Zoé armó la de San Quintín / Gustavo Leal F.*
Lejos de promover el paradigma preventivo de Atención Primaria a la Salud (APS) que emblematiza el Modelo de Atención Integral a la Salud (MAIS) del Programa IMSS-Bienestar, el director general Zoé Robledo regresó a Baja California (26/6/21) sólo para ampliar el Hospital Rural San Quintín en el entonces municipio más grande del país.
Lo que demanda con urgencia esta zona de trabajo jornalera es un acercamiento efectivo –en territorio– de los servicios a las comunidades que pueblan el municipio –y que los requieren– triplicando para ello, al menos, la actual plantilla de los trabajadores de Acción Comunitaria para, entonces, hacer realmente APS.
En su visita anterior (12/10/19) Robledo leyó un discurso “reconociendo” a la gente de Acción Comunitaria: los voluntarios de salud.
El MAIS, dijo, a diferencia de otros, ha hecho la salud preventiva un “pilar”: no espera que la gente llegue “enferma”. Por eso su “trabajo” es tan importante. Yo porto su chaleco en homenaje “sencillo”. Felicidades a los compañeros de Acción Comunitaria. Porque este “modelo” tiene, dentro de sus aliados, a los voluntarios rurales de la salud. Que “no” les pagan: lo que reciben es el “honor” de servirle a su comunidad. El “respeto” a la diversidad indígena: a parteras y médicos tradicionales que “tanto” ayudan con su sabiduría indígena.
Pero luego ofreció “ampliar” el hospital: que venga “más” gente y se amplíe el servicio. Será el primero que tendrá cuatro especialidades “nuevas”.
Aún portando el chaleco de Acción Comunitaria, la segunda vista confirmó que Robledo sigue sin acabar de comprender de qué va la naturaleza preventiva del MAIS y la APS. Para él se trata de “ampliar” el hospital, nuevas plazas con nuevo equipo médico y crecimiento de las especialidades: trauma, orto, otorrinolaringología y oftalmología: “hoy es el segundo hospital más grande del país, después del de Ocozocoautla, Chiapas”, presumió. Todo lo cual resulta estupendo, siempre y cuando, Robledo hubiera antes fortalecido la acción comunitaria preventiva para intentar evitar que los jornaleros requirieran estos servicios curativos que ahora ostenta ruidosamente.
Hospital que, por cierto, fue catalogado como subutilizado por sus cifras de productividad. Durante 2008, el Instituto Nacional de Salud Pública realizó una evaluación sobre el desempeño del entonces Programa IMSS-Oportunidades ( Evaluación externa del programa IMSS-Oportunidades para el ejercicio fiscal 2008).
San Quintín apareció con 2.5 cirugías diarias, contrastando con Ario de Rosales (Michoacán) con 7.6. En consultas diarias, registró 16.3, contra 32.2 en Tepeji del Río. En el ranking sobre el desempeño de las delegaciones en materia de atención hospitalaria, San Quintín ocupó el último lugar: la posición 18. En el rubro de atención médica y comunitaria se ubicó en el sitio 65 de 69. En la evaluación sobre porcentaje de cesáreas, días de estancia, mortalidad intrahospitalaria, capacidad resolutiva e índice de calidad llegó a la posición 55 de 69. Respecto a partos en menores de 20 años, niños con bajo peso al nacer, infantes con bajo control nutricional, detección oportuna de embarazos en primer trimestre y efectividad de las diversas acciones comunitarias ocupó el lugar 54 de 69. Y, finalmente, respecto al total de cirugías y consultas diarias, ocupación intrahospitalaria y productividad total se situó en el lugar 57 de 69.
Estos resultados no son independientes del tipo de población que atiende el Hospital de San Quintín: flotante, en su mayoría de jornaleros y que, sólo por este perfil, portan un estado de salud ya vulnerado. Frente a este escenario, presumir ampliaciones hospitalarias debería seguir a tener primero la voluntad y la visión para multiplicar hospitales comunitarios que acerquen sus servicios a los campos de trabajo para fortalecer las tareas de promoción y prevención propias del MAIS.
Está, además, el maltrato médico. Apenas en abril ( La Jornada 10/4-21), Emilio Ramírez, de Mexicali, hizo la denuncia pública de que su esposa, Eloísa Rivera, de 40 años, había fallecido sin recibir atención médica a las puertas del Hospital Rural del IMSS-B número 69, en el poblado de Vicente Guerrero, en San Quintín. La muerte ocurrió afuera del nosocomio. El personal médico se negó a atenderla, acercándose sólo dos paramédicos para verificar –una hora después– que ya no tenía signos vitales.
Así que en su última visita, Zoé declaró ante AMLO: “por eso, se armó, sí la de San Quintín, para que tengamos hoy quizás el mejor hospital del IMSS-B de todo el país, el modelo para las personas que no tienen seguridad social”. Justo en el universo de este programa IMSS-Bienestar es dónde el presidente López Obrador instruyó a Zoé Robledo para que active la “ampliación” de cobertura a la población sin seguridad social, iniciando con el caso piloto del estado de Nayarit, ya en curso.