Mujer de palabra: Rosario Castellanos
Castellanos es conocida por su labor como novelista. Entre las obras que destacan de ese género se encuentran Balún Canán, Oficio de tinieblas y Rito de iniciación, novelas que le brindaron un reconocimiento nacional e internacional. También hizo aportes en el género poético, con importantes obras como Meditación en el umbral y Poesía no eres tú. En teatro publicó Salomé y Judith y El eterno femenino. Rosario también escribió cuento, con un rico carácter narrativo y reflexivo sobre la cultura mexicana, tal es el caso de Álbum de familia y Los convidados de agosto. Como se mencionó, esta autora mexicana abarcó todos los géneros literarios, el ensayo también estuvo presente en su obra literaria con grandes obras como Juicios sumarios, El mar y sus pescaditos y El uso de la palabra.
Otra obra de esta autora disponible para consulta y análisis es Sobre cultura femenina, la cual es su tesis de maestría en filosofía, misma que estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Hablar de Rosario Castellanos no es cualquier cosa, pues es hablar de una autora que dominó todos los géneros de un arte, la literatura, que cambió de elementos y estructuras, pero no de principios. Hay mucho que decir sobre la extensa obra de Rosario Castellanos, siendo sus trabajos ensayísticos donde plasmó con mayor libertad el deseo por visibilizar distintos conflictos que consideraba podían solucionarse. Castellanos aportó ideas claras sobre la cultura mexicana, sobre el acierto o desacierto de ser mujer, sobre las luchas de clases y sobre los oprimidos.
Es Balún Canán, una de las muestras más grandes de esta autora por alumbrar a un sector desprotegido por el gobierno y todas las instancias sociales, se trata de los indígenas. Rosario Castellanos hizo diversas aportaciones en la literatura hispanoamericana del siglo XX, enriqueció dicho siglo con obras maestras que ya han sido mencionadas con anterioridad, pero más importante que eso, marcó un antes y un después en la literatura que hasta ese momento se creaba en México.
Fue Rosario, entonces, un faro que iluminó a muchas nuevas escritoras, a toda una oleada de pensadoras e intelectuales. Uno de los aciertos más grandes de Castellanos fue no callar todo aquello que tenía por decir, plasmarlo en papel y hacer lo necesario para que viera la luz.
Castellanos es considerada como una de las poetas más importantes del país, siendo Monólogo en la Celda uno de sus poemas representativos:
“Se olvidaron de mí, me dejaron aparte.
Y yo no sé quién soy
porque ninguno ha dicho mi nombre; porque nadie
me ha dado ser, mirándome.
Dentro de mí se pudre un acto, el único
que no conozco y no puedo cumplir
porque no basta a ello un par de manos.
(El otro es el espacio en que se siembra
o el aire en que se crece
o la piedra que hay que despedazar).
Pero solo… Y el cuerpo
que quisiera nacer en el abrazo,
que precisa medir su tamaño en la lucha
y desatar sus nudos
en un hijo, en la muerte compartida.
Pero solo… Golpeo una pared,
me estrello ante una puerta que no cede,
me escondo en el rincón
donde teje sus redes la locura.
¿Quién me ha enredado aquí? ¿Dónde se fueron todos?
¿Por qué no viene alguno a rescatarme?
Hace frío. Tengo hambre. Y ya casi no veo
de oscuridad y lágrimas.”
(Monólogo en la Celda – Rosario Castellanos).
En su obra, Rosario Castellanos levantó la voz en favor de los desprotegidos, de los indígenas, de las mujeres que vivían con miedo y de todo aquel que se sintiera vulnerable ante la fortaleza de sus opresores.