Opinión

Un enemigo que está por todos lados

Por: Iván Restrepo

Son partículas de plástico, fibras, gránulos y otros fragmentos con una longitud, ancho o diámetro que va desde milésimas de milímetro hasta menos de cinco milímetros. Se les llama microplásticos al provenir de plásticos de mayor tamaño que se fragmentan, o de empaques de productos de uso común en los hogares, como los tubos que contienen la pasta de dientes.

Se convierten en grave problema si están a la intemperie, en basureros a cielo abierto, en el medio rural y las calles de las poblaciones. Y, como sucede con los desechos de un sinnúmero de productos, crean severos problemas al ambiente terrestre, las cuencas hidrográficas y sus afluentes; en lagos y cañadas. Y en el planeta azul, donde su rica fauna ingiere esos pequeños trozos de plástico confundiéndolos con alimento. Científicos de la Universidad de Newcastle los hallaron en pequeños animales que habitan en lo más profundo de los océanos. Sin faltar los videos en las redes sociales que muestran cómo diversas especies mueren en los mares al enredarse en plástico y/o tragarlo.

Los estudios realizados sobre la presencia de microplásticos en los lugares que se creían libres de ellos, revelan hasta qué punto invaden el planeta. Hace tres años investigadores alemanes revelaron los frutos de una investigación que desarrollaron entre 2014 y 2015 en cinco regiones diferentes del Ártico. Hallaron cantidades enormes de microplásticos. Las muestras recolectadas y analizada contenían hasta 12 mil partículas de ese material por litro de hielo y pertenecían a 17 tipos diferentes de plástico. Desde polietileno y polipropileno, hasta pinturas, nailon, poliéster y acetato de celulosa. Por su pequeñísimo tamaño, las podían ingerir microorganismos.

Hace dos años, científicos de Alemania y Suiza encontraron enormes concentraciones de microplásticos en una amplia extensión que va de los Alpes de este último país a la porción del Ártico noruego. Los trasladó el aire y caían a la superficie como si fuera nieve o lluvia. Otros expertos de Estados Unidos que llevan a cabo un proyecto en parte del Ártico canadiense, encontraron allí dicho material. Brice Loose, director del proyecto, señaló que en un lugar tan prístino «había tanto plástico que se podían ver todos los filamentos sin la ayuda de un microscopio».

Otro estudio reciente de académicos de las universidades Madrid y Alcalá, así como el Instituto de Oceanografía de España, mostró por primera vez presencia de microplásticos (especialmente fibras de poliéster, material muy resistente y duradero) en los lagos de agua dulce del Ártico. Se creía que estaban libres de contaminantes.

Las malas noticias sobre los microplásticos en las áreas más remotas del planeta azul no dejan de aparecer. El 4 de mayo pasado, en la sección de Ciencia de La Jornada se destacó que ya estaban hasta en la capa de hielo más grande, remota y limpia de Europa: la del glaciar Vatnajokull, en Islandia. Los encontraron científicos de las universidades de Reykjavik y de Gotemburgo los cuales dijeron que la presencia de esos contaminantes pueden afectar el derretimiento de los glaciares. El agua del deshielo irá a parar a los océanos aumentando así su nivel. En la nota se añade que el interés en torno a los microplásticos ha girado principalmente sobre la contaminación que ocasionan en el mar, pero existen pocas investigaciones sobre su presencia en los casquetes polares. Y cuando también se hallan en los Alpes italianos y los Andes ecuatorianos.

Todos estos nuevos trabajos confirman que los microplásticos están en todos lados como fruto de las actividades humanas. Que viajan hasta los lugares más remotos por medio del viento. Y que seguramente afectan la salud de quienes los inhalan. Esto último es un problema pendiente de abordar por los especialistas. A la vez, se hace más urgente poner fin al reinado del plástico por los daños que ocasiona al medio ambiente y a la salud pública. Para lograrlo se requiere la participación de la comunidad de naciones. Igualmente de la ciudadanía, que ha hecho por décadas uso generalizado de un material que, como bien han señalado los expertos más reconocidos, ocasiona daños incalculables. Como en México, por décadas sitio propicio para utilizarlo.

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