Milei: diplomacia de invectivas
El presidente de Argentina, Javier Milei, expresó en una entrevista que se siente halagado cuando lo critica un ignorante como su homólogo Andrés Manuel López Obrador. También cargó contra el titular del Poder Ejecutivo colombiano, Gustavo Petro, al expresar que no puede esperarse mucho de alguien que era un asesino terrorista, en alusión a la militancia del mandatario en la guerrilla del M-19, desmovilizada en 1990. En respuesta, el Presidente de México admitió su desconcierto ante el hecho de que los argentinos, cuya inteligencia elogió, hayan escogido como gobernante a un individuo que no está exacto y desprecia al pueblo.
Las expresiones del dirigente anarcocapitalista se enmarcan en la diplomacia de insultos que él y sus más cercanos han desplegado desde su campaña electoral del año pasado. A sus vecinos Luiz Inacio Lula da Silva y Gabriel Boric los calificó de corrupto y comunista furioso y de miembro de la extrema izquierda, comunista y empobrecedor, respectivamente. Ni el brasileño ni el chileno han aplicado políticas que tengan relación con el comunismo, sino que a ambos se les puede calificar de manera sensata como socialdemócratas que buscan, con más o menos éxito, impulsar el desarrollo de la mano de la iniciativa privada, aplicando medidas correctivas para atemperar los efectos más nocivos del capitalismo.
Este tipo de exabruptos es habitual en un personaje que actúa en función de su ideología, sin importar que salgan dañadas las necesidades de sus gobernados o incluso los intereses de su propio gobierno. Ejemplo de ello son las invectivas contra Lula, presidente del mayor socio comercial de Argentina, así como sus ataques y desaires a China, segundo mayor destino de sus exportaciones e inversor clave en campos importantes de la economía austral, ahora paralizados. Cabe recordar que en campaña Milei se comprometió a romper los lazos empresariales con el gigante asiático y a no hacer negocios con ningún comunista. Al llegar a la Casa Rosada olvidó su promesa, pero ha continuado con provocaciones como la visita de la canciller Diana Mondino a Taiwán, un sinsentido diplomático, geopolítico y comercial con el que pone en entredicho los vínculos con una superpotencia a la que Argentina exporta bienes con un valor de 8 mil millones de dólares para coquetear con un territorio sin reconocimiento internacional al que apenas le vende 268 millones.
Esta clase de decisiones, aunadas a la aplicación del dogma neoliberal, han provocado que en sólo tres meses Argentina se hundiera en su peor crisis en más de dos décadas. Desde el 10 de diciembre, Milei ha pulverizado de manera intencional el poder adquisitivo tanto de los trabajadores como de micro, pequeños y medianos empresarios, pues su estrategia de combate a la inflación consiste en licuar los ingresos, es decir, en hacer que los precios dejen de subir simplemente porque ya nadie puede comprar nada. Como resultado, en apenas un mes la pobreza saltó de 49.5 a 57.4 por ciento de la población, y la Unicef estima que 70 por ciento de los menores de edad podrían encontrarse en esta condición. De diciembre de 2023 a enero de este año, las jubilaciones y pensiones sufrieron una merma de 38 por ciento, mientras los salarios públicos tuvieron una caída de 27 por ciento y se paralizó 86 por ciento de la obra pública. Todo ello, en un contexto en que los precios del transporte, la electricidad, la vivienda y los servicios médicos se dispararon 100 por ciento o más debido al fin de las regulaciones que protegían a los ciudadanos de la voracidad corporativa.
Queda claro que México y su gobierno federal pueden ver con orgullo y alivio el rechazo por parte de una administración que sólo ha llevado miseria diplomática y económica a su país. A la vez, resulta evidente que el trato áspero con el mileísmo no afecta en nada el lazo de hermandad entre los pueblos mexicano y argentino, el cual se encuentra por encima de cualquier contingencia política o partidista.