Por: Ángel Vargas/ La Jornada
Ciudad de México, 10 de junio.- El sociólogo francés Alain Touraine, pionero en la investigación de los movimientos sociales contemporáneos y uno de los padres del concepto de la sociedad posindustrial, falleció este viernes a los 97 años, informó su hija, la ex ministra Marisol Touraine.
Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2010, su trayectoria intelectual y producción científica impactaron de manera notable las ciencias sociales de Europa, Estados Unidos y América Latina.
Su obra se centró en el problema de la reflexión social: la relación individuo-sociedad. Analizó los modelos de conducta del individuo con base en el sistema de trabajo; desarrolló para ello el método accionalista o sociología de la acción, consistente en un análisis sociológico de la civilización industrial que se caracteriza por la importancia que se da al proceso de trabajo, de acuerdo con la revista electrónica de educa-ción Sinéctica.
Nacimiento y vida
Alain Touraine nació el 3 de agosto de 1925 en Hermanville-sur-Mer, pequeña localidad en el noroeste de Francia, dentro de una familia orientada por valores republicanos y una inclinación profunda hacia el estudio y la literatura.
Su experiencia de infancia y juventud –según una semblanza de la Universidad Iberoamericana– habrían de estar marcadas por los convulsos años de entreguerras: la gran crisis del 29, la emergencia y crisis del nazismo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación, el Día D (6 de junio de 1944), la liberación y la reconstrucción, el surgimiento de la guerra fría y la guerra de Argelia.
Sus estudios
Realizó estudios en las Universidades de Columbia, Chicago y Harvard. En 1960 se convirtió en investigador senior del École Pratique des Hautes Études (actualmente la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París), donde fundó el Centro de Análisis y de Intervención Sociológicos (Cadis). A lo largo de su extensa trayectoria, publicó centenares de artículos y no menos de 40 libros.
Intelectual de izquierda pero de tendencia cada vez más liberal, el sociólogo francés fue un cronista meticuloso de los cambios sociales en su país natal a partir de los años 50, y también un estudioso de la clase obrera en Chile.
No dejó de mirar hacia América Latina, a medida que evolucionaba hacia posiciones más liberales, apuntó la agencia Afp. Siguiendo la tradición intelectual francesa, se expresó en público, mediante tribunas o manifiestos, a veces de forma opuesta: así, por ejemplo, defendió una reforma del sistema de pensiones del gobierno conservador francés en 1995, y al año siguiente firmó un llamamiento en favor del movimiento armado zapatista en México.
En opinión de la socióloga y politóloga Martha Singer, conocedora de la obra del intelectual galo, Alain Touraine es un personaje fundamental del pensamiento sociológico y político del siglo XX y tuvo un enorme impacto en América Latina y en nuestro país.
Dejó una escuela de manera directa e indirecta en México, porque muy pronto, a mediados del siglo XX, él comenzó a preocuparse por el estudio de los movimientos sociales. Se ocupó, sobre todo, en pensar la sociedad en términos de la existencia de un sujeto social y entender el cambio como un continuo producto de la acción colectiva y transformadora.
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En entrevista, explica que, frente a la escuela estadunidense que se estaba desarrollando al mismo tiempo, el sociólogo francés sostenía que, además de entender cómo se experimentaban las nuevas expresiones colectivas, el surgimiento de movimientos como el de las mujeres o los ambientalistas, había que preguntarse para qué estaban sucediendo.
Recuerda que en la década de los 60, cuando aún tenía mucha importancia entender el cambio político como un cambio de la lucha de clases encabezada por la clase obrera, Touraine participó de la vertiente del pensamiento que planteaba que más allá de la clase obrera, lo que había eran movimientos que estaban generando nuevas identidades colectivas transformadoras de la realidad.
Por ejemplo, había que entender el movimiento de las mujeres como identitario, que generaba una nueva forma de verse e identificarse y, por eso, tiempo después, cuando surge en nuestro país la lucha indígena encabezada por el zapatismo, él se liga directamente para entender ese proceso y queda sorprendido de la capacidad de movilización y de incidencia en el proceso de transformación que está teniendo nuestro país en los años 90, en el 94 en particular, y todo el cambio político que arranca en México en ese momento. Entonces, los planteamientos teóricos de Touraine fueron recogidos en buen sentido por el pensamiento no sólo académico, sino también por los propios actores.
Docencia en México
Docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Martha Singer resalta la participación del intelectual francés en la fundación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, en 1957, en un contexto donde se están poniendo en tela de juicio o reorganizando las corrientes teóricas sacudidas por los golpes de Estado en el Cono Sur.
Y encabeza desde ahí un desarrollo muy grande e importante del pensamiento social para América Latina y, con la impronta de Flacso en nuestro país, también como un pensador muy influyente. A veces se le criticaba porque no era un marxista ortodoxo, pero creo que a partir del alzamiento zapatista, la acogida al pensamiento de Touraine crece todavía más. Es cuando, además, comienza a desarrollar nuevos planteamientos en torno a su concepción de la identidad colectiva.
Adiós a una mente leal y grande
El filósofo y sociólogo galo Edgar Morin (París, 1921) expresó su pesar por el fallecimiento de su amigo y compatriota Alain Touraine. A través de su cuenta en Twitter, el padre de la teoría del pensamiento complejo hizo patente su admiración por su colega sociólogo: “Qué amistad, qué 70 años de fidelidad, qué lealtad, qué generosidad, qué gran obra, qué nobleza de carácter.
«Lloro a Alain Touraine, compañero de 70 años, gran y perspicaz sociólogo de los movimientos sociales que introdujo la subjetividad humana en una ciencia que la ignoraba. Fue una mente noble, leal y grande, orgullo del pensamiento francés.»
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