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Cultura

Mikis Theodorakis: un precioso hombre grande

Por: Rael Salvador

Tijuana, 3 de septiembre.- Más que otra cosa, Mikis Theodorakis fue un poeta-músico, al cual cortejó la rebelión y la justicia, mellizas de un tiempo grande, como su figura, sus composiciones, sus manifiestos, sus poemas…  

Al plantearse el regreso a las raíces de Grecia, Theodorakis lo hizo a partir del los poetas: Yannis Ritsos, Giorgos Seferis, Odiseas Elytes y otros, musicalizando sus versos, homenajeándolos con oratorias, ofrendándoles cantatas, arraigándolos de manera preciosa y contundente en la tradición popular griega.

Ritsos, Seferis, Elytes, por citar a los más emblemáticos, amigos del mismo Theodorakis, son poetas que recita y lee la gente por todos los rincones, explanadas, caminos y mercados, como uno lee y recita a Federico García Lorca o Pablo Neruda, a quienes también puso música y aparecen como imprescindibles en su repertorio internacional: “Canto General”, del chileno, y “Lorca, para voz, solo de guitarra, coro y orquesta” (basada en el “Romancero Gitano”).

Pero la pieza que lo hace memorable, de piel en cuerpo, de cuerpo en piel, de movimiento en movimiento, es “Zorba el Griego”, banda musical de la película realizada en 1964, donde el bouzou, también conocida como “guitarra del Sol”, va cadenciosamente aumentando de emisión a emoción, para que Anthony Quinn y Alan Bates registren en la memoria colectiva de la humanidad la danza o “sitaki” que ofrecerá presencia universal a esta nueva Grecia de los años posteriores a la posguerra y que no dejaremos de bailar hasta el fin de los tiempos.

¿Cómo no recordar el cierre de la película dirigida por Cacoyannis, cuando Zorba es convidado a ofrecer la lección de baile a quien buscaba la vida perdiéndose intelectualmente en la biografía de Buda?

Por mi padre conocí Theodorakis, siendo un niño, a mediados de los años 60, y Theodorakis me llevó a Nikos Katzantzakis, autor de “Zorba el Griego”, “El pobre de Asís” o “Cristo de nuevo crucificado”, que ha significado mucho en mi existencia. Leer o releer la autobiografía de Katzantzakis, “Carta al Greco”, aderezada siempre con el trabajo musical de Theodorakis, me ha brindado la felicidad terrena ofreciéndome la medida del hombre ante sus imaginarios, porque como él mismo dice: “La felicidad es un ave doméstica que se encuentra en el patio de nuestra propia casa”.

Theodorakis vivió de tiempo en tiempo en París, donde activó la resistencia contra la junta militar de Grecia y reelaboró todo el material que había realizado antes de 1960: la Primera Sinfonía, el ballet “Carnaval”, “Edipo Rey”, por citar algunas. Pero también compuso nuevas piezas: la Primera Suite, para piano y orquesta; la Segunda Suite, para orquesta; la Tercera Suite, para soprano, coro y orquesta; el Concierto para piano; los ballets “Los amantes de Teruel” y “Antígona”…      

Mikes Theodorakis, nacido en la isla de Chio, Grecia, ha fallecido a sus 96 años, heredándonos tanto sus activismo político, cifrado en “Diario de la Resistencia”, como su memorioso atril, pletórico de palomas, poemas, oleajes mediterráneos, mitos griegos, fulgurante en un sinfín de piezas para orquesta, cine, ballet, teatro, gozo popular y todo tipo de manifestación contestataria…

En esta hora precisa, me gustaría decir que la Música de la Resistencia baila a la luz de la Muerte, danzarina de lo Eterno.

raelart@hotmail.com

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