Astillero | Se le apareció el Diablo a Calderón
Felipe Calderón y Margarita Zavala anunciaron que guardarán su opinión sobre el juicio a Genaro García Luna para emitirla cuando finalice, aunque el primero aprovechó el viaje tuitero para rechazar el primer involucramiento expreso que en su contra se ha hecho ante el jurado estadunidense, como presunto confabulado para favorecer al cártel cuya figura más conocida ha sido Joaquín Guzmán, El Chapo, y para ir contra el de los Beltrán Leyva.
El señalamiento de Calderón como narcopolítico fue planteado por el temible ex fiscal de Nayarit, Édgar Veytia, quien aseguró que en el proceso de transición del poder estatal entre Ney González (hijo del fallecido dirigente cetemista clásico Emilio M. González) y Roberto Sandoval Castañeda (detenido en junio de 2021, bajo acusaciones de realizar operaciones con recursos de origen ilícito) escuchó al primero, que pronto dejaría el cargo, señalar que en una reunión en la Ciudad de México con Calderón y García Luna le habían dicho éstos que la línea era apoyar a El Chapo (lo que iba contra el pacto ya hecho por el futuro mandatario, Sandoval, con los Beltrán Leyva).
Es, desde luego, la versión de quien fue fiscal delincuente y ahora espera beneficios carcelarios al colaborar en Nueva York con la fiscalía. Pero Nayarit ha sido un campo de batalla en el que han participado el mencionado Diablo (quien fue director de seguridad pública en el municipio de Nayarit, entonces presidido por Sandoval Castañeda), los presuntos socios del general Cienfuegos (Juan Francisco Patrón Leyva, el H2, fue acribillado por marinos y en Estados Unidos se pretendió procesar al titular de Sedena por supuestas complicidades con tal narcotraficante) y los intereses garcialunistas-felipenses acusados de incendiar el calderón nacional para favorecer a la facción sinaloense.
Calderón, y Zavala y todo el grupo que buscó crear el partido México Libre y que ahora se refugia de vuelta en Acción Nacional, han eludido hasta donde les ha sido posible el negativo juicio político e histórico que les corresponde por la utilización desesperada, en términos internos, y beneficiosa en cuanto a benevolencia gringa, de lo que sería la “guerra contra el narcotráfico”, treta funesta urdida para tratar de superar el estigma del fraude electoral de 2006 y obtener apoyo del intervencionismo estadunidense, siempre puesto a acelerar violencia y rupturas sociales para mejor dominar a países de su interés estratégico, con apoyo de peleles nativos.
Con bravuconería desplegada desde plataformas bien protegidas y con hipocresía discursiva, Calderón Hinojosa pretende dibujarse como político de mano dura que sí supo enfrentar al crimen organizado, sin mencionar que, hasta antes de su fatídica “guerra”, y a pesar de que ya con Vicente Fox se desarrollaba el virus apellidado García Luna, los índices de violencia no se habían disparado como ha sucedido desde que Felipe disparó el gatillo institucional.
La mención de Calderón por parte de Veytia no significará por sí misma la apertura de alguna acción judicial en el país vecino, aunque esa mención y otras que llegaran a acumularse podrían dar pie a la integración de una investigación estadunidense aparte.
Pero vale preguntarse si la exuberante narrativa de relaciones delictivas entre gobernantes, políticos, empresarios de medios, periodistas y jefes del crimen organizado tendrá consecuencias más allá del asombro o la constatación. Calderón se ha puesto a resguardo cuando menos político en Madrid, aunque parecería difícil que hubiese algún proceso judicial en su contra en México, porque el presidente López Obrador mantiene la postura de no iniciar acciones contra ex ocupantes corruptos de Los Pinos. Así que todo puede quedar en mucho escándalo y espectáculo, con castigo tal vez a un secretario indefendible, pero sin extender de más el brazo de la justicia, siempre distante. ¡Hasta mañana!
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