publicidad
Opinión

El financiamiento de la revuelta de Madero, 1910-1911

Por: Dr. Lawrence Douglas Taylor Hansen* | Voces de El Colef

Uno de los aspectos más interesantes del período inicial de la Revolución Mexicana trata del financiamiento de la revuelta antirreeleccionista encabezada por Francisco I. Madero contra el gobierno del presidente Porfirio Díaz, del 20 de noviembre de 1910 hasta finales de mayo de 1911.

Algunos de los primeros “historiadores” oficialistas de la revuelta, como Roque Estrada, Juan Sánchez Azcona, Adrián Aguirre Benavides, y Alfonso Taracena, que eran partidarios del movimiento antirreeleccionista, mantuvieron que la rebelión había sido financiada casi en su totalidad por las contribuciones de dinero y de bienes de los mismos revolucionarios. Entretanto, otras personas, que criticaban al régimen de Madero, aseveraron que los dirigentes del gobierno maderista habían estado involucrados en tratos cuestionables con compañías extranjeras, como la empresa estadounidense Standard Oil, en un esfuerzo desesperado para conseguir suficiente dinero para llevar a cabo su revuelta en México. Durante la tercera semana de abril de 1911, cuando las fuerzas maderistas en el norte de Chihuahua estaban sitiando a Ciudad Juárez, agentes rebeldes estuvieron en contacto con C.R. Troxel, representante de la Standard Oil, en El Paso, Texas. Troxel les indicó que la empresa estuvo dispuesta a prestar a los insurrectos un millón de dólares en cambio por, una vez que los rebeldes hubieran logrado la victoria, bonos de oro gubernamentales del seis por ciento y algunas concesiones comerciales. No obstante, aunque las negociaciones en torno del supuesto “préstamo” continuaron durante el resto de abril y la primera semana de mayo, la conquista de Ciudad Juárez por los rebeldes el 10 de mayo de 1911 eliminó la necesidad de seguir con el trato.

En realidad, el dinero que los rebeldes consiguieron para sufragar los diversos gastos de la lucha, desde la compra de armamento hasta el pago por los alimentos, ropa y otras necesidades de la tropa en campaña, provino de una gran variedad de fuentes. Durante los primeros cinco meses de la campaña maderista, los insurrectos dependían mayormente de las contribuciones de los principales seguidores y simpatizantes, así como el carácter limitado de los fondos que Gustavo Madero, hermano de Francisco Madero, pudo obtener de bancos y compañías que otorgan préstamos, utilizando sus propios negocios y propiedades como una especie de fianza. Un caso sobresaliente de este tipo de “maniobra” ocurrió durante los últimos meses de 1910, cuando Gustavo viajó a Francia con la cantidad de 400,000 pesos en certificados de la Compañía Ferrocarrilera del Centro, en que era socio e inversionista. Los demás ejecutivos de la compañía entendieron que el dinero sería utilizado para construir un ramal ferroviario en Zacatecas para la Compañía Constructora Nacional Mexicana, subsidiaria de la Compañía Ferrocarrilera del Centro. En Paris, cambió los certificados por 500,000 francos franceses y, al llegar a Nueva York en su viaje de regreso, en lugar de depositar el dinero en la cuenta de dicha Compañía Constructora, lo utilizó para la compra de armamento para los rebeldes maderistas.  

Desde los inicios de la campaña militar en el norte, los rebeldes comprendieron que la clave para ganar la victoria dependería de la captura de uno o más pueblos fronterizos; tales victorias les proporcionarían no sólo unos ingresos importantes de dinero, sino que también ayudarían a elevar su prestigio y sus posibilidades de conseguir préstamos en el extranjero. La captura de Ciudad Juárez y su aduana, junto con la apertura de ésta y las demás aduanas en la frontera norte durante las ultimas semanas de mayo de 1911, proporcionaron a los maderistas con una fuente regular de dinero para continuar la campaña en el norte. Aunque los rebeldes controlaron la aduana de Ciudad Juárez durante un período de tiempo relativamente corto (un par de semanas) hasta la renuncia del presidente Porfirio Díaz y del vicepresidente Ramón Corral y el colapso de su gobierno, esta fuente de dinero llegó en un momento particularmente crítico en el avance y la expansión del “Ejercito Libertador” rebelde, que requería cierto tiempo y fondos para reabastecerse en caso de que se prolongara la campaña.

Investigador
Departamento de Estudios Culturales
Tijuana

Related Posts