El Escuchón: La universidad que no protege derechos
Recientemente fui a impartir una charla y escuché a alumnos de la universidad del Estado discutiendo los recientes problemas de inseguridad. Una de ellas exigía que la universidad restringiera la entrada al campus a toda persona ajena. Otra compañera alegaba que restringir la entrada a la comunidad era ello mismo violatorio de los derechos de los estudiantes, porque la universidad pública es de todes. Lo que me sorprendió no fue el desacuerdo sobre qué requiere la protección de los derechos de los universitarios; sino que la conversación tomara el mismo minimalismo que ha tomado la discusión en lo nacional.
Lo que quiero decir es que para las personas en México la discusión sobre la justicia social (la redistribución de la riqueza, la igualdad de oportunidades, el ingreso mínimo, etc.) ha pasado a segundo plano por la urgencia de que, en lo general, el Estado mexicano ya no puede ni siquiera garantizar nuestra integridad física y material. Paralelamente, parece que si exigimos más vigilancia y cero tolerancia en la universidad pública; nos retraemos a la manera mínima en la que la uni debe evitar las violaciones de derechos y queda de lado la manera en la que la uni debe potenciar el ejercicio pleno de los mismos.
Naturalmente con esto no quiero decir que la uni no deba garantizar la seguridad de las y los universitarios (lo mismo que tampoco niego la centralidad de la justicia social). Todo lo contrario. Lo que quiero decir es que la universidad pública no debe ser sólo reflejo de lo mínimo que debe hacer la sociedad, sino que debe ser además prueba fehaciente de lo máximo que puede alcanzar. Así, aunque sea difícil realizar la justicia en cada rincón del Estado; cuando menos en el espacio contenido de la universidad pública, un Estado debería mostrar el florecimiento de los ideales de la educación en una democracia liberal como son el pluralismo, rigor intelectual, autonomía, responsabilidad social y la inclusión. ¿Cómo se ve una universidad que no tiene ni la más mínima intención de tirar en esa dirección? Creo que las universidades corruptas, mediocres, y autoritarias son las que se entretienen en la mera simulación de educación universitaria.
En la universidad corrupta obviamente predomina el plagio, el abuso de la IA, y los concursos de oposición (aquellos en los que participan los profesores-investigadores para ser contratados según su mérito) amañados o a modo. A los profes de asignatura sólo se le paga el tiempo frente al grupo (y no la preparación ni la evaluación y seguimiento) y a los profes de tiempo completo se les llena de tareas sin dejar tiempo para la investigación. La universidad mediocre es aquella cuyos graduados del doctorado no son contratados por ninguna otra universidad como profesores-investigadores.
Esto lleva a que las autoridades corrompan los concursos de oposición para contratar a sus propios egresados. Pero esto sólo reproduce la mediocridad en un ciclo sin fin. La universidad autoritaria no permite la diversidad en sus contrataciones. Entre los profesores-investigadores no se ven personas que pertenezcan a grupos minorizados como las personas indígenas, afrodescendientes, abiertamente gay o trans. Ese ambiente de inseguridad y violencias desincentiva la participación, movilización, expresión, autonomía y agencia estudiantil genuina.
¿Por qué razón, aunque sea en la universidad (antes que en ninguna otra parte de la sociedad) debemos erradicar la corrupción, la mediocridad y el autoritarismo? Porque la universidad pública tiene bajo su tutela el máximo recurso del que dispone un pueblo: mentes jóvenes con sed de conocimiento. Ningún otro recurso material o natural sirve de mucho, si no hay mentes pensantes diseñando nuevas expresiones, modos de vida y tecnologías científicas, sociales y humanísticas para ser más libres y cuidarnos mejor entre todas y todos.
*Investigador de la Estación Noroeste de Investigación y Docencia
del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
@KikeCamach




