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Opinión

El último lector | Tiempo líquido en Vicente Rojo / Rael Salvador

Por: Rael Salvador

A Ensenada le pasan cosas interesantes, es innegable.

Tener en su Agenda Cultural del puerto una exposición de Vicente Rojo, uno de los artistas plásticos más importantes del abstraccionismo en México, siempre será un honor. 

“Tiempo líquido”, 12 grabados que celebran los meses del año –desde la óptica de un diálogo de posibilidades entre lo representativo y lo transitorio– se inaugura esta tarde, 9 de diciembre, en el espacio de Café Guau! –Calle “B” y Delante, en el Fraccionamiento California–, a las 18:00 horas (entrada libre, con reservación).

El legado de Vicente Rojo Almazán (España, 1932-México, 2021), refinado adalid de la Generación de la Ruptura, referente imprescindible de la plástica y el libro en cualquier latitud de la creación, fue diseñador de un mundo editorial y fundador de “tipografías” que guardan ya  el júbilo de lo eterno (Artes de México, la Gaceta del FCE, La Jornada, y un largo etcétera, sin por ello dejar de mencionar la emblemática portada de “Cien años de soledad” en Editorial Sudamericana).   

¿Luz en tiempos sombríos? Sí. Y por ello hay que agradecer la gestión a Enrique Botello y Francisco Moreno –a Beatriz «Mini» Bustillos, encargada del enmarcado– por hacer posible la presencia de uno de los artistas plásticos más importantes de la pintura moderna.

El “Tiempo líquido” en Vicente Rojo es parte de una Numeralma que nos habla desde la contabilidad de lo eterno…

Numeralma –o Almanaque–, ¿qué más da? Todos en esta vida tenemos los días contados. Una flecha en el Calendario o una fecha en el Almanaque por celebrar o recordar (del latín recordis: “volver a pasar las cosas por el corazón”).

Un sistema o un tratado normado para dividir el tiempo en porciones digeribles.

El elogio del artista plástico Vicente Rojo es una lección metafísica que materializa el flujo eterno en compartimentos legibles, como dicta la tradición renovable del Universo.

El lenguaje de la pintura –como podemos ver en el gabinete sideral del tiempo–, es lunar, circular: “Ouróboros” (signo que representa a una serpiente mordiéndose la cola), lo cual remite a nuestra naturaleza cíclica, reafirmando el eterno retorno de las tradiciones místicas, siempre avaladas por Nietzsche.

La pieza –estuche de resguardo azul, “Tiempo líquido” (presentado con un relato de Juan Villoro)–, la cual se calendariza en 12 grabados, es el “impulso máximo” de una creación exclusiva (y por ello, numerada) que remite a la existencia –creación, destrucción, renovación–, porque la “escritura plástica” de Rojo se cifra en el paso del tiempo líquido, en el pigmento que refiere siempre el polvo de lo eterno…

Hojas que dicen a los ojos lo que es o podría ser. Al corresponderse a los 12 meses del año (annus, anillo), incluye la dosificación de los cientos de días lunares que se inician a medianoche: 365, para ser “exactos”, y que para ello –en el “bisiesto”– se enmiendan cada 1460 (cada 4 años).

Desde que el papa Gregorio XIII instauró –en el año de 1582– el calendario “gregoriano”, con su día extra en febrero (bisiesto: bis sextus dies ante calendas martii: “repetido el sexto día antes del primer día del mes de marzo”), las indicaciones rivalizan con el calendario romano y musulmán, con la astronomía china y azteca. 

En fin, indicaciones que versas en la meteorología, las festividades, pasatiempos, actos civiles a conmemorar, consejos divinos o prácticos, sin olvidarnos de su función  de “santoral” y, ahora en el Café GUAU!, en su recuperación artística.

Ensenada, ¡enhorabuena!

raelart@hotmail.com

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