México, Ecuador y la América dada al diablo
Uno. En la Plaza de la Santa Veracruz, frente a la Alameda Central de la Ciudad de México, el insigne ecuatoriano Benjamín Carrión (1897- 1979) libra recias partidas de ajedrez, su juego favorito. Aunque ahora, evocado en una hermosa escultura de bronce, flanqueada por un muro donde el paseante queda enterado de su pensamiento: “Seamos una potencia de cultura, porque para eso nos autoriza y alienta nuestra historia”.
Dos. Carrión perteneció a la pléyade de escritores y artistas de nuestra América que sintieron a México como algo propio, profundo, y con el combativo espíritu de la gran Manuelita Sáenz (1795-1856): “Soy de la patria americana, nací en la línea ecuatorial”.
Tres. Tiempos, aquellos, en los que el guayaquileño Vicente Rocafuerte (1783- 1847), segundo presidente constitucional de Ecuador (1834-39), cerraba filas con las luchas del pueblo mexicano, publicando en Filadelfia un escrito pionero que traza el itinerario desde el grito de Iguala hasta la proclamación del imperio de Iturbide (“Bosquejo ligerísimo de la Revolución de México”, Filadelfia, 1822). Compromisos por los cuales, el presidente Guadalupe Victoria lo nombró representante plenipotenciario para gestionar nuestra independencia en Inglaterra, Dinamarca y el reino de Hannover (1824- 29).
Cuatro. Entre los “ecuamex” que tuve el privilegio de tratar figuran el bolerista Julio Jaramillo (1935-78), identificado por viejos taxistas y locutores de Acapulco con “el alma mexicana”, y el dramaturgo Demetrio Aguilera Malta (1909-81), cuyas cenizas fueron esparcidas, por orden expresa, en los golfos de México y Guayaquil. O el gran sociólogo Agustín Cueva (1937-92), y el filósofo Bolívar Echeverría (1941-2010), compañero de la embajadora Raquel Serur, quien en días pasados, con dignidad ejemplar, resistió junto con su equipo el irracional asalto gorila a nuestra legación en Quito.
Cinco. El gobierno del ultramontano yuppie bananero Daniel Noboa, justificó el insólito atropello señalando que en la embajada se encontraba asilado el “peligroso delincuente” Jorge Glas (vicepresidente durante el tercer gobierno de Rafael Correa, 2013-17) y acusado (sin pruebas) de “corrupción y complicidad con el narcotráfico” (sic).
Seis. Sin embargo, frente a las perturbadoras imágenes y videos del operativo policial, me dije: “Esto es un mensaje mafioso a tres bandas: contra el movimiento de la revolución ciudadana de Correa, contra AMLO y (el golpe avisa), contra Claudia Sheinbaum”. En efecto. Porque en el Ecuador de Noboa, nada se mueve sin el consentimiento de Washington y la CIA. Y “…un gobierno actúa así porque se siente apoyado por otros” (AMLO, mañanera del 9/4/24).
Siete. Y acá vamos con la “teoría del caos”, del matemático estadunidense Edward Lorenz (1917-2008), quien posiblemente se inspiró en un milenario proverbio chino: “El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. Cosa que cuadra con la total ausencia de orden del capitalismo occidental. O sea, con las violaciones de una deliberada y programada política que, progresivamente, viene despojando de sentido a los principios, ideales, valores y normas de un derecho internacional, degradado a la ley del más fuerte. Pero repasemos los hechos:
Lunes 1º de abril: Israel bombardea el consulado de Irán en Damasco, asesinando 16 diplomáticos y agregados militares.
Martes 2: el embajador de Ecuador José de la Gasca dice en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: “Nada justifica este tipo de ataques, vengan de donde vengan”, y llama a todos los estados a respetar la inviolabilidad de las oficinas diplomáticas y consulares.
Miércoles 3: el gobierno ecuatoriano expulsa a la embajadora Raquel Serur, luego que en su mañanera AMLO relaciona el asesinato en Quito del candidato presidencial Fernando Villavicencio (agosto, 2023), con el triunfo electoral de Noboa (octubre). Dato no menor: siete de los ocho integrantes del comando asesino son detenidos, y a su vez asesinados en prisión.
Jueves 4: México otorga asilo político a Jorge Glas, refugiado en la legación desde diciembre.
Viernes 5: Noboa ordena el asalto, y los gorilas secuestran a Glas. Dato no menor: quien ejecuta la orden se llama Mónica Placencia, mexicana oriunda de Durango, a quien Noboa otorgó la nacionalidad ecuatoriana un día antes de nombrarla ministra de gobierno.
Miércoles 10: en la reunión de la OEA convocada para tratar el asunto, el viceministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Alejandro Dávalos, se queda solo tras justificar el asalto, diciendo que Glas es un “delincuentes convicto”. Entrevistado por un canal de televisión australiana (SBS News), Noboa señala que los diplomáticos mexicanos golpearon a los policías ecuatorianos (sic).
Nueve. En 1981, la editorial Monte Ávila, de Venezuela, publicó el último libro de Benjamín Carrión. Su título: América dada al diablo.