El último lector | La única esperanza es la paz, pero no la falsa «paz» de Trump y Netanyahu
Después de la invasión bélica de EE.UU. a suelo de Irán —una decisión NO aprobada por el Congreso norteamericano y llamada “Martillo de Medianoche”—, un feliz Benjamín Netanyahu declaró a los medios internacionales: “El presidente Trump y yo solemos decir que la paz se logra a través de la fuerza. Primero viene la fuerza, luego la paz”.
¿Un bombardeo es el inicio de la paz? Seguro que no sólo los iraníes y mi hija piensan diferente.
Sin pruebas claras, tanto EE.UU. e Israel actúan como si Oriente Medio fuese una potencial amenaza nuclear. En nombre de una supuesta “Salvación humanitaria”, acusan, mienten y asesinan. Luego viene la rapiña. No hay que olvidar que Irak fue, en 2003, reventada por la misma acusación incriminatoria que, a final de cuentas —ahorcado Sadam Husein y concentrados 300 mil cadáveres iraquíes—, resultó falsa.
Quienes tienen bombas nucleares son Israel como EE.UU.—el único que las ha lanzado contra población civil, en Hiroshima y Nagasaki—, y no es para nada esperanzador que este sábado 21 de junio se hicieran estallar bombas de 14.000 kilos —intensificando el caos mundial— para borrar del mapa parte de la infraestructura atómica de Irán, un país que determinó su avance científico en materia nuclear —para la medicina, la agricultura y la energía— dentro del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP).
En las mesas de “acusación” del TNP —que precisamente abandonó Israel semanas atrás (algo que ya había hecho Trump en 2018)—, Irán fundamentó argumentos donde se describe que su programa nuclear se centra exclusivamente en fines civiles y no en armas nucleares. Nadie le creyó, porque no se trata de un asunto de “credibilidad”, sino de mostrar pruebas irrebatibles de laboratorio —como sugería el escritor Federico Campbell— de que precisamente quien desea acabar con Oriente Medio sea el mismo Irán.
Mientras tanto, funcionarios estadounidenses, manipuladores profesionales igual que Trump y Netanyahu, afirman —no confirman— que las “ciencias armadas” iraníes podrían convertir el 60% de uranio enriquecido —que, en su estado actual, como se comentó, es para uso civil e inútil para crear bombas atómicas (que ocupan el 90%)— para fabricar, “en una sola semana” —¡en una sola semana!—, la catastrófica “bomba mortífera” que termine de una buena vez con Israel, Oriente Medio y el mundo que conocemos.
¿Cómo es posible que el destino de la humanidad penda de las manos de un tipo tan vulgar como Donald Trump?
La respuesta —que se encuentra en los bastidores de esta mundialización bufa— es sencilla e inequívoca, y quien se respete por ser atento podrá matizar, mas no negar. Se trata, como no ignoramos, de una complicidad globalizada, la cual se cifra en el silencio de las naciones que, para sorpresa de nadie, ahora son mudas por decreto.
En la desnuda experiencia del lenguaje, el cuchillo de la economía cercena voces. Lo que un latinista preparatoriano entendería como “Nihil novi sub sole” (Nada nuevo bajo el Sol).
El oro de la diligencia económica mundial es un factor determinante —tierras raras, diamantes, petróleo, órganos infantiles.—, pero también los es la moralidad inmadura, esa degradación bestial del desamor al conocimiento que confunde “prosperidad” con “supremacía sentimental” —propia de espíritus enanos—, y que, en una pésima gestión del voto, apostó por un “revendedor de autos de segunda mano”, quien todo lo sabe y todo lo puede, sino miente y se desmiente: donde Hitler resultó demasiado torpe —apenas 17 millones de asesinados—, los electores estadounidenses se convierten en una obscena fábrica de muerte.
¡Vaya mierda de responsabilidad!
Cuento viejo. Ya lo decía al inico, con Tony Blair y su “Reino Unido” en la encomienda de exterminio: Irak, 2003, destrozada hasta las ruinas porque según este homicida de carrera la otrora antigua Babilonia poseía “armas de destrucción masiva, incluyendo las nucleares”. Nunca fueron encontradas.
Las propias, a la vista, nunca las vieron.
Pero… ¡Bomba y final con selfie!
Trump y Netanyahu, en un eje inhumano, entretejen sus mentiras y revientan a bombazos a quien señale sus contradicciones: Palestina, Irán, Egipto, Siria, Líbano, Sudán, Jordania, Irak… Estados Unidos recientemente amplió su lista a 43 países: Afganistán, Bután, Irán, Libia, Corea del Norte, Somalia, Sudán, Siria, Venezuela, Yemen, por nombrar sólo algunos.
Hay listillos de poca monta, “politiquillos” antiéticos que, posando como zorros astutos, socavan rutas extranjeras cabalgando sobre cabezas ajenas… y otros que —como gallinas decapitadas— bailan errantes la fina musiquita del filo antes de morder el polvo final.
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