorama de la sociedad de la OCDE. Otros organismos, como el Banco Mundial, ya han reseñado esta tendencia en el país, la pérdida del «bono demográfico» y lo que esto conlleva (bit.ly/4ccWuv6).

La OCDE enfatiza que son múltiples las causas del por qué no resultan atractivas la maternidad y paternidad. “Las decisiones personales de tener hijos están influidas por una serie de factores, incluidas las presiones económicas y sociales de los padres, así como el cambio de actitudes sociales, como la desestigmatización de no tener hijos (…) los jóvenes encuentran cada vez más sentido a la vida fuera de la paternidad”, destaca la OCDE.

Además de la falta de políticas para facilitar la inclusión laboral de las mujeres –como sistemas de cuidados–; o licencias de paternidad paritarias, para involucrar a los hombres por igual en el cuidado de los menores, «una sucesión de crisis mundiales (por ejemplo, la covid-19, las preocupaciones por los problemas climáticos, la crisis del costo de la vida) ha aumentado las inseguridades (económicas) entre los jóvenes, lo que complica su transición a la paternidad».

Como ejemplo, los adultos jóvenes mexicanos son los que más incertidumbre y preocupación reportan entre los países reportados por la OCDE. Cerca de 94.4 por ciento de ellos reporta ansiedad respecto a la inflación y el costo de la vida; a 88.7 por ciento le preocupa la falta de acceso a servicios de salud mental; a 91.2 por ciento las consecuencias del cambio climático; a 81.3 por ciento la seguridad nacional debido a la actual situación geopolítica.

A 91.9 por ciento de los adultos jóvenes encuestados también les preocupa la baja calidad del empleo; a 85.5 por ciento no poder trabajar debido al cuidado de niños, familiares ancianos, discapacitados o de ellos mismos; a 87.1 por ciento las pérdidas educativas de los niños debido a la pandemia y a 84.4 por ciento los efectos en la salud que persisten de la pandemia.

«El costo económico y la incertidumbre financiera a largo plazo de tener hijos siguen influyendo significativamente en la decisión de las personas de convertirse en padres», comentó Stefano Scarpetta, director de Empleo, Trabajo y Asuntos Sociales de la OCDE.

Como ejemplo, el encarecimiento de la vivienda desde mediados de la década de 2010 está teniendo un efecto negativo en la fecundidad. «Ha complicado la formación de relaciones y familias a largo plazo, con un número cada vez mayor de jóvenes de entre 20 y 30 años que viven con sus padres por razones financieras», expuso la OCDE.

México se encuentra a la mitad de la tabla, con 46 por ciento de adultos jóvenes viviendo con sus padres, mientras en Corea del Sur e Italia –reconocidas como economías de ingreso alto– llegan a ocho de cada 10 y las tasas de fecundidad, respectivamente, se encuentran en 0.7 y 1.2 hijos por mujer.

La organización enfatiza que si los países quieren revertir esta caída en la población, necesitan de políticas de bienestar. Esto incluye vivienda asequible, políticas que ayuden a conciliar la vida laboral y familiar, y coherencia con otras políticas públicas que promuevan el acceso a empleos de calidad y la progresión profesional de las mujeres.

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