Opinión

Dólares para Trump, sanciones para México: el doble discurso del Tesoro

Por: Mónica García Durán

  • El mismo gobierno que combate al Cártel de Sinaloa fabrica culto político en plena crisis interna. México no debe guardar silencio

Estados Unidos vuelve a enviar señales contradictorias a México y al mundo. En la misma semana en que la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro anunció sanciones contra ocho personas y doce empresas mexicanas vinculadas con Los Chapitos, una facción del Cártel de Sinaloa, la misma dependencia reveló que trabaja en una moneda conmemorativa de un dólar con la imagen del presidente Donald Trump, con motivo del 250 aniversario de la independencia estadounidense.

Ambas noticias, surgidas del mismo órgano de gobierno, muestran una profunda incoherencia institucional: el Tesoro se presenta como símbolo de legalidad internacional al atacar las redes financieras del narcotráfico mexicano, pero al mismo tiempo promueve la exaltación política del mandatario más divisivo en la historia moderna del país, justo cuando su administración atraviesa un nuevo cierre gubernamental y un bloqueo presupuestal sin precedentes.

El anuncio de la OFAC fue, en lo formal, una acción contundente. Las sanciones alcanzan a Sumilab S.A. de C.V., empresa con sede en Culiacán, Sinaloa, dedicada a la venta de productos químicos y equipos de laboratorio a operadores vinculados con el Cártel de Sinaloa.

De acuerdo con el comunicado del Departamento del Tesoro, la familia Favela López, propietaria de Sumilab, dirige una red de empresas —Agrolaren, Viand, Favelab y Fagalab— que combinan actividades agrícolas con el suministro de precursores químicos usados en la fabricación de fentanilo.

Las sanciones implican el bloqueo de activos, la prohibición de transacciones financieras con ciudadanos estadounidenses y la inclusión de los sancionados en la lista negra del Tesoro. En teoría, estas medidas buscan obstaculizar el flujo de dinero y el acceso a insumos químicos para el narcotráfico.

Sin embargo, más allá del efecto económico inmediato, el anuncio tiene un claro significado político: se produce en un momento en que el gobierno estadounidense enfrenta una parálisis interna que ha afectado a cientos de dependencias federales y ha dejado a miles de empleados públicos sin salario. En ese contexto, el golpe contra los cárteles mexicanos funciona también como mensaje externo de fortaleza, mientras el aparato estatal enfrenta una creciente fragilidad interna.

En contraste con esa postura de rigor financiero, el propio Departamento del Tesoro difundió la existencia de bocetos preliminares de una moneda conmemorativa de un dólar con la imagen del presidente Donald Trump.

El tesorero estadounidense, Brandon Beach, aseguró en redes sociales que los diseños son reales y que el lanzamiento oficial se realizará una vez que concluya el cierre gubernamental: “No hay noticias falsas. Estos primeros borradores en honor al 250 aniversario de Estados Unidos y a @POTUS son reales”, escribió.

El anuncio generó desconcierto tanto dentro como fuera del país. En primer lugar, porque rompe con una tradición no escrita: ningún político en funciones o aspirante presidencial había sido incluido en una moneda oficial antes de terminar su mandato.

Y, en segundo, porque ocurre en medio de un colapso administrativo que ha comenzado a afectar la vida cotidiana de millones de estadounidenses. El cierre gubernamental, que ya se extiende por seis días, mantiene a buena parte de las agencias sin presupuesto, aunque el presidente Trump insinuó una posible negociación con los demócratas sobre la ley de salud, pero se retractó horas después.

Mientras tanto, los aeropuertos de Denver y Newark enfrentan retrasos por falta de controladores aéreos, y el secretario de Transporte, Sean Duffy, advirtió que el programa que subsidia vuelos rurales se quedará sin fondos el fin de semana.

Es decir, el país que anuncia nuevas sanciones financieras contra los cárteles mexicanos no puede garantizar el pago de su propio personal público. Y, aun así, su Tesoro dedica recursos a diseñar una moneda en honor al presidente que ha llevado al gobierno a la parálisis.

En términos prácticos, México debería:
1. Solicitar información detallada sobre las empresas y personas sancionadas, verificando que las acciones estadounidenses no violen procesos judiciales abiertos o competencias nacionales.

2. Reforzar sus propios mecanismos de supervisión financiera, especialmente los relacionados con insumos químicos, para evitar que Washington monopolice la narrativa del combate al fentanilo.

3. Demandar reciprocidad: si Estados Unidos exige acciones contundentes contra el crimen organizado, México tiene derecho a exigir control del tráfico de armas y financiamiento ilícito que fluye desde el norte.

4. Evitar la politización de la cooperación bilateral, pues mientras el Tesoro estadounidense convierte su política en un espectáculo interno, México debe mantener una postura técnica, basada en resultados y no en declaraciones.

La política exterior estadounidense parece atrapada entre el rigor y el espectáculo: por un lado, sanciona empresas mexicanas por el tráfico de precursores químicos, mientras su propio sistema financiero padece un secuestro político.

El mensaje es claro: Estados Unidos combate con firmeza los delitos ajenos, pero tolera sus propias distorsiones democráticas. El combate al fentanilo puede ser un asunto de seguridad nacional; la idolatría presidencial, en cambio, es un signo de deterioro republicano.

México, por su parte, debe mantener distancia crítica y exigir coherencia: cooperación sí, pero sin subordinación.

monique.duran@outlook.com

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