En Tel Aviv sus actividades, además de embajadora, era líder de opinión en feminismo (“mi mero mole”), como reiteraba constantemente.
Fue Rosario, entonces, un faro que iluminó a muchas nuevas escritoras, a toda una oleada de pensadoras e intelectuales. Uno de los aciertos más grandes de Castellanos fue no callar todo aquello que tenía por decir, plasmarlo en papel y hacer lo necesario para que viera la luz