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Opinión

El campo mexicano: soberanía alimentaria en los tiempos del 2do. piso de la 4T

Por: José Zavala Álvarez

La seguridad alimentaria de México ha sido, es, objetivo permanente de todos los regímenes gubernamentales que hemos tenido, sin embargo, los diferencia no el discurso sino la institucionalidad que han creado y aplicado en lo relativo a soberanía, sobre la cual también hay diferencias en su entendimiento o interpretación. La seguridad, la disponibilidad suficiente de alimentos básicos es un asunto de seguridad nacional, nuestra capacidad de decidir cómo la conseguimos significa el ejercicio de nuestra soberanía, en la medida que se logre ganar terreno en seguridad alimentaria por medios propios reduciremos nuestra dependencia del exterior, en esa misma medida estaremos ganando soberanía alimentaria.

El reto es de escala mayor, pues la institucionalidad creada en los regímenes De la Madrid – Salinas – Zedillo – Calderón – Peña entregaron soberanía a través de una apertura comercial en condiciones de enorme desventaja para el sector productivo nacional, éstos gobiernos complementaron la apertura con medidas institucionales internas que impidieron deliberadamente el desarrollo de ciencia y tecnología propias, extinguieron intencionalmente los servicios públicos de asistencia técnica y extensionismo, proscribieron el cooperativismo, limitaron severamente el desarrollo de infraestructura y equipamiento de origen nacional, bloquearon el desarrollo de nuestros propios procesos de agroindustrialización, colapsaron el desarrollo de la industria petrolera y la producción propia de fertilizantes, semillas y otros agroinsumos, intentaron extinguir organismos públicos de educación e investigación agropecuaria como el Colegio de Postgraduados, el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, Forestales y Pecuarias, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, entre otros. Por otro lado, prácticamente desaparecieron el Sistema Financiero Rural, suprimieron particularmente la banca de primer piso lo que significó la extinción de la ventanilla bancaria obligando a productores al encarecimiento del crédito y a la dependencia de intermediarios y prestamistas.

Hubo, hay, sectores deshonestamente beneficiados con la aplicación de estas políticas, grupos de importadores que acumularon grandes fortunas en detrimento de un sector social del campo cada vez más marginado y desposeído, la propiedad social en el campo, la propiedad de los muchos, tiene un proceso claro de reconcentración en menos manos. Pero lo de más alto riesgo es la dependencia alimentaria mexicana del exterior que se acerca al 50% en granos básicos y oleaginosas, necesitamos importar anualmente cerca de 4 millones de toneladas de trigo, de las 8 que se consumen; en maíz amarillo importamos casi 20 millones de toneladas en 2023, producimos en promedio 15; en maíz blanco producimos alrededor de 27 millones de toneladas, traemos de fuera casi medio millón; importamos cerca de 1 millón de toneladas de arroz, producimos alrededor de 170 mil; traemos de fuera más de 300 mil toneladas de frijol frente al millón que producimos.

El régimen obradorista ha reorientado los recursos públicos del sector, por un lado, hacia el centro y sur del país, y por otro, los ha enfocado a pequeños y medianos productores, esto ha reducido dramáticamente el presupuesto público para apoyos a agricultores del norte en general, con una agricultura de mayores extensiones, irrigadas, intensivas, altamente mecanizadas, con producciones destinadas esencialmente para el mercado, con altos costos de producción,  y receptora de grandes volúmenes de recursos públicos a través de diversos programas de apoyo. Estas disposiciones obradoristas de reorientación del recurso público tienen, sin duda, un criterio de justicia frente al rezago ancestral de los pequeños y medianos productores del centro y sur mexicanos, regionalmente el efecto de abasto alimentario de origen local debe ser mejor, pero en el marco nacional la dependencia alimentaria del exterior no tiene visos de resolverse, no hemos resuelto nuestra seguridad alimentaria nacional, tampoco, pues, nuestra soberanía alimentaria.

Las elecciones federales de este 2024 significan las postrimerías del régimen obradorista y, si aceptamos la inercia electoral observable, la llegada de los tiempos del “2do. piso de la 4T”. Hasta ahora solo el equipo de Claudia Sheinbaum ha dado a conocer las primeras elaboraciones que muestran un esfuerzo de diagnóstico y criterios de política de “Desarrollo Rural y Soberanía Alimentaria” que habrían de instrumentar en los tiempos de ocupación de los cargos públicos. Es de destacar la franqueza al reconocer que “el país no logró el objetivo del Plan Nacional de Desarrollo de reducir la dependencia de las importaciones de maíz y otros alimentos principales de la dieta nacional” y que “las importaciones de alimentos… continuaron la tendencia al alza que se extiende ya por al menos seis décadas”. Como el obradorista, el régimen sheibaumista, en ciernes, retoma, con puntualidad, los diagnósticos y propuestas que por décadas se han venido haciendo por incontables sectores sociales del campo y estudiosos, sobre todo de perfil campesinista, y que se esbozan en párrafos anteriores de este texto, sostiene y subraya los objetivos de “Aumentar ´sosteniblemente´ la producción agrícola… destinada al mercado nacional” y “Acrecentar el superávit comercial agroalimentario… mayor bienestar y mayor sostenibilidad”, estos objetivos tendrían base en iniciativas de innovación y asociativismo, una estrategia regionalizada de fomento productivo, el sostenimiento de prohibición de importación de maíz transgénico, provisión de bienes públicos, como sanidad e inocuidad, ciencia y tecnología, información oportuna, inspección y vigilancia.

Todavía estamos en los inicios de la construcción de propuestas y diseño de políticas para el desarrollo del campo mexicano por parte del equipo de gobierno que podría venir, se advierte un buen grado de certeza sobre la continuidad de los criterios de política agropecuaria y rural, en este marco y a la luz de la falta de logros en el plano nacional en materia de seguridad y soberanía alimentaria, es prudente, por un lado, reconocer que la reconstitución de infraestructura nacional de producción de combustibles, fertilizantes, electricidad, semillas, es el camino correcto, masiva y largamente exigido, por otro, es necesario que el régimen del 2do. piso 4T considere ponerle  intensidad a recuperar recursos imprescindibles, urgentes: generación de conocimiento propio, ciencia, tecnología e innovación que se complete con servicios de asistencia técnica interdisciplinaria; reconstitución de un sistema financiero rural, banca de desarrollo de primer piso para el sector, pero sin corrupción; revisión y corrección de la institucionalidad firmada por el gobierno mexicano en materia de apertura comercial que significan desventajas abusivas para el lado mexicano. Finalmente, también es necesario reconocer que México está contrarreloj, los resultados no alcanzados aún y la alienación del partido en el gobierno, del gobierno en sí en sus tres órdenes, los legislativos y el aparato judicial, con la “internalización” de un sinnúmero de personajes discordantes, y hasta enemigos, de los criterios sociopolíticos y socioeconómicos del régimen actual y del que, con alta probabilidad viene, podría quitarle ritmo, o de plano impedir, las reformas institucionales que las claras mayorías han demandado con insistencia.

Investigador
El Colegio de la Frontera Norte, Unidad Mexicali
jza61@colef.mx

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