Hugo López-Gatell
Denuestos e injurias, dirigidos contra el Presidente y la 4T, pueblan la gran mayoría de los espacios de comunicación. Aunque los sectores dominantes del pasado imperan sobre esos espacios, son impotentes para determinar la opinión social mayoritaria: las mayorías han escapado a su voz encorajinada. Lo prueba la ventaja de Claudia: va arriba en las encuestas, a pesar del pesar de los antiguos sectores dominantes y su aparato de comunicación. La opinión de las mayorías, de otra parte, no es una; no, cuando el liderazgo mayor de la 4T ha empezado su lento borrarse de la escena.
Las mayorías deben decidir sobre una representación política que dé continuidad a la 4T; el cúmulo de los problemas no resueltos es inmenso y la transformación debe continuar hallando siempre nuevas energías políticas y nuevos objetivos que continúen allegándoles justicia social. Respecto de la Presidencia de la República, la duda ha sido despejada para Morena. Pero entre muchas otras decisiones, está pendiente la referida a la Ciudad de México.
Fui invitado a suscribir un desplegado que apoya la trayectoria de Clara Brugada. Su actuación pública por el flanco izquierdo es indudable. La invitación, que suscribí (quizá me halle entre las “567 firmas más”), tenía sentido de apremio, frente al alud mediático en favor de Omar García Harfuch, un personaje sin biografía política, menos aún por la izquierda.
La propaganda no halló mejores prendas para García Harfuch, que convertirlo en Batman, el “superhéroe” del cómic del mismo nombre, un multimillonario magnate empresarial, dueño de las Empresas Wayne en Gotham City. Batman Harfuch, y su imagen del murciélago, han abarrotado las bardas de la CDMX, un rollo kitsch –de mal gusto y pretencioso–, ajeno al sentido pueblo de la 4T.
Al momento de incluir mi firma en el desplegado, los corrillos avisaban que el veredicto de los ciudadanos en la CDMX estaba entre Batman y Brugada, no había más. Pero, otros datos emergentes –que yo desconocía– advierten que no es así: entre los aspirantes que pueden ganar la encuesta se halla también Hugo López-Gatell. Las preferencias rondan niveles similares para Clara, Hugo y Batman.
Asistí a una reunión de académicos con Hugo López-Gatell. El afamado médico me era del todo familiar porque quizá lo vi cada día en televisión desde aquella conferencia del 28 de marzo de 2020 en la que, seria e imperativamente, tres veces demandó de los ciudadanos: ¡quédate en casa! La urgencia del llamado tenía el propósito irrevocable de frenar la velocidad de transmisión de un virus muy contagioso y desconocido para el mundo. Lo que siguió fue un drama terrible con un altísimo exceso de muerte durante el lapso 2020-2022.
Frente a una tragedia sin par en más de un siglo, la sociedad mexicana y las autoridades sanitarias tuvieron un desempeño ejemplar, reconocido por la OMS. López-Gatell tuvo un rol relevante en esa cruzada imborrable.
Quienes observamos el drama sin lentes ideológicos perversos, sabemos el porqué del exceso de muerte. La desigualdad social ha implicado una pobreza condicionante de una dieta repleta de productos chatarra. Asociadas a ese desastre, llegaron: obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatía coronaria, insuficiencia respiratoria, dislipidemia… Todas, comorbilidades seria o mortalmente agravantes para las personas que se vieron afectadas por covid-19. La desigualdad, además, expuso más al contagio a los pobres, impedidos de ubicarse en el aislamiento que era posible a los afortunados.
Los neoliberales acentuaron la desigualdad histórica. Eliminaron para los ciudadanos cuanta atención pública pudieron. Privatizaron la atención sanitaria y muchos hopitales. Los pobres dejaron de ser incumbencia del gobierno. La pandemia llegó cuando el Estado estaba desarmado para atenderla. De ahí la hazaña de la reconversión hospitalaria que pudo ampliar la atención a los afectados; que todos los infectados de gravedad contaran con una cama y un ventilador. La salud tan menoscabada de los pobres sólo podía provocar altos índices de muerte, mayores que en los países menos afectados por las infamias neoliberales.
En la reunión a la que asistí, vi al López-Gatell que había visto en la televisión. Serio, pero de sonrisa fácil; con una memoria notable; muy informado, transmitiendo confiabilidad; comprometido con la izquierda y con la 4T; seguro de sí mismo; muy atento a las intervenciones de los presentes: las de quienes mostraban algún vuelo intelectual y las de quienes informaban de problemas más cotidianos; con unas ganas enormes de vivir su reconversión personal, desde el servicio a la comunidad en el campo de la salud, al deseo de servirla desde posiciones más amplias de gobierno. Hugo López-Gatell ha sido continuamente violentado por los medios de la derecha, que atacaron con vesania su pulcro proceder en el manejo de la pandemia; pero esos medios ya no cuentan en la opinión mayoritaria. Hugo también puede ser quien gane la encuesta ciudadana rumbo al Gobierno de la CDMX.