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Cultura

Culminó Pascal Quignard su generoso encuentro con México

Por: Pablo Espinosa / La Jornada


Ciudad de México, 3 de diciembre. Pascal Quignard en primera persona: los solos son dignos de respeto para mí.

Explaya: mantengo la esperanza de una comunidad de solitarios, porque los que leen están solos y forman una comunidad de solitarios, y los veo en este momento aquí, frente a nosotros.

El mediodía del sábado 2 de diciembre, Pascal Quignard se despidió de México en medio de vítores y una comunidad de solitarios que durante cinco días, cambiante, lo siguió doquier, hizo largas filas, lo esperó durante horas y lo escuchó leer, en francés, fragmentos de su obra, música callada.

Sus palabras de despedida están aquí junto a esta nota, firmadas por él, en esta página

Culminaron así cinco jornadas de asombro, porque Pascal nunca dejó el asombro de ver frente a sus ojos, a cientos y cientos de lectores, la mayoría jóvenes, cuando él se sabe un autor que conocen unos cuantos, y dijo en México, nuevamente, que reconoce que es un autor difícil de leer, pero todo el tiempo lució contento, muy contento, sonriente, haciendo bromas.

Ayer tuvo su última presentación, que ocurrió en la librería El Péndulo de la colonia Roma. Largas filas en el camellón. Por desgracia, muchos se quedaron fuera, igual que en la sesión de la noche anterior.

Siempre alejado del mundo, Pascal abandonó su refugio en una comunidad rural de Francia, para enfrentar el monstruo de la ciudad. Develó muchos secretos, entre ellos, definió el momento de su surgimiento como escritor:

Pascal es un producto del 68 porque en ese año, en 1968, conoció a Paul Celan, que estaba roto, fragmentado emocionalmente por la posguerra, y también realizó el hallazgo del Cuarto Cuaderno de la Música callada, del compositor Federico Mompou. De ellos dos tomó la idea de fragmentar el mundo, las palabras, la vida, para volverlos a juntar.

Animado por las preguntas de Ernesto Kavi, traductor de la novela más reciente de Quignard, El amor el mar, Pascal continuó la magia que hizo la noche anterior, cuando en la galería Kurimanzuto tocó en el piano la Música callada, de Federico Mompou, quien, narró Quignard, era hijo de un soldador de campanas y se instaló en un pueblo donde él también se hizo tañedor de campanas e inventó una música muy silenciosa que era lo contrario de la música, porque en la música clásica que todos conocen, el músico ataca una melodía y lanza una emoción, mientras Mompou se dirige hacia la otra dirección.

El secreto de la Música callada de Mompou, explicó Pascal, consiste en un recurso técnico que en música se llama punto de órgano y que es igual al silencio infinito. La primera página de su Cuaderno Cuatro tiene cinco puntos de órgano y al final una nota rápida. Son cantos bellos de dolor, no se desarrollan. Se callan. Es por eso que pedí prestado a ellos, a Paul Celan y a Federido Mompou, la idea de escribir obras donde los fragmentos no son el final y dejar al lector la libertad y el placer de acompañarlos hasta el final.

Largas filas en la calle durante las dos jornadas últimas de su gesta mexicana, horas de espera valieron la pena: Pascal nos develó muchos de sus secretos tan celosamente guardados, porque se sintió en confianza con nosotros.

Anoche tuve un sueño: iba yo caminando en el bosque, tenía tres años de edad y en el camino recogía piedritas de colores y sé que soñé eso porque estoy en México.

Al subir al pequeño escenario del Foro del Tejedor, ayer al mediodía, dijo asombrado: siento que estoy en un escenario de esos donde he realizado puestas en escena de teatro noh y es en naves como este escenario, donde los oficiantes procuran el espacio para que sus muertos puedan acabar con sus sufrimientos antes de ser cremados. Entonces, voy a revivir aquí los dolores frente a ustedes, para tranquilizarlos.

Contó el dolor que vivió, como lo vivimos todos, durante la pandemia: “perdimos a muchos de los nuestros; murió mi hermanito violonchelista, muchos seres que yo quería; es por eso que hay mucho en este libro nuevo, El amor el mar, mucho del orden del adiós y una historia de amor donde cuento la desaparición inexplicable de ella; de hecho, desaparece dos veces y regresa, y mis protagonistas se vuelven a amar locamente, pero ella se vuelve a ir; esta novela tiene mucha música callada: la desaparición inexplicable de ella”.

Leyó en francés. Escuchamos su música callada.

Resonó ayer y en los cinco días anteriores, interiores, la voz de Pascal que suena en todos sus libros. Constatamos en esta gesta lo que escribió, por ejemplo, en uno de esos libros, L’Homme aux trois letres: A la literatura le agrada una voz que no suene ya en el espacio, sino que se oiga en el fondo del alma.

À tout a l’heure, trés cher Pascal!

Despedida

Pascal Quignard

Estoy triste por envejecer, pero maravillado de ver todo lo que surge cuando la marea se retira. Respecto a todos aquellos amigos y colegas que murieron muy pronto, incluido Paul Celan, ¡cuánto se perdieron de la maravilla que surge de la repetición de las estaciones! Porque si todo se va, también todo aumenta el milagro y embellece. No hablo de la humanidad, hablo de la naturaleza, de los jardines, del mar, del sol.

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