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Opinión

El nuevo rector

Por: Pedro Salmerón Sanginés

El viernes felicité a la UNAM por la designación del doctor Leonardo Lomelí Vanegas como rector. Un par de horas después me sentí comprometido cuando el Presidente aludió en la mañanera a mis comentarios sobre Leonardo, tras expresar sus dudas sobre su designación, pues lo identifica con el grupo neoliberal que gobierna la UNAM y también con el grupo mafioso que ha controlado el “árbitro” electoral y que se expresa desde una revista de colores subsidiada por el Estado desde tiempos de Salinas (https://acortar.link/ iqQjkE, hora 2:14).

Antes de atender lo que dijo el Presidente, diré por qué confío en Leonardo. Nos conocimos en 1993 o 94 como estudiantes de la licenciatura en historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (él estaba por terminar también la licenciatura en economía). Cursamos juntos numerosas materias y coincidimos en muchas cuestiones historiográficas y políticas. En 1997 entramos al posgrado en historia y elegimos tres seminarios comunes (con Álvaro Matute, Arnaldo Córdova y Carlos Martínez Assad), que durante seis años nos reunieron en el aula tres veces por semana mientras nos formábamos en la teoría política y la filosofía de la historia. En esos seminarios me tocó leer sus proyectos de investigación y ver cómo se convertían en sus tesis de maestría y doctorado, en las que parte de una visión nacionalista de la historia para analizar las políticas económicas y, sobre todo, la historia de las ideas económicas de 1892 a 1925 (aunque también antes, con un brillantísimo análisis de las ideas económicas juaristas, y después se extiende a las décadas siguientes). En sus tesis y en trabajos posteriores sobre la política económica nacional queda siempre de manifiesto su rechazo al neoliberalismo desde una perspectiva crítica fundada en un nacionalismo de izquierda muy parecido al que inspira a la #4T. Como economista e historiador no tiene un pelo de neoliberal.

Pero sin duda, desde Guillermo Soberón y hasta José Narro (y los primeros años de Enrique Graue) los rectores fueron sumisos al gobierno, y a partir de Jorge Carpizo entraron en una dinámica neoliberal que suscitó dos de las mayores huelgas estudiantiles de su historia, que detuvieron los aspectos más agresivos del proyecto neoliberal, pero no su derechización elitista. Mientras el país ha avanzado hacia la democracia, la UNAM se encierra cada vez más en sus mecanismos antidemocráticos y excluyentes, que ya hemos analizado (https://acortar.link/LK8eOs). Y Leonardo Lomelí ha formado parte de los órganos de gobierno de la UNAM. El más simbólico de ellos, la Junta de Gobierno, acaba de designarlo rector… dentro de un abanico de candidatos que pertenecían todos a esos grupos dirigentes, entre los que varios son abiertamente neoliberales o de derecha.

Sin embargo, al haberlo tratado tan cercanamente durante tantos años, sé cosas de él que vale compartir: me constan su acrisolada honradez, su amor por México, su compromiso con la UNAM, su sensibilidad social del lado de los pobres y otros valores: es de lealtad a toda prueba y siempre honra su palabra. Como funcionario tendió puentes a los disidentes, cerrando siempre la puerta a las crecientes presiones del ala dura de la derecha universitaria, hambrienta de represión. En Economía, los consejeros universitarios estudiantes y los representantes de asociaciones de profesionales han expresado su reconocimiento y así resumen su gestión: “corrió a los porros, estableció becas alimentarias para alumnos, apoyó la formación de profesores (ayudantes y de asignatura), impulsó la pluralidad, investigación, profundización teórica, diálogo y respeto”.

En cuanto a su cercanía al grupo mafioso del INE, vale una anécdota: no sólo se negó a firmar el desplegado del 3 de agosto de 2006, promovido por ese grupo, sino que logró que varios profesores reconocidos decidieran no firmarlo, convenciéndolos con un argumento elemental: “eldesplegado dice que revisaron cuidadosamente las denuncias del fraude, ¿cuáles revisó usted, maestro, las de qué distrito?” No contaré otras, sólo diré que fue muy claro que este año no respaldó los desfiguros con que protagonistas de ese grupo fueron reincorporados como académicos de la UNAM, o han sido exhibidos como profesores que no dan clases o investigadores que no investigan.

Muchos compañeros no vieron que la Junta de Gobierno desechó las candidaturas del ala derecha enemiga de la #4T; tampoco, que no era factible elegir a un rector abiertamente partidario de ella: pero designó a alguien capaz de tender puentes. Y lo más importante, sensible a los grandes problemas de solución inaplazable, entre los que menciono tres: la transformación de las relaciones de género eliminando toda forma de agresión, acoso, desigualdad…; la pauperización de la vida de los profesores de asignatura y la cada vez más mafiosa y cerrada reproducción de las castas elitistas de investigadores, y, por supuesto, democratización gradual.

¿Podrá iniciar la transformación, la modernización impostergable de la UNAM? Sé que quiere y ojalá pueda. No será fácil porque la derecha universitaria, las élites “académicas” y la casta dorada se opondrán con toda su fuerza. Espero que de nuestro lado, la #4T, le dé el oxígeno y el tiempo que necesita para empezar a caminar en esa dirección respetando siempre la autonomía universitaria, como dijo el Presidente el viernes.

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