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Opinión

El último lector | Camus: “Sólo un día más”

Por: Rael Salvador

A lo largo de mi vida, Camus ha estado no sólo en una gabardina, en una serie de libros bien leídos o en esos reflejos centelleantes del rostro de Humphrey Bogar en la película “Casablanca”.

De la gabardina me queda sólo el recuerdo de la mía —negra o gris, como obsequio de un periodista solvente a otro que no lo es—. Los libros, asentados en mis manos por muchos amigos, pernoctan todavía en los estantes de mis libreros en una noche que parece ser eterna. Y qué decir de la luz castellana de los gestos de Bogar que aún recuerda al del autor de “El hombre rebelde”.

Una frase, que es ya de dominio público, nos acompaña desde aquellos maravillosos días de juventud: “En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habita un verano invencible”.

En 1985, después de leer sus novelas —“El extranjero”, “La peste” y “La caída”— me hice, con la música de las monedas de un premio literario que había obtenido, del ejemplar de “Bodas”, esa obrita nacida de su natal Argelia y que nos acerca, en una visión más que vitalista, a su astro benefactor. De ahí de ese breve mar de páginas, se eleva —como un Árbol del Saber, que tiene como imán el cielo— la frase citada en el párrafo anterior.

Me gusta Camus, podría afirmar no sin cierto desenfado de lector, pero el asunto va más allá de una adicción a su nobleza, a su estilo inimitable o al consabido romance que Camus tenía con las estrellas.

En esa cadena de polinización libresca, muchas veces fruto del azar, al leer la imprescindible columna de Manuel Vicent en El País me entero que la escritora Susana Fortes ha recreado las cartas de amor* entre María Casares y Albert Camus.

“Sólo un día más” (Espasa-Calpe, 2025), en un recorrido paralelo al propio flirteo del personaje principal —bello contrapunto, porque contrasta el modus operandus del amor de hoy al amor de ayer— es una novela que reaviva una de las más bellas y trágicas pasiones del siglo XX; podría decir que, al sustraer con gran intuición los pormenores del diálogo espiritual y la correspondencia carnal entre la actriz española y el pensador francés, Fortes recupera el fuego de las palabra y nos lo entrega en un libro que alumbra algunos misterios esenciales en la existencia humana, todo ello a partir del compaginado de un diamante roto y las variaciones iridiscentes del acercamiento de unos labios a otros labios…

De ello refiere la autora: “Noté en la escritura una atmósfera electrizada, esa incertidumbre de cuando el aire se vuelve irrespirable por la presencia del azar, que es el perfume de la vida violenta, del amor incondicional, de las pasiones desconcertantes que no podemos comprender”.

Camus fue un amante de la antigüedad griega, de donde se enraíza su moral y le posibilita el acercamiento al teatro: a la mujer en escena, a ese tigre de carácter mitológico que sabe que no hay distancia mínima entre el actor y el director, entre la obra y el espectador, porque siempre existe una distancia mínima entre dos que se quieren o se atraen, exactamente “como dos páginas de un libro sin abrir”.

Al leer “Sólo un día más”, reparé que algo violento y dulce “se me trepó por la espalda y me erguí ante sus ojos como una cobra ante el sonido de una flauta”.

Fue como volver a ver el espectro de Camus emanar de las notas del “La Vie en rose”, el himno de una generación que creía honestamente en el narcótico del enamoramiento entre el humo azul de la posguerra.

*“Albert Camus-María Casares. Correspondencia 1944-1959” (Debate, 2023).

raelart@hotmail.com

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