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Opinión

Musa Verde | XXI y 1/4

Por: Horacio de la Cueva

Empieza el año 2025 y acaba el primer cuarto de siglo XXI. ¿Tiene significado especial alguna de las dos marcas? Ninguno. No presto atención especial a las fechas de los calendarios, a los años, siglos o milenios. Los calendarios son medidas de tiempo fijadas en un punto arbitrario que nos permite referirnos a una secuencia de eventos para poder identificarlos o recordarlos como puntos importantes o trágicos de nuestra vida personal o social. Tan arbitrarias son las fechas de los calendarios que Jesús de Nazaret no nació en el año cero de la era cristiana, pero no vamos a mover esa contabilidad para ajustarnos a un nacimiento. 

En 1582 el papa Gregorio XIII cambió el calendario juliano cuando sus asesores se dieron cuenta que había errores en los años bisiestos de este calendario y retrasos horarios, por lo que aumentó 10 días para compensar, creando el calendario gregoriano que casi todos usamos.

Hace ya varios años—siete— que los “millennials” pueden votar en México. El siglo XX acabó en el año 2000 y el XXI comenzó al año siguiente, 2001, a pesar de toda la publicidad y parafernalia que acompañó al año 2000, incluyendo la amenaza de que las computadoras dejarían de trabajar porque no estaban programadas adecuadamente para el año 2000 ó 00. Nada pasó.

Arthur C Clarke y Stanley Kubrick escriben el guión de la película 2001, una odisea del espacio estrenada en 1968, mientras que Clarke desarrollaba la novela publicaba ese mismo año. El título implica al primer año del siglo XXI. La película es una metáfora de un futuro qué aún no llega. También ilustra los riesgos de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas; en el caso de la película, queriendo ser controladas por HAL una computadora con sus propios y desconocidos fines. La película acaba como una esperanza de que, pese a la Guerra Fría del siglo XX, llegaríamos como especie al siglo XXI, per con un futuro incierto.

A pesar de las utopías y distopías escritas o llevadas a la pantalla sobre la época en que vivimos, la realidad y los retos del primer cuarto del siglo XXI no nos dejan en paz. En vez de crear un futuro para todos, este nos alcanzó a manos de unos cuantos. El cambio climático global no es una distopía que por miedo a enfrentar esa realidad podíamo aventar a la siguiente generación. Los efectos de los gases de efecto invernadero están aquí y ahora. No siempre es posible hacer una conexión causal entre algún desastre ambiental y el cambio climático, pero nin es difícil ni es irreal vincularlos.

Esta semana los fuegos propagados por los vientos de Santa Ana en el área de Los Ángeles, California han destruido decenas de miles de construcciones en áreas icónicas como Malibú, Santa Mónica, Hollywood y Pacific Palisades. ¿Quién responde a estas catástrofes?

Por años expertos en manejo de fuego han advertido que la política de supresión de fuegos, promovida por Smokey the Bear en los Estados Unidos, sólo causa la acumulación de combustibles naturales y, por lo tanto, fuegos catastróficos futuros. Tal como los que hoy se generaron en las áreas silvestres de Los Ángeles. ¿Cuál fue la causa de los fuegos que subyugan a Los Ángeles? Estos casi seguramente fueron causados por humanos. Al momento que se iniciaron no había rayos que pudiera ser su causa natural. Así que hubo un accidente, negligencia o intención humana en el origen de estos fuegos que los vientos de Santa Ana propagaron desde las áreas silvestres de Los Ángeles a las zonas habitadas.

Una vez en las zonas habitadas, la narrativa cambia. Los vientos de más de 100 km por hora han impulsado a las brasas de los árboles incendiados y, después, de las casas brincarán de una construcción a otra, provocando una destrucción cuasi-apocalíptica. Los noticieros de todo el mundo documentan esta destrucción como un acto natural. 

La culpa próxima es de aquellos que provocaron los fuegos en las zonas silvestres, tal vez en algún momento sean capturados, acusados y encontrados culpables de provocar estos incendios. Esto también será noticia de primera plana. Las causas últimas: las lluvias intensa y y las sequía más intensas y prolongadas en la región, la constancia de vulnerabilidad a incendios bajo estas condiciones, el incremento en temporalidad y fuerza de los vientos de Santa Ana tienen otra razón, el cambio climático global. Causas apenas cuestionadas en los medios y gobiernos pero que debemos afrontar y enfrentar a los culpables. 

Estamos en el siglo XXI + 1/4 y no hemos hecho lo suficiente para remediar la situación.

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