Astillero | ¿Complementario Ebrard?
Hasta ahora, y a pesar de que ha hecho declaraciones sumamente descalificatorias del proceso interno de Morena y de la ganadora oficial, a la que llegó a referirse como esa señora
(a la que no se sometería), Marcelo Ebrard Casaubon no ha recibido de la llamada Cuarta Transformación una respuesta proporcional o cuando menos ligeramente parecida.
Esa inusual condescendencia con alguien con visos de probable desertor y de fuerte adversario en evolución podría fundarse en un cálculo frío que trataría de evitar que el ex canciller obradorista se confeccione un ajuar de víctima o perseguido. No ha sucedido así con otros disidentes, a los que apenas han dejado el cargo y pretendido asumir posiciones críticas les han llovido descalificaciones gruesas (un ejemplo menor en talla política, pero ilustrativo, se dio con quien fue subsecretario federal de Seguridad Pública, el coahuilense Ricardo Mejía Berdeja).
La blandura en el ya planteado campo de batalla (todavía) morenista genera interpretaciones en el sentido de que, a fin de cuentas, una candidatura de Ebrard por Movimiento Ciudadano (virtualmente la única opción que le queda, si decide abandonar el partido guinda) terminaría favoreciendo a la llamada Cuarta Transformación e incluso, aunque el discurso de táctico deslinde necesario implique raspones a Sheinbaum, a la virtual candidata presidencial morenista.
Dicho con simpleza: Ebrard como abanderado de MC implicaría para Palacio Nacional tener dos candidaturas presidenciales en contienda: la oficial, con Claudia, y la extraoficial y complementaria, con Marcelo. Es de suponerse que el máximo jefe político prefiriera el triunfo de la corcholata favorita, pero tampoco habría drama si en un vuelco que hoy parece poco probable ganara la corcholata bis, al amparo de un Movimiento Ciudadano reconciliado con el obradorismo al que ya apoyó en dos campañas presidenciales.
El ebrardismo en pista alterna también ayudaría a acercarse a las deseadas cuentas calificadas pues, según nota en la versión mexicana del diario El País, que no había sido desmentida a más de un día de su publicación, Marcelo estaría gestionando cuotas en candidaturas a las cámaras para su grupo, siempre y cuando Morena aceptara ofrecerle una disculpa pública por el proceso interno y, además, el reconocimiento de que tuvo irregularidades.
Supeditar el seguir en Morena a tal disculpa y reconocimiento pareciera el sembrado de condiciones para hacer imposible su cumplimiento y, así, justificar
el paso hacia MC, con la misma exigencia de cuotas en las cámaras. Lo cual, en el fondo, implicaría que el marcelismo tuviera sus propios grupos parlamentarios que podrían negociar con Morena y aliados para votaciones claves. En todo caso, pasando el Día de Muertos habrá de definir Ebrard su camino: reconciliatorio o complementario.
Astillas
Xóchitl Gálvez no ha logrado acomodar su natural interés electoral de temporada a lo que está sucediendo en Acapulco. Como otros opositores, se ha centrado en la versión de la dictadura obradorista y del supuesto bloqueo a ayudas de la sociedad a los damnificados. Pero no ha prendido ese discurso (aunque la panista Kenia López ya fue a la OEA a pedir intervención
en México)… El aplazamiento de 11 días en la resolución de las candidaturas morenistas en nueve entidades potencia el riesgo de divisiones e inconformidades, sobre todo en la Ciudad de México, Puebla, Chiapas y Tabasco (pero no sólo en esos lugares)… Bueno, hasta el club de las cuatro mentiras (PVEM) ha dicho en voz de su secretario general, Jesús Sesma, que si Morena no postula a Omar García Harfuch al Gobierno capitalino podríamos analizar el no acompañamiento si se pone en riesgo la ciudad
. Mmm… Y, mientras alguna entrevista amable con algún ex secretario de la Defensa Nacional, clave en el caso Ayotzinapa y librado de un proceso penal en Estados Unidos, se retitula como Luis Catorce Fuegos: México soy yo
, ¡hasta mañana!
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