De San Quintín a California, USA: un recorrido sin justicia laboral
San Quintín, Baja California es una región que, por su cercanía geográfica con la frontera de Estados Unidos, ha logrado consolidar con éxito una agricultura de exportación de frutas y hortalizas hacia el país del norte. No obstante, este éxito se sustenta en la precarización laboral, debido a que jornaleros indígenas provenientes fundamentalmente de Oaxaca y Guerrero, atraídos por las “oportunidades” de trabajo que ofrece la región, son “contratados” bajo esquemas de salario engañosos y condiciones laborales críticas que hacen que los campos agrícolas de California, Estados Unidos sean una “mejor” opción para contratarse.
En principio, podría pensarse que California al ser parte de una economía desarrollada como la de Estados Unidos garantiza el cumplimiento de los derechos laborales fundamentales; sin embargo, la realidad es diferente. Esto lo pude constatar durante un trabajo de campo realizado en Oxnard, California en 2023, así como en Watsonville, Salinas y Greenfield en 2024. Allí se identificaron varias problemáticas en la contratación de los jornaleros migrantes, particularmente, indocumentados.
El primero de estos problemas es que productores agrícolas condicionan la contratación de jornaleros nuevos a aceptar un salario inferior que el que establece la ley de California como prueba de su rendimiento en los campos agrícolas. Por ejemplo, en Oxnard, al momento de la entrevista, el salario mínimo rondaba los 15.50 dólares por hora; sin embargo, a ciertos jornaleros se les pagaba 14.50 dólares la hora para poner a prueba su productividad, es decir, un dólar menos por hora que a jornaleros contratados previamente o con experiencia. Por su parte, en Watsonville, Salinas y Greenfield se identificó que, sin excepción, a todos los jornaleros nuevos se les aplicaba un esquema de salario diferente para evaluar su productividad. Los productores invertían el método de remuneración; por ejemplo, si en ese momento el pago regular era por hora, a los nuevos se les pagaba por contrato hora-caja (a destajo) y a la inversa.
Que ganen «lo que ellos quieran»
Otro problema relevante es el esquema de incentivos que impone ritmos excesivos de trabajo a los jornaleros. Por ejemplo, en el corte de fresa es común que los supervisores exijan a los mayor domos una productividad cada vez más elevada, quienes, a su vez, piden a los jornaleros que la mano sea más rápida para que así “puedan ganar lo que ellos quieran”. Esto implica que, en un jornal de menos de 8 horas, un jornalero con experiencia junte a veces más de 100 cajas de producto de fresa. Este es el caso de Domingo un jornalero oaxaqueño indígena que lleva trabajando once años en los campos agrícolas de Salinas y que durante un jornal de cinco horas junta a veces hasta 130 cajas de producto de fresa para aprovechar que ese día sí hay trabajo.
Si bien este esquema de incentivos promueve elevados niveles de productividad y competitividad para los productores agrícolas de California, la realidad es que es un esquema inhumano y tramposo, debido a que no advierte que bajo este esquema de contratación se están acelerando los problemas de salud de los jornaleros, quienes en su mayoría sufren daños en espalda, hombros, cadera, rodillas, entre otras partes del cuerpo.
Si a este esquema se suma la incorporación de nuevas tecnologías en los campos, que impiden a los jornaleros incorporarse siquiera para entregar la fresa recolectada en el área de concentración, la salud de los jornaleros se ve aún más afectada. Este es el caso de Juana, una jornalera indígena oaxaqueña, que tras la incorporación del robot piscador de fresa en el campo donde trabajaba, tenía que permanecer encorvada hasta ocho horas. Como resultado, sólo pudo soportar ese ritmo de trabajo durante un año, porque presentó severos problemas de espalda, cadera y rodillas.
Más trabajo y menos sueldo; hacinamiento, lo más evidente
Es importante decir que este esquema de incentivos fue implementado por productores con más rigor en respuesta a la incorporación de los trabajadores agrícolas de California a las normas federales sobre horas extras. Y es que, en respuesta a esta regulación, los productores redujeron la jornada e incrementaron la intensidad en el trabajo para minimizar los costos de contratación asociados al tiempo extraordinario.
Con relación a la jornada, jornaleros entrevistados manifestaron que antes de aprobarse esta regulación sus contrataciones eran invariablemente de lunes a sábado, a veces también domingos, y entre diez y once horas diarias. Esta reducción de jornada ha derivado en una caída de los ingresos de los jornaleros. Con relación a la caída de ingresos, se debe decir que esta situación está orillando a la población jornalera migrante a buscar estrategias de gasto para hacer frente particularmente a la renta de vivienda, siendo el hacinamiento el problema más evidente.
En Oxnard, por ejemplo, se identificó que los jornaleros no pagan la renta de un cuarto, sino que pagan la cama que ocupan en un cuarto que es rentado a otros tres o hasta cuatro jornaleros más con su respectiva cama, en algunos casos los esposos comparten una cama matrimonial que tiene en la parte de arriba una litera que es rentada por otro jornalero y además en el mismo cuarto se tienen dos camas adicionales que son rentadas a otros dos jornaleros. Otra modalidad de renta es la de las áreas comunes en las que se renta el pasillo, la sala y un espacio en el patio.
En el caso de la renta del pasillo y la sala, la renta puede ser con cama y colchón o sólo colchón o sólo cartón. La última modalidad de renta es la de áreas exteriores de una casa, en la que se renta una bodega de plástico para que duerma el jornalero. Las medidas aproximadas de la bodega son de dos metros de largo, 1.50 metros de ancho y 1.60 metros de altura.
En esta última modalidad de renta sólo cabe el catre del jornalero y el jornalero. Una casa, por tanto, es rentada a veces hasta por 22 jornaleros, los cuales tienen que turnarse la cocina para preparar los alimentos a partir de las 3 a.m. con la finalidad de ahorrar un poco más de dinero y de que la lonchera esté lista a las 6 a.m. Esto a menudo desencadena conflictos entre jornaleros porque no siempre es posible terminar la preparación de los alimentos durante el tiempo que les corresponde. El precio promedio de renta que paga cada jornalero por el espacio que ocupa en una vivienda ronda los 519.89 dólares mensuales.
«Así no sirve»
Otro problema identificado particularmente en Watsonville, Salinas y Greenfield es que los productores están dejando de contratar a gente mayor, debido a que es gente que no trabaja rápido, pues van más lentos que los jóvenes. Este es el caso de una jornalera de Guanajuato que explicó que a raíz de que está envejeciendo y a tener problemas en cintura y espalda, no puede trabajar tan rápido en el corte de fresa como cuando era joven. Ante esta situación los mayordomos le han dicho que así no sirve que mejor se vaya a descansar a su casa.
Por último, se identificó que, aunque actualmente la Ley de California establece que los trabajadores migrantes tienen derecho a recibir el pago de 40 horas o cinco días por año en caso de enfermedad, los trabajadores migrantes, particularmente indocumentados, no se atreven a exigir este derecho porque cuando alguna vez lo han intentado, los patrones les preguntan «¿a qué vienes?, ¿a trabajar o enfermarte?«, o simplemente los dejan de llamar para darles trabajo.
Sin mecanismos institucionales que garanticen los derechos
La reflexión final es que independiente de que sea una economía desarrollada como la de California, Estados Unidos o una en vías de desarrollo como la de San Quintín, México, la precariedad laboral y falta de cumplimiento a los derechos laborales fundamentales de los jornaleros migrantes es la constante o es el patrón. Este panorama revela que la desigualdad y la explotación no dependen exclusivamente del nivel de desarrollo económico de un país o una región sino de la falta de mecanismos institucionales efectivos que garanticen el cumplimiento de los derechos laborales.
Se concluye con las siguientes preguntas que pueden servir como punto de partida a esta problemática: ¿Cómo la comunidad de jornaleros agrícolas migrantes podría crear compromisos contractuales creíbles y justos con los productores? ¿Cómo este sector de la población podría equilibrar la dinámica de poder de los productores?
*Posdoctorante Departamento Estudios Institucionales de la UAM-C
adanancyojeda@gmail.com