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Ya no tengo nada que demostrar a la gente, sólo a Charlo: ‘Canelo’

Por: Juan Manuel Vázquez / La Jornada

En la historia del boxeo, la conferencia antes de un combate estelar adquiere niveles de obra dramática. Es ante todo una representación. Una bravuconada a lo mucho, dispuesta para impresionar a los aficionados y, de ser posible, al contrincante. En esa puesta en escena, Saúl Canelo Álvarez ya es un actor consumado. Ayer en Las Vegas acudió con esa mezcla de parquedad y arrogancia que se les permite a las estrellas. Al adversario, Jemell Charlo, le tocó el papel del joven que busca su oportunidad para brillar.

Ambos dominan sus divisiones, han ganado los cuatro cinturones que los acredita como campeones indiscutidos. Cada uno tiene las cuatro fajas (CMB, OMB, AMB y FIB), Álvarez en supermediano y Charlo dos categorías abajo, en superwélter. El estadunidense tuvo que subir hasta el rango que domina el mexicano, una apuesta que no deja de ser polémica.

Ambos posaron con su colección de cintos; son tantos que se nota lo complicado que resulta posar con dos fajas en cada antebrazo. Eso pesa el éxito en el boxeo.

La condición de ser campeones indiscutidos y que por primera vez en la historia hay un choque con esta peculiaridad, le basta a Charlo para afirmar que el sábado cuando peleen ya no tienen nada que demostrar a la gente. Ya lo han ganado todo, concluye.

Álvarez no deja pasar la oportunidad y como histrión experto ante su público, aprovecha las palabras de su oponente para lucir.

«Estoy de acuerdo con Charlo, el sábado no tenemos que demostrar nada ante la gente, porque ambos somos los campeones indiscutidos de nuestras divisiones», comenta el tapatío; «sólo le aclaro que al único que tengo demostrarle algo es a él. Jermell nunca ha creído en mis habilidades, pero le voy a enseñar que soy mejor y por eso quien está en la cima soy yo».

Charlo hace a un lado la cortesía y cae en el juego. No deja de reconocer el lugar que tiene el Canelo. Pero insiste en la idea de que empieza una nueva era en el boxeo y que ese momento es el suyo, no del mexicano.

«Saúl ya ha hizo todo lo que se podía hacer en el boxeo, es el tipo de peleador que no puedes pasar por alto, pero soy un guerrero y este es mi momento», suelta Charlo.

“Canelo ha enfrentado a muchos grandes peleadores, sin embargo ahora yo pongo sobre la mesa algo que nunca antes ha visto. No ha peleado con un boxeador de mi calibre”, agrega.

Sin convencer

Las peleas más recientes del tapatío están lejos de ser su repertorio más depurado. Han sido combates que termina con dificultad, respirando de manera atropellada y recibiendo más golpes de los que lanza. No ha sido del todo convincente. En su equipo argumentan que las lesiones en la mano y algunos otros imprevistos no le han permitido desdoblarse en ese peleador fuera de serie que venden en cada temporada.

«Me he rehabilitado de mi mano por completo», afirma Canelo; «ya estoy en mi mejor forma. También he entrenado sin contratiempos como hace mucho no lo hacía».

Álvarez trata de explicar en qué radica su esencia, qué lo hace distinto. Aunque busca en su vocabulario cada vez más amplio del idioma inglés, no encuentra los adjetivos para definirse.

«Es diferente estar ante mí. No es lo mismo que contra cualquier otro boxeador. No sé cómo decirlo, se trata de un sentimiento distinto, eso es lo que descubrirá Charlo el próximo sábado».

El estadunidense no tarda en lanzar una analogía para amenazar al tapatío y le dice que tenga cuidado, porque estará «ante un león».

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–No sé en qué clase de fiera debo convertirme el sábado –responde Canelo con malicia–, pero tengan por seguro que seré ese animal.

Mientras llega el día, Ignacio Beristáin, veterano entrenador integrante del Salón de la Fama, evita hacer declaraciones sobre el tema. Hace tiempo que elude todo lo que tiene que ver con Canelo y ni siquiera ve sus peleas. El boxeo para este maestro veracruzano se mueve por otros derroteros.

“Lo único que diré es que es un insulto lo que están haciendo en la carrera del Canelo con todo lo relacionado al peso de los rivales. Negociar cláusulas para tener ventajas. Enfrentar a rivales de categorías más chicas. Les ofrecen muchos millones de dólares y los engatusan de tal modo que son capaces de pelear en divisiones donde no tienen ninguna posibilidad”, remata contundente.

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