Sin novedad en el frente
De todas las películas de corte pacifista o abiertamente antibélicas, muy pocas han tenido mayor impacto y perdurabilidad que Sin novedad en el frente ( All Quiet on the Western Front, 1930), del estadunidense Lewis Milestone, basada en la novela del alemán Erich Maria Remarque, cuyo tiraje alcanzó dos años después de su publicación en 1929 más de dos millones de ejemplares. Años después sería prohibida por el régimen autoritario nazi. El formidable relato de Remarque contaba en su adaptación a la pantalla con un guion del dramaturgo Maxwell Anderson, quien con diálogos humorísticos y conmovedores narraba la pérdida de la inocencia del soldado alemán Paul Bäumer (Lewis Ayres), quien a lado de muchos otros jóvenes, casi adolescentes, partieron a la guerra con la idea de alcanzar una gloria a la postre efímera, pero sobre todo con la ilusión de vencer al enemigo francés y llegar victoriosos hasta un París totalmente idealizado. Los intertítulos iniciales de aquella cinta resumían muy bien su intención: “Este relato no es una confesión ni tampoco una acusación y mucho menos una aventura, ya que la muerte no es ninguna aventura para quienes se enfrentan a ella cara a cara. Sencillamente habla de una generación de hombres a quienes, a pesar de haber escapado de las bombas, la guerra destruyó”.
La nueva versión fílmica de esa historia, Sin novedad en el frente ( Im Westen nichts Neues, 2022), del director alemán Edward Berger, adapta de manera libre el relato original y presenta el sacrificio inútil de millones de jóvenes soldados ya no desde una perspectiva hollywoodense, sino de modo muy directo, desde el punto de vista de los alemanes vencidos. Además de la notable caracterización que hace el actor austriaco Felix Kammerer del personaje de Paul Bäumer, también interviene el popular actor Daniel Brühl quien encarna a Matthias Erzberger, un general deseoso de poner fin a la masacre de jóvenes inútilmente sacrificados en una guerra perdida ya para Alemania.
La acción de esta versión se sitúa justamente en los dos últimos años de la Primera Guerra Mundial, periodo que también abarca, de modo algo manipulador y desde una óptica británica, el alegato patriótico 1917, película de Sam Mendes.
Lo que ahora relata Berger no sólo es la muerte de tres millones de soldados en la fallida avanzada militar en el frente occidental francés, sino las duras negociaciones entre los generales alemanes resignados a capitular y la parte militar francesa encabezada por el general Ferdinand Foch (Thibault de Montalembert), interesada en imponer condiciones humillantes a los alemanes para alcanzar un armisticio. Esa contraparte negociadora en el relato, ausente en la primera versión de aquella cinta esencialmente humanista, tiene aquí como efecto dramático enfatizar el grado de insensibilidad de los gobiernos contendientes para quienes los jóvenes soldados fueron sólo carne de cañón desechable y rápidamente remplazable. Como lo atestigua una de las primeras imágenes en el filme, en la que el joven recluta Paul recibe un uniforme supuestamente nuevo con un nombre en la etiqueta que no es el suyo. Se trata de la vestimenta mal remendada de un soldado muerto y ahora su nuevo dueño habrá de correr idéntica suerte en un interminable círculo vicioso. Hay secuencias de acción escalofriantes, como la demoledora marcha de tanques franceses sobre las trincheras alemanas o los lanzallamas que calcinan a su paso a los jóvenes soldados. La cinta filmada en la República Checa y hablada en alemán despliega un alarde tecnológico y un diseño sonoro digno de una gran producción hollywoodense. Y aunque no alcanza a rivalizar con la fina poesía de la primera versión de Lewis Milestone, y tampoco lo pretende, sí consigue –signo de los nuevos tiempos bélicos– armar un alegato pacifista bien estructurado, cuya pertinencia política es hoy evidente. Después de apreciar esta cinta, propuesta alemana para competir por el Óscar como mejor película en lengua extranjera, será difícil no ceder a la tentación de descubrir o apreciar de nuevo la espléndida versión original y, sobre todo, de procurarse la novela homónima de Erich Maria Remarque, un libro que en su género es ya un clásico insuperado.
Sin novedad en el frente es un estreno de la plataforma Netflix.